FUENTE: El País
Los niños necesitan seguir rutinas. Hábitos dirigidos a comer siempre a la misma hora y en familia, irse a la cama a la misma hora cada noche o controlar, a no más de una hora, el tiempo de televisión diario. Y deben establecerse desde una edad temprana. Controlar este tipo de factores, tan cotidianos, conocer su importancia y, además, aplicarlo, puede disminuir la incidencia de obesidad cuando crecen. "Es beneficioso establecer estas rutinas desde que los niños son muy pequeños para impedir así que en el futuro estos padezcan enfermedades relacionadas con su peso", esta es la principal conclusión de un último estudio de la Universidad de Ohio publicado esta semana en el International Journal of Obesity. Análisis anteriores habían concluido que el riesgo de padecer obesidad se reducía en niños preescolares que dormían lo suficiente; comían con sus familias y tenían limitado el tiempo de televisión, pero esta nueva investigación es la primera que evalúa los hábitos diarios y sus beneficios para la salud en menores preadolescentes, con 11 años. Tres fáciles y accesibles rutinas que pueden ayudar a evitar males mayores.
En España, el exceso de peso en niños de seis a nueve años ha descendido un 3,2% en los últimos cuatro años, según el Estudio Aladino 2015 (Estudio de Vigilancia del Crecimiento, Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España) que elabora el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan). Los menores con sobrepeso han pasado del 44,5% al 41,3%. "Los datos son esperanzadores, pero insuficientes, y por eso hay que seguir trabajando entre todos para que esta tendencia siga así", dijo Dolors Montserrat, ministra de Sanidad en la presentación del estudio el
Los investigadores analizaron los comportamientos de niños de tres años y su previsión de las consecuencias a la edad de 11 ¿Existe relación entre establecer unas rutinas y padecer obesidad en el futuro? Con esta pregunta bajo el brazo, los investigadores evaluaron a casi 11.000 niños nacidos en 2001 y 2002, sacados del Estudio de Cohorte Millenium, elaborado en Reino Unido. El análisis consistió en ver qué tipo de rutinas hacían los menores cuando tenían tres años, basándose en las respuestas de sus progenitores, luego se midió y pesó a los participantes a la edad de 11 años y se evaluó su nivel de sobrepeso.
Los resultados mostraron que a la edad de tres años, un 41% tenía una rutina de sueño establecida, un 47% siempre comía a la misma hora y un 23% tenía limitado el tiempo de visionado frente a una pantalla a una hora. A la edad de 11 años, el 6,2% de la muestra tenía obesidad. Según las conclusiones parece que ser estricto con la hora de irse a la cama es el hábito cotidiano más beneficioso para los niños.
Los autores sostienen que “el mantenimiento de estas rutinas tiene relación con una mejor regulación física y emocional”. “Los niños que con tres años tienen rutinas mantenidas sobre la hora de irse a la cama; que comen siempre a la misma hora y que ven solo una hora de tele al día, tienen una mejor regulación emocional. No tener una disciplina de sueño o una pobre regulación emocional a los tres años, puede mostrar una predisposición a padecer obesidad a los 11”, concluyen.
Aunque la investigación no prueba que seguir rutinas familiares -especialmente las referidas al sueño de los preescolares- puede prevenir directamente esta enfermedad en el futuro, sí que muestra evidencia suficiente "para concluir que los beneficios están ahí y que son consistentes".