FUENTE: La Vanguardia
Centros dedicados únicamente a eliminar tatuajes con la técnica del láser están proliferando en grandes ciudades como Barcelona. Su auge, impensable hace pocos años, no supone ningún adiós colectivo a la moda de los tatuajes, que aterrizó en los noventa y aún no se ha marchado. Se trata de dos realidades que ahora conviven en paralelo. Los tatuadores siguen a lo suyo, ajenos a las modas, mientras la demanda creciente de personas que quieren borrar sus tatuajes por razones estéticas o profesionales ha dado pie a un negocio expansivo, con un incremento anual de la actividad en torno al 20%. “La demanda no ha parado de crecer desde que empezamos, hace cuatro años. Y cada vez se hacen más tatuajes”, corrobora Kati Pelay, directora de formación de Tattoo Cleaners, con centros en toda España y pioneros en el sector.
El nuevo escenario obliga a la reflexión y a la regulación, ahora casi inexistente. Entre los riesgos, coinciden los dermatólogos, que la población crea que eliminar un tatuaje con el láser es algo rápido y sencillo, siempre factible e infalible. Preocupa cierta banalización. “Es muy complejo, cada tatuaje y cada piel son distintos”, advierte el dermatólogo valenciano Donís Muñoz Borràs, una de las voces más autorizadas cuando se habla de tatuajes, autor del Tratado sobre tatuajes : claves para su eliminación con láser.
Centros dedicados únicamente a eliminar tatuajes con la técnica del láser están proliferando en grandes ciudades como Barcelona
Nada de alarmismos ni miedos atávicos, pero sí mucha concienciación y advertencias contra el intrusismo, incluidos simples centros de estética que compran un equipo low cost, lo dejan en manos de un técnico sanitario mínimamente formado y empiezan a atraer clientela. La demanda convierte la inversión en segura. “Ha proliferado la aparición de centros dedicados sólo a la eliminación de tatuajes, y muchos se abren sin médicos ni conocimiento acerca de qué lesiones pueden existir o provocar. Encontramos melanomas presentes en áreas de la piel con tatuajes, no es habitual pero puede suceder. Se debe analizar cada piel y valorar cada caso”, destaca la dermatóloga Elia Ro, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
El láser actúa contra la tinta y su haz rompe el pigmento en trocitos más pequeños para que después el cuerpo los empiece a expulsar a través de la orina. También el propio organismo elimina los restos de pigmentación al detectar que se trata de cuerpos extraños, como si fueran residuos. Gracias a esta técnica, bien utilizada, prácticamente todos los tatuajes son reversibles –no se pueden eliminar los de los genitales, las mucosas y los ojos–, pero no siempre es una tarea sencilla.
El color y el tipo de tinta utilizada; la profundidad de la piel a la que se ha inyectado, y lógicamente, el tamaño o la antigüedad del tatuaje son factores claves para determinar la dificultad de eliminarlo o el número de sesiones que serán necesarias, lo que puede llegar a encarecer mucho el tratamiento. También lo son las características de la piel de cada persona, su sistema inmunitario o la zona del cuerpo. Se debe realizar un traje a medida.
El auge de este negocio era impensable hace pocos años, pues no se preveía ningún adiós colectivo a la moda de los tatuajes, que aterrizó en los noventa y aún no se ha marchado
El avance de la tecnología explica en parte el boom. En uno de los centros pioneros, en Barcelona, acumulan 1.800 clientes. Aunque hace más de diez años que se eliminan con la técnica del láser, tal y como corrobora el doctor Muñoz, nunca antes como ahora se había generalizado tanto esta práctica. “Cada vez es más rápido y menos doloroso quitar un tatuaje, hace quince años que la técnica existe y avanza”, dice Pelay.
“Se dicen muchas mentiras. Quitar tatuajes es algo bien difícil y quitarlos bien es aún más complicado. Las complicaciones más habituales son las cicatrices; la ventaja que tenemos los dermatólogos es que tenemos capacidad para diagnosticar a tiempo y poner remedio a una cicatriz que hemos visto venir. Cuando esto sucede en centros que no están regentados por dermatólogos, les pilla el toro, pierden al paciente porque lo mandan al médico de cabecera. El paciente va deambulando y nos acaba llegando”, relata a partir de su experiencia el doctor Muñoz.
El láser, si se utiliza con una potencia demasiado suave, no da resultados, pero si es excesiva, puede producir daños y dejar cicatrices”
“El láser, si se utiliza con una potencia demasiado suave, no da resultados, pero si es excesiva, puede producir daños y dejar cicatrices”, advierte, en la misma línea, la doctora Ro. “El número de posibles complicaciones es proporcional a la capacidad de quien está trabajando con el láser. Y no tienen nada que ver un equipo como los que utilizamos, de 60.000 euros, con uno chino de 5.000 euros”, añade el doctor Muñoz.
Los dermatólogos aconsejan desconfiar de precios muy bajos o promesas de tratamientos exprés. “Cuando encontramos precios exageradamente baratos, se trata de un láser no muy bueno ni un centro muy profesional”, alerta Ro. Aunque es casi imposible dar precios de referencia, puede servir de orientación el coste de cada sesión de láser. En un centro consolidado como Tattoo Cleaners, el precio de las sesiones, que fluctúa en función del tamaño del tatuaje que eliminar, va de los 39 a los 59 euros. En los casos más laboriosos es necesario realizar, de forma espaciada en el tiempo, hasta diez o quince sesiones.
Las relaciones entre quienes tatúan y quienes se están especializando en eliminarlos son buenas. De hecho, el conocimiento de las técnicas y las características del tatuaje ayuda también en la difícil tarea de borrarlos. “Los tatuadores nos envían gente”, destaca Pelay, que lanza un mensaje tranquilizador. “En los centros que han abierto similares al nuestro hay buena praxis. Si tienes formación sanitaria y te formas en el manejo del equipo, no tiene por qué pasar nada”, dice.