FUENTE: El Mundo
Desde hace décadas, uno de los retos de la investigación oncológica es el desarrollo de una vacuna que "despierte" al sistema inmune del paciente para que identifique a las células cancerosas como "enemigas" y las combata, como haría ante cualquier infección.
Destruir estas células sin dañar las sanas es todo una de las metas. Tratamientos como la quimioterapia lo consiguen pero suelen ser tóxicos.
La inmunoterapia ha demostrado ser una revolución prometedora en este aspecto. No obstante, los tumores que presenta cada paciente tienen unas mutaciones particulares que deben identificarse para poder diseñar vacunas "hechas a medida".
Esto es lo que han conseguido dos trabajos desarrollados en dos centros, uno en EE.UU. y otro en Alemania, en pacientes con melanoma -un tipo de cáncer de piel.
Aunque aún están en fase I, los ensayos, publicados en la revista Nature, han demostrado que es posible crear un tratamiento adaptado para abordar un tumor individual y que, además, los efectos secundarios son mínimos.
Uno de los componentes de las vacunas comunes son los antígenos, una sustancia que estimula la respuesta inmune. Las células cancerosas tienen en su superficie unas moléculas llamadas 'neoantígenos', causadas por mutaciones de ADN, algo que no sucede en las células sanas. Estos neoantígenos son el objetivo ideal de los tratamientos inmunológicos contra el cáncer.
De hecho, el motivo de que se eligiese a pacientes con melanoma es que este tipo de cáncer de piel contiene cientos de mutaciones producidas por la exposición a los rayos UVA.
En el estudio dirigido por Catherine J. Wu y Patrick A. Ott, del Instituto Dana-Farber, en Boston (EE.UU.), la vacuna -llamada NeoVax- contenía hasta 20 neoantígenos derivados del tumor de cada paciente. Para crear estas vacunas personalizadas, los autores secuenciaron el ADN de las células de los tumores y de las células sanas de cada individuo para identificar las mutaciones del tumor y determinar los neoantígenos asociados. "Se seleccionaron las mutaciones con más probabilidades de inducir una respuesta inmune", afirma a EL MUNDO el investigador Ott.
En este estudio, se vacunó a seis pacientes con melanoma a los que ya se les había sometido a cirugía para eliminar el tumor y que tenían alto riesgo de recaída, aunque Ott explica que "probablemente la vacuna personalizada podría funcionar con cualquier tipo de tumor". Especialmente en aquellos que produzcan muchas mutaciones, como el cáncer de pulmón de los fumadores.
Se les administró cinco dosis de preparación y otras dos dosis de refuerzo 18 semanas después de la cirugía y, 25 meses después de la vacunación, cuatro de los seis individuos no mostraron signos de reaparición.
En los otros dos pacientes el cáncer ya se había extendido a los pulmones. Sin embargo, tras la vacuna, la enfermedad reapareció y entonces comenzaron otro tratamiento con quimioterapia. Tras ello, en ambos pacientes los tumores desaparecieron y siguen libres de la enfermedad.
Otra de las ventajas que ha demostrado esta vacuna es su seguridad, que era uno de los objetivos de este ensayo. "Entre los efectos secundarios sólo hemos identificado leves reacciones de la piel en la zona de la vacunación, fiebre transitoria y otros síntomas similares a los de la gripe", señala este autor, además de fatiga o sarpullidos.
El estudio llevado a cabo en Biopharmaceutical New Technologies de Alemania y dirigido por Ugur Sahin, se desarrolló una vacuna basada en el ARN (ácido ribonucleico) dirigida a unos antígenos llamados "neo-epitopes". Probada en 13 pacientes, ocho de ellos siguieron libres de la enfermedad durante los 23 meses posteriores al tratamiento.
Aunque el número de personas tratadas en ambos estudios es pequeño, los resultados indican que tiene "potenciales beneficios".
Ahora está en curso la segunda fase del ensayo. "En esta ocasión recibirán la vacuna personalizada pacientes con melanoma, cáncer de pulmón o de vejiga junto con el Nivolumab", indica Ott. Este último medicamento, aprobado para su comercialización en España desde febrero de 2016, se utiliza principalmente para reducir el tamaño de los tumores de los pacientes.
Para Ott uno de los principales retos a la hora de abordar este tipo de terapias es el propio hecho de desarrollar una vacuna individual para cada paciente. "Hace que el proceso sea mucho más complejo, requiere más tiempo y un trabajo más intenso que el de productos ya disponibles como los anticuerpos monoclonales", indica el experto.
Ott y sus compañeros consideran que los intentos por conseguir una vacuna contra el cáncer no han tenido éxito hasta ahora porque, en general, se han desarrollado con antígenos muy similares a los antígenos presentes en las células normales. Por ello, al sistema inmune le cuesta más responder evitando el daño a estas células sanas.