FUENTE: ABC
El tabaco mata en el mundo cada año a siete millones de personas y, concretamente, a 52.000 en España. En el Día Mundial sin Tabaco, que se celebra hoy, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha vuelto a pedir, como cada año, medidas más duras de control empezando por la prohibición de su comercialización y publicidad, y otras más suaves como el empaquetado neutro, la ampliación de los espacios libres de humo o el aumento de los impuestos especiales.
«Pedir la prohibición es un poco drástico, es como una "ley seca", y no lo veo como un planteamiento real habida cuenta de que es legal, y que criminalizaría al fumador, que al final sufre una adicción. Lo que hay que intentar es que dejen de fumar, que la prevalencia sea cada vez más baja y, de esta forma, algún día sí se llegue al “endgame” (final) del consumo. Pero tiene que ser de forma progresiva», opina Regina Dalmau, presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
Este organismo exige al Gobierno mayores campañas de prevención, la ampliación de los espacios libres de humo (por ejemplo en coches donde viajen niños, estadios deportivos o incluso playas), así como la implantación del paquete neutro. Pero sobre todo, le exigen al Ministerio de Sanidad un gran programa de tabaquismo para reducir la prevalencia del consumo. «Se consiguió un gran avance con la ley de 2010 pero a partir de ese momento no se hizo nada especial, no ha habido ningún avance adicional, y mientras haya muertes relacionadas con el tabaquismo se deben hacer cosas», añade Dalmau.
El CNPT hace estas exigencias junto con la Fundación Española del Corazón (FEC) y la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que además piden que se aborde el tabaquismo como un trastorno adictivo crónico. «Es necesario que se equipare el tabaquismo al de una enfermedad crónica. Ello implica que la víctima del tabaquismo sea considerado una persona enferma y por lo tanto, se le financien los tratamientos. Es necesario prevenir, tratar y poner todos los recursos a disposición de la víctima del tabaquismo incluyendo fármacos, si son necesarios, y programas públicos de deshabituación tabáquica», apunta Carlos Macaya, presidente de la Fundación Española del Corazón (FEC). Dalmau añade que en cuanto a la necesidad de diagnóstico y tratamiento existen desigualdades por comunidades autónomas: «Los recursos son insuficientes y el tratamiento farmacológico no está financiado. Solo hay alguna excepción (y parcialmente) en alguna comunidad y eso no puede ser. Pedimos equidad, que todos puedan dejar de fumar y se financie este trastorno, como se hace con la diabetes o la hipertensión, ya que a día de hoy no está contemplado en la cartera general de prestaciones».
Las exigencias no se traducen necesariamente en un aumento en la prevalencia del tabaco en España, sino todo lo contrario. Está bajando a nivel general, «desde los años 90 en los hombres y desde 2000 en las mujeres, pero también es verdad que la tendencia a la baja se ha aplanado un poco», aclara Dalmau. En total, el 23 por ciento de la población española, es decir, 1 de cada 5 fuman.
Sin embargo, hay un dato que sí preocupa y es el aumento del consumo de mujeres jóvenes. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud, en los hombres la prevalencia ha disminuido en todas las edades desde 1987; en cambio en las mujeres, a partir de los 35 años, ha aumentado. «Son mujeres que se incorporaron al consumo de tabaco, por ejemplo, por aproximación de roles con el hombre, incorporación al mercado de trabajo y sobre todo, por copiar conductas. Constatar este aumento es preocupante», señala Mónica Ríos, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología.
Esta asociación presentó ayer una extensa monografía en la que evaluó el impacto de la legislación española del tabaco en la salud. Aunque el consumo en nuestro país es algo superior a la media europea, según los epidemiólogos, han mejorado otros indicadores. «Se observa un impacto positivo tanto en la reducción de ingresos por infarto, como por enfermedades cerebrovasculares y cardiopatía isquémica», explica Ríos. Además, han descendido las hospitalizaciones por enfermedades respiratorias crónicas, así como los nacimientos prematuros: «Las tasas de bajo peso al nacer se redujeron al 3,5 por ciento con la nueva legislación. En el caso de la exposición al humo ambiental, también se reduce, cayendo en hostelería un 90 por ciento», señala el informe.
La Sociedad Española de Epidemiología, como la OMS, incidió en la necesidad de subir impuestos, «en el momento en que aumentan disminuye el consumo», asegura Ríos.
La OMS recordó que los gobiernos recaudan casi 242.000 millones de euros (270.000 millones de dólares) en concepto de impuestos especiales del tabaco cada año, pero podría aumentar en más de un 50 por ciento solo subiendo el precio unos 0,90 céntimos (0,80 dólares) por paquete.
Esta organización de Naciones Unidas ha ido más allá y este año, aparte de aludir a las muertes por tabaco, eligió como lema: «El tabaco, una amenaza para el desarrollo». Es decir, incidió en que este producto también está perjudicando a los países con menos recursos e incluso, tiene su parte de responsabilidad en el cambio climático.
Advirtió de que «los residuos de tabaco contienen más de 7.000 sustancias químicas tóxicas que envenenan el medio ambiente» y que a través del humo se liberan «miles de toneladas de productos cancerígenos para el ser humano, sustancias tóxicas y gases de efecto invernadero».
También aludió al peligro que el tabaco representa para los países pobres, donde cerca de 860 millones de adultos fuman. En algunos hogares, señala, más del 10 por ciento de los ingresos se gasta en comprar productos de tabaco, y por lo tanto, no se destinan a alimentos, educación o atención sanitaria. «El cultivo del tabaco evita que los niños reciban educación. Entre el 10 y el 14 por ciento de los niños que cultivan esta planta no asisten a la escuela porque trabajan en campos de cultivo».
«El tabaco es una barrera importante para el desarrollo a nivel mundial. Las enfermedades relacionadas con el tabaco provocan pobreza y dejan a las familias sin dinero para comprar alimentos, materiales para la escuela o gastos médicos», concluyó el director del departamento para la prevención de las enfermedades no transmisibles, Douglas Bettcher.