FUENTE: ABC
No hay duda de que mantener una dieta equilibrada contribuye positivamente a mantener una buena salud, prevenir enfermedades y disfrutar de una mayor longevidad. Según se avanza en edad, el organismo cambia y realizar una alimentación adecuada cumplidos los 65 años se hace igual de imprescindible para disponer de una buena calidad de vida.
Sin embargo, muchas personas mayores tienden a descuidar su forma de alimentarse. Son diversas las razones, tal y como quedó patente durante la jornada «Conversaciones de Mayores», organizada por ABC y Obra Social «la Caixa» en Murcia. Una de ellas es, según destacó Magda Carlas, doctora del departamento de Nutrición de la Clínica Eugin de Barcelona, la pérdida de apetito. «Cada edad tiene sus peculiaridades a la hora de comer; no se alimenta igual una persona de 40 años que una de 70. Según se avanza en edad el metabolismo cambia, genera menos jugos gástricos, se saliva menos, se padece mayor estreñimiento, surgen problemas de dentadura que dificultan en cierta medida la ingesta de determinados alimentos, se pierde el sentido del olfato y el gusto, los problemas de movilidad física favorece que pasen menos tiempo cocinando o realizando la compra –cualquier cosita les vale para comer– e, incluso, la soledad también les influye reduciendo el apetito porque a nadie le gusta comer solo».
Pese a todo ello, esta doctora quiso matizar que todos estos cambios no se producen de golpe, sino que van apareciendo de forma progresiva, pero insistió en la necesidad de no descuidar la alimentación porque sus efectos pueden ser muy negativos debido, entre otros motivos, a que el cuerpo humano a partir de la sexta década de vida disminuye la absorción de nutrientes y es más fácil que hayan carencias que perjudiquen y deterioren el organismo. «Todo ello motiva, por ejemplo, que las arterias pierdan elasticidad, lo que posibilita la aparición de hipertensión o de enfermedades cardiovasculares y que se pierda masa muscular y ósea».
Consuelo Costa, cocinera en la Peña Huertana «Las Viñas» e impulsora de la Muestra de Vino y Alimentación de la región de Murcia, defendió durante la jornada que sobre todo las personas mayores deben preocuparse por preparar sus platos con comida fresca y natural para propiciar esta mayor absorción de nutrientes tan necesarios en la última etapa de la vida. «El problema es que se comenten muchos errores en la cocina como echar una pastilla a un caldo para que tenga más sabor. No nos damos cuenta de la enorme cantidad de sal que le estamos agregando. Es mejor añadir hierbas aromáticas o apio que dan mucho sabor a un caldo, o el perejil, que contiene cuatro veces más vitamina C que una naranja. Incluso se pueden hacer las propias pastillas de forma casera al hacer el caldo, reducirlo y congelarlo en cubitos. También hay trucos para hacer una carne o pescado hervidos y darles un poco de sabor: basta con ponerlos primero en una sartén con un poquito de aceite de oliva y dorarlos antes de añadirlos al agua. El caldo que queda no es solo será agua, llevará más sabor».
En cuanto a las legumbres y verduras explicó que es mucho mejor cocinarlas vivas; es decir, «no echarlas con el agua fría y dejar que cuezan y cuezan, sino que cuando el agua esté hirviendo es entonces cuando se echa la verdura solo unos minutos para que conserve sus nutrientes y sabor. La cuestión es buscar siempre alternativas, pero saludables».
No obstante, Joaquín Maestre, ingeniero Agrónomo y ex presidente de la Asamblea de Regiones Europeas Hortofrutícolas, matizó que no se debe identificar que la comida natural es buena y la elaborada mala. «Si una persona pudiera cocinar diariamente sería lo mejor, no hay duda, pero en ocasiones los mayores o no saben o no pueden hacerlo y recurren a la comida preparada de manera industrial, sino totalmente de manera parcial».
Este experto añadió que los alimentos preparados se elaboran con excelente calidad y que la comida congelada proporciona mayores nutrientes que los alimentos frescos que están en el mercado, salvo que hayan sido recolectados la misma mañana que se consumen. «Es decir, que lo perfecto es ingerir una hortaliza que se ha recogido de la huerta dos horas antes, pero si no es así y hay un proceso de transporte, almacenamiento, puesta en venta... y se consume a los tres días, su nivel vitamínico es más bajo que una hortaliza recolectada e inmediatamente congelada».
Pero la comida no es lo único importante que debe tener el organismo para un correcto envejecimiento, los líquidos son también esenciales. El inconveniente, tal y como señaló la doctora Carlas, es que con los años se tiene menos sensación de sed. «Aún así, las personas mayores deben hidratarse y tomar mucha agua o líquidos a través de la fruta, caldos, gazpacho...».
Durante la jornada se explicó que hay personas que aumentan el consumo de bebidas alcohólicas a estas edades precisamente en una falsa creencia de que sus efectos les ayudarán a sobrellevar las largas enfermedades de sus cónyuges, su pérdida o apaciguar su soledad. Ante esta situación, Magda Carlas advirtió que hay que tener cuidado con el alcohol porque las personas mayores procesan menos el etanol y su ingesta se hace más tóxica para el organismo. Y nunca tomarlas con el estómago vacío», aseguró.
La soledad es mala compañera de viaje siempre e invita a los mayores a abandonarse y a descuidar en gran medida su alimentación. Consuelo Costa aconseja a estas personas que inviten a su casa a comer a sus hijos, sus nietos «y si no tienen familia a la vecina». Añade que de esta forma se obligan a arreglarse, salir a la calle, ir a la compra, relacionarse con el tendero y preparar comida y disfrutar de la compañía.
Joaquín Maestre no dejó pasar por alto que cuando en un matrimonio es la mujer la que fallece y el hombre es el que se queda solo, «se le suma muchas veces la dificultad de que él no sabe cocinar, por lo que debe pensar en opciones como buscar un restaurante cercano que le prepare un menú casero de calidad, comprar comida elaborada o contratar a alguien que se lo haga en casa. Claro, todo depende del presupuesto con el que uno cuente».
Uno de los problemas añadidos, según señalaron los ponentes, es que la alimentación en los mayores es un campo un poco olvidado en la Sanidad. «Los médicos nos centramos mucho en el bienestar de los niños, pero de los 65 a los 95 van 30 años, un tercio de la vida y no porque sean los últimos son menos importantes –asegura Magda Carlas–. Son personas que necesitan mucha atención, pero es un colectivo que se olvida. No es culpa del médico, es la filosofía mercantilista. Esta actitud no cambiará por motivos éticos, sino económicos porque se trata de una masa de gente que consume, gasta y vota. No se puede pasar por alto. La Sanidad debería ser más atenta con controles de tensión, peso, de cómo comen... Eso no cuesta dinero, son controles muy básicos».