FUENTE: ABC
Los humanos llevamos miles de años consumiendo trigo, cebada, centeno... y con ellos todo su gluten, una proteína que proporciona la consistencia elástica y esponjosa a los panes y masas horneadas. Nadie miraba con recelo a los cereales, pero hoy el gluten se ha convertido en uno de los villanos de la nutrición.
El gluten ya no es solo el enemigo de las personas con celiaquía, a las que no les queda más remedio que prescindir de él para no enfermar y evitar graves secuelas a largo plazo. Por moda o porque realmente están convencidos de que tendrán una alimentación más saludable, cada vez más familias optan por erradicar este nutriente del plato y también de sus vidas.
Lo hacen para perder peso, sentirse con más energía, disfrutar de mejores digestiones y, en general, tener una mejor salud. Este ejército de seguidores de la etiqueta «gluten free» olvida, sin embargo, lo que pierden con esta decisión. La prestigiosa revista médica «British Medical Journal» se lo recuerda publicando un estudio de la Universidad de Harvard en el que se advierte que su corazón puede salir mal parado.
El estudio, basado en los datos de más de cien mil personas recopilados durante 26 años, acaba con algunos de los mitos que han circulado en torno al gluten. Por ejemplo, descartan que este nutriente favorezca el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. En realidad, advierten, el efecto es justo el contrario porque al evitar el gluten se dejan de consumir cereales saludables (trigo, cebada, centeno...) que cuando se toman con todo su grano (integrales) resultan muy beneficiosos. La fibra de los cereales, entre otras bondades, reduce el riesgo de infarto o de padecer diabetes del tipo 2, uno de los grandes males relacionados con el sobrepeso.
El objetivo de los investigadores de la Universidad de Harvard era evaluar si el consumo de gluten afecta de alguna manera a la salud de las personas que no tienen ninguna razón clínica para eludirlo. Los autores del estudio vieron que cuanto mayor era el consumo de gluten, menor era el riesgo a largo plazo de aparición de la diabetes tipo 2. En consecuencia, y de seguir creciendo en popularidad, las dietas libres de gluten podrían contribuir a la expansión de esta enfermedad metabólica que ya padecen más de 350 millones de personas en todo el mundo. Lo curioso es que la mayoría de los participantes fueron incluidos en los estudios antes de que las dietas libres de gluten se pusieran de moda, por lo que hay pocos datos en esta investigación de personas que por elección hayan renegado por completo del gluten.
Uno de los «culpables» de la moda sin gluten es el tenista serbio Novak Djokovic. Publicó un libro en el que contaba que lo borró de su dieta y desde entonces, mejoró su juego en el tenis. El testimonio de este campeón fue definitivo para que la fiebre sin gluten se disparara. Tras él llegaron otros famosos que se fueron sumando a esta moda dietética para sentirse mejor, pese a no tener ninguna patología diagnosticada.
«Desde que salió el libro de Djokovic, todo el mundo se quiere quitar el gluten. ¡Es una locura! y no hay ninguna evidencia científica que lo avale. Probablemente el tenista era algo intolerante al gluten y por eso empezó a sentirse mejor», comenta a ABC Antonio Escribano, endocrino y nutricionista que ha revolucionado el fútbol español con sus consejos especializados. «Hay personas sin ningún tipo de intolerancia que te intentan convencer de las bondades de retirarse el trigo y otros cereales diciéndote: "Sin gluten me siento con más energía". Pero eso es muy difícil de medir, es una sensación subjetiva y en ciencia nos basamos en las cosas que se pueden contrastar y medir. Estoy cansando de las modas nutricionales. La nutrición no es opinable».
La celiaquía no es una enfermedad banal. La sensibilidad al gluten es un problema creciente que se estima afecta a un diez por ciento de la población. Hay algunos niños en los que esta intolerancia se manifiesta al tomar su primera papilla con cereales, en forma de diarreas y molestias abdominales. Pero la intolerancia no es igual en todas las personas. Algunas la tienen con menor intensidad, conviven con ella y siguen tomando trigo y otros cereales, con más o menos molestias. «Yo he diagnosticado como celiacos a personas de 80 años», recuerda Ramón Estruch, investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciberobn).
La prueba más empleada para saber si se es celiaco es la biopsia intestinal que estudia la salud de las vellosidades del aparato digestivo. Aunque hay personas con molestias similares a las que ocasiona la celiaquía (molestias digestivas, hinchazón abdominal, cansancio crónico, digestiones pesadas...) que dan negativo. Algunos de ellos deciden eliminar el gluten. Y otros sin ninguna molestia clara prescinden, simplemente, por moda o porque creen que «libre de gluten» significa más saludable.
Estos celiacos por decisión propia se suelen sentir mejor. A veces la explicación a este efecto beneficioso es muy simple. Al dejar el gluten, eliminan de su dieta pizzas, bollería industrial y otros productos procesados que sustituyen por productos frescos más saludables, dicen los expertos.
«Nos encantaría contar con un test genético con suficiente rigor científico que nos informara qué tipos de alimentos sientan mejor a cada persona. Hay intentos, pero aún no hay ningun definitivo. Así se acabarían las modas nutricionales», pronostica Estruch. De momento, solo la dieta mediterránea ha demostrado con evidencia científica su eficacia para reducir el riesgo cardiovascular y evitar graves enfermedades como el cáncer de mama. «Y la dieta mediterránea contiene cereales integrales con todo su gluten», advierte.