FUENTE: Expansión
Unas científicas investigando en un laboratorio de lo más galáctico. Es una de las imágenes que Bayer ha subido a su cuenta de Instagram y que hacen parecer aún más lejanos aquellos míticos anuncios de Aspirina en televisión. Y es que corren nuevos tiempos para la farmacéutica. "Aspirina es nuestra marca global y conocida, pero observamos que las nuevas generaciones no la tienen tan presente y estamos intentando acercarnos a los jóvenes a través de nuevos canales digitales", explica Rainer Krause (Berlín, 1959), consejero delegado de Bayer en España y Portugal desde 2011.
La compañía, que actualmente cuenta con varias divisiones centradas en las ciencias de la vida, vuelve a tener a España en el punto de mira. Nuestro país ha recuperado su posición como décimo mercado clave para Bayer tras la crisis. "La multinacional mantiene su apuesta por la región Iberia -que facturó 823 millones de euros el año pasado- y ha invertido en 2016 más de 12 millones de euros, el mejor dato de los últimos años".
Lo sabe bien este directivo alemán, hijo de madre española, que llegó a nuestro país en 2010 -un año antes de convertirse en CEO- tras varios años en Brasil, Argentina o Chile. "Cuando llegué las ventas estaban cayendo por las medidas de austeridad y contención del gasto farmacéutico. Hemos tenido años muy complicados con cinco decretos, que han restringido el acceso a los productos innovadores. Pero últimamente hemos vivido una tímida recuperación gracias al lanzamiento de nuevos productos y hemos retomado la senda del crecimiento".
Según el directivo alemán, un sector como el farmacéutico necesita de un marco regulatorio estable y previsible que no era así al principio de la década. "Ahora sí existe un entorno de diálogo con la administración pública que permite conciliar los diferentes intereses. La mejor situación económica en España ha conllevado un mayor entendimiento hacia el sector, aunque hay que recordar que aquí la media de gasto farmacéutico per cápita es un 30% menos que la media europea. Además contamos con los precios más bajos de Europa en estos productos", asegura.
El ejecutivo lidera un mercado donde el envejecimiento de la población y el cáncer influyen en su modelo de negocio. "Será muy difícil encontrar una cura contra el cáncer porque es una enfermedad que se adapta a un entorno adverso muy fácilmente, pero con cada generación de medicamentos oncológicos aumentamos la esperanza de vida de los enfermos". La multinacional debe enfrentarse a cuestiones demográficas y enfermedades globales con la misma atención que a la situación política: "Aún no sabemos cómo nos afectará el Brexit o Trump en Estados Unidos. Es importante mantener una organización con un determinado grado de flexibilidad y reacción capaz de adaptarse a los cambios del entorno y a la regulación".
Espirulina o quinoa son los alimentos de moda en una época en la que lo natural se ha convertido en algo más que una tendencia. ¿Se está demonizando a los medicamentos? "No lo creo. Quizá haya un cierto rechazo en la opinión pública por los precios que las empresas tenemos que cobrar por la innovaciones que ofrecemos. Hay que distinguir entre tratar un resfriado con plantas u homeopatía y las enfermedades graves donde es mejor recurrir a la ciencia pura y dura que ha demostrado ser eficaz".
El ejecutivo tiene más que detectada a su competencia y no cree que los genéricos formen parte de ella. "Es un actor más del tablero y la consecuencia de una ley de patentes bien aplicada. Existen un tiempo de exclusividad de un medicamento y una vez expirado es normal que entre un genérico a menor precio que no ha tenido el gasto de innovación y desarrollo del original".
"Me siento más latino que alemán". Es la sentencia de Krause, quien asegura que su liderazgo es la suma de sus experiencias. "Tengo un arsenal de recursos bastante amplio como para lidiar con diferentes situaciones. No pretendo imitar a otros porque si no eres auténtico, la gente lo detecta rápidamente".
Krause -aficionado al billar francés, a la música y a los coches antiguos- lleva una vida dedicada al sector farmacéutico desde que se incorporó a Schering AG en 1981 (Bayer compró esta compañía cuando él la dirigía en el mercado brasileño). "Es un sector muy gratificante porque sabes que puedes hacer algo por las personas y contribuir a que vivan mejor. Después de más de 35 años en este sector es difícil cambiar. No me imagino vendiendo galletas".
Por ahora no sueña con volver a su país natal. "Me siento medio español y me imagino mi futuro aquí, siempre y cuando Bayer quiera".