FUENTE: Levante
Pongámonos en situación. Es la una de la madrugada, acudes a urgencias y te recetan un medicamento. Tras consultar la farmacia que se encuentra prestando servicios de urgencia, lo que comúnmente conocemos como “farmacia de guardia”, esa noche acude al lugar señalado y un farmacéutico le atiende, le dispensa el medicamento que su médico le ha recetado, y además le aconseja como debe tomarlo para evitar posibles contraindicaciones.
Usted quizá pensará que la Administración se hace cargo de este servicio de la misma forma que lo hace del centro de salud o del hospital, pero lo cierto es que su farmacéutico de confianza es el que, sacrificando su descanso y su conciliación familiar, le atiende esa noche sin recibir una remuneración por su trabajo, fruto de su compromiso con la salud de los valencianos.
En este sentido, tanto la administración como los colegios de farmacéuticos manifiestan su conformidad sobre el hecho de que, con el fin de garantizar la asistencia farmacéutica a la población, es necesario prestar un servicio de urgencia fuera del horario ordinario y que la prestación de este servicio debe de cubrir las necesidades de la población garantizando que sean accesibles, óptimos, racionales y retribuidos. Sin embargo, la realidad es muy distinta.
Nos encontramos con noches en que la media de dispensaciones sujetas a prescripción médica en las farmacias de la provincia no supera el 1%. Nos encontramos localidades en las que, con fines electoralistas, los políticos que gobiernan claman por tener una farmacia de guardia las 24 horas del día los 365 días del año, pero sin hacer nada por dotar presupuestariamente dicho servicio. Nos encontramos farmacéuticos que, por la idiosincrasia de su farmacia, tienen que hacer frente a jornadas de trabajo que van de domingo a domingo, hecho que puede ser considerado como un trabajo forzoso, una de las formas modernas de llamar a la esclavitud. Nos encontramos que, según un estudio realizado por el MICOF, la frecuentación media por vecino a los servicios de urgencia de su localidad es de 0,003 veces al mes.
A todo esto, hay que sumar dos máximas; por un lado, que cada día más centros de salud en horario de urgencias proporcionan al paciente la medicación de uso urgente, y por otro que la mejora de las comunicaciones facilita el acceso a distintos servicios mancomunados como puede ser la farmacia de “guardia”. Consideramos que es más importante que el centro de urgencias y la farmacia de guardia, este donde esté puedan comunicarse de forma adecuada, para que cuando el ciudadano acude a ella tenga todo lo que necesita y no tenga que ir de vía crucis buscando los medicamentos que necesitan, eso sí sería un buen servicio.
Actualmente tenemos una amplia red de oficinas de farmacia que garantizan la prestación farmacéutica los 365 días del año, las 24 horas del día, en cualquier tipo de población, ya sea en un entorno rural o urbano, gracias a los servicios de urgencia que tradicionalmente se vienen prestando de forma mancomunada. En tiempos en que se aboga por términos como la racionalidad, la equidad y la universalidad tenemos que tener en cuenta que, de la misma manera que no es razonable tener todos los centros de salud abiertos las 24 horas, tampoco lo es una farmacia en servicios de urgencia en cada localidad.
El Consell, que aprobó hace unos meses el concierto de prestaciones farmacéuticas, ha reconocido públicamente que los servicios de urgencia deben ser retribuidos. Un reconocimiento que tendría validez si no fuera porqué, ni ha dotado los presupuestos para ello, ni ha realizado ningún cambio en la legislación para que sean compensados. Una vez más, palabras vacías y muy bien elegidas, pero que sólo se traducen en titulares de un día.
Desde el Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia seguimos luchando día a día para que la ordenación de este servicio sea una realidad y no se quede en una declaración de intenciones por parte de la Administración.
Si queremos sostener el actual sistema sanitario, tanto quienes gobiernan como los ciudadanos, tendremos que entender que la calidad no significa abundancia y que la asistencia adecuada no significa comodidad. En esta sociedad tan exigente, donde predomina la instantaneidad hay que concienciar de que no podemos tenerlo todo, a todas horas y en todos los lugares y a coste cero. Más a costa de profesionales que prestan un servicio que, aunque obligatorio y necesario, es desmesurado y no retribuido.
Reflexionemos. Si se para a pensarlo… ¿Cuantas veces has acudido en horario nocturno el último año a una farmacia de guardia a por un medicamento urgente con receta médica? Seguro que no demasiadas. Por tanto, ¿crees que realmente necesitamos en cada pueblo una farmacia de guardia durante 24h los 365 días del año? No hay que olvidar que los farmacéuticos comunitarios son los guardianes de su salud, pero actualmente también son esclavos forzosos.