FUENTE: ABC
La diabetes tipo 2 es una enfermedad caracterizada por la incapacidad del organismo de producir cantidades suficientes de insulina o de utilizar esta hormona adecuadamente, lo que provoca que la sangre porte un exceso de glucosa que, a la larga, acaba dañando múltiples órganos de todo el cuerpo. En consecuencia, los afectados –más de 415 millones de personas en todo el mundo– se ven abocados tomar todos los días tratamientos para controlar sus niveles de glucosa. Y si bien en la mayoría de los casos este control se puede lograr con fármacos orales, hasta un 25% de los pacientes deben recurrir necesariamente a las inyecciones de insulina. Pero, ¿no hay disponible ninguna otra alternativa para no tener que pincharse semanalmente, cuando no a diario? Pues sí. Es el caso de las ‘bombas de insulina’, cuyo uso, cada vez más frecuente, no se encuentra exento de ‘complicaciones’ y ‘molestias’. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Duke en Durham (EE.UU.) podrían haber dado con la clave para simplificar, y mucho, el tratamiento de la diabetes.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Nature Biomedical Engineering», describe cómo un nuevo biopolímero cargado con un fármaco capaz de inducir la liberación de insulina es capaz de regular los niveles de glucosa en sangre durante un periodo de dos semanas en primates. Un efecto para el cual se requiere una única inyección y que, aplicado a los humanos, podría prolongarse hasta más allá de las ocho semanas.
Muchos de los tratamientos actuales para la diabetes tipo 2 se basan en la administración de una molécula de señalización que, denominada ‘péptido similar al glucagón tipo 1’ (GLP1), induce la producción y liberación de insulina por las células del páncreas. El problema es que la vida media de este GLP1 es muy corta –el organismo lo degrada a una gran velocidad–, por lo que debe ser continuamente administrado para que lleve a cabo su acción. Entonces, ¿qué se puede hacer para prolongar su efecto? Pues unirlo a moléculas, ya sean biológicas –como los anticuerpos– o sintéticas, que atenúen su degradación, lo que hace que su vida media en el organismo se prolongue durante varios días en los modelos animales –ratones– y hasta una semana en humanos. Sin embargo, esta ‘fusión’ con moléculas no permite un control de la liberación del GPL1, por lo que el tratamiento acaba perdiendo su eficacia con el tiempo.
Para solventar este problema, los autores del nuevo estudio han creado una tecnología que fusiona el GLP1 con un ‘polipéptido tipo elastina’ (ELP) sensible al calor para formar un líquido o ‘solución’ que puede ser inoculado en la piel con una jeringuilla normal. En consecuencia, y una vez inyectado, esta ‘solución’ reacciona con el calor corporal para formar un gel biodegradable que, poco a poco, va liberando el fármaco.
Y esta nueva técnica, ¿funciona? Pues sí, y muy bien. De hecho, los experimentos llevados a cabo con modelos animales –ratones– han demostrado que esta nueva terapia facilita un control de la glucosa hasta tres veces más duradera de la que se logra con los tratamientos actualmente comercializados.
Como explica Ashutosh Chilkoti, director de la investigación, «si bien llevamos años persiguiendo este método, no ha sido hasta que hemos modificado el diseño del biopolímero a nivel molecular cuando hemos logrado maximizar la duración de la liberación del fármaco con una única inyección. El resultado es que hemos logrado triplicar la duración de este fármaco de corta acción para la diabetes tipo 2».
Es más; tras triplicar la duración del control de los niveles de azúcar en sangre en ratones –de los 2-3 días habituales a 10 días–, los autores repitieron el experimento con primates no humanos. Concretamente, con macacos Rhesus. Y en este caso, observaron que una única inyección era capaz de inducir el control de la glucosa durante 14 días –periodo en el que la tasa de liberación del fármaco se mantuvo constante.
Como refiere Ashutosh Chilkoti, «lo que es verdaderamente interesante de nuestro trabajo es que ha demostrado que el fármaco puede durar más de dos semanas en primates no humanos. Y dado que nuestro metabolismo es más lento que el de los ratones y los monos, el tratamiento debería en teoría tener aún una mayor duración en los humanos. Esperamos que esta sea la primera formulación cada dos semanas, cada mes o cada dos meses para los pacientes con diabetes tipo 2».
En este contexto, debe tenerse en cuenta que la glucosa de acción más prolongada actualmente disponible requiere de una inyección semanal –y que las insulinas convencionales necesitan ser inoculadas una o dos veces todos los días–. Por tanto, indican los autores, «al limitar el número de inyecciones requeridas para lograr el control de los niveles de glucosa, esperamos que nuestra nueva herramienta mejore las opciones terapéuticas para esta enfermedad».
Pero las bondades de la nueva técnica no acaban aquí. Además de resultar barato de producir, es posible que este sistema de liberación controlada de fármacos pueda ser empleado en otras enfermedades. De hecho, los autores ya se están planteando poner en marcha un estudio para evaluar su eficacia en el tratamiento del dolor.