FUENTE: Levante
Tras el cierre de la farmacia, situada en el tradicional núcleo poblacional de La Punta, los vecinos tienen ahora que desplazarse a otras zonas de la ciudad para poder conseguir medicamentos. Algo que se suma al reciente cierre de otros comercios como los de alimentación, que afectan al día a día de los vecinos y no ayuda a atraer nuevos habitantes.
Amparo, vecina de 86 años, cree razonable que una farmacia que no es rentable para su dueño cierre, pero las personas como ella, de reducida movilidad y que viven solas en sus casas, son las que se han visto especialmente perjudicadas por la situación. «Tengo que esperar a que pase algún autobús o coger un taxi, para poder ir a comprar cosas básicas, o bien esperar a que mis hijos, que viven fuera, me las traigan», afirma Amparo.
Además, la mujer indica que los servicios médicos en la pedanía son reducidos. «Pasan consulta tres veces por semana, pero muchos de los días no viene el médico, y en casos de urgencia o de atención especializada, tenemos que llamar a una ambulancia o desplazarnos a València», lamentan. Otro vecino, en la misma línea, denuncia «el recorte que hemos sufrido en los servicios médicos, algo agravado con que ahora no tengamos farmacia».
Otro residente, de unos sesenta años, afirma que la farmacia llevaba abierta un siglo, pero la falta de un relevo generacional puede causar que negocios como éste acaben desapareciendo. «Los que tenemos coche, podemos ir fácilmente a zonas como el Saler o barrios colindantes a comprar todo, pero la gente mayor y dependiente encuentra más dificultades», explica. El hombre señala el gran problema de La Punta: «no hay permisos para edificar en solares vacíos. En zonas como Nazaret edifican pisos, calles nuevas... y prosperan. Pero al situarnos al lado de la huerta, nosotros encontramos más trabas», denuncia.
Aunque el término municipal forma parte del distrito de Quatre Carreres, el más extenso de València, su densidad poblacional es muy baja. A pesar de que el censo ha aumentado en unos pocos centenares de vecinos en los últimos años, situándose en 2.600 empadronados, muchos de esos nuevos habitantes no se encuentran en el tradicional núcleo urbano de la avenida de Jesús Morante, sino en la zona más próxima al barrio de Nazaret, con bloques de viviendas de reciente edificación.
Además, la población se redujo abruptamente entre 1996 y 2008, perdiendo más de 4.000 censados debido a las «expropiaciones» que denuncian algunos de los vecinos. «Desde València no nos dejaron tomar la iniciativa para revitalizar el barrio, solo nos expropiaron: Mercavalència, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, parte del puerto... todo eso pertenecía antes a la Punta», afirma uno de ellos, visiblemente indignado. También se lamenta por la división del trazado urbano del pequeño pueblo, causada, según él, por la vía del tren, que habría empeorado los accesos por carretera a la zona.
El hijo del que fuera el primer alcalde de la pedanía, va más allá, y señala directamente al Ayuntamiento. «Prometió mejoras para el barrio que no han llegado. Por eso, las nuevas generaciones, entre las que me incluyo, nos hemos tenido que marchar a lugares como Pinedo, Malilla o Castellar». «Hemos sido los pobladores de l'Horta los que realmente nos hemos preocupado siempre por ella. Nos sentimos bastante abandonados por el Ayuntamiento, que nos ha expropiado, desde la década de 1970, parte de nuestra riqueza. Además, es muy triste que no podamos edificar nuestras casas junto a las de nuestros padres, por culpa de leyes absurdas», sentencia.
Ahora, vecinos como él tienen puestas sus esperanzas en que el consistorio de la ciudad lleve a cabo un nuevo Plan de Desarrollo Urbano en La Punta, que permitiría más edificaciones que, según ellos, podrían traer de vuelta los habitantes, servicios y establecimientos que han desaparecido del lugar.