FUENTE: ABC
Curva de la felicidad, barriga cervecera, póngale el mote cariñoso que prefiera, pero un perímetro abdominal abultado no es motivo de chanza. La grasa abdominal es la que más influye en la salud cardiovascular. Un estudio publicado en 2015 en la prestigiosa revita «Heart» ya advertía de que las personas con obesidad abdominal tienen el doble de posibilidades de sufrir muerte súbita. «Las personas con obesidad central tienen más riesgo de diabetes, hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular y mortalidad», advierte la doctora M. Rosa Fernández Olmo, cardióloga clínica y vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología.
La barriga también puede aparecer tras una comilona o por exceso de gases pero, no se engañe, si al cabo de dos o tres días no ha desaparecido, es grasa. Si aún así no esta seguro de si su tripa es un peligro, coja un metro y mida el perímetro de su cintura. En EE.UU. se considera obesidad abdominal cuando este valor es superior a 102 cm para varones y mayor a 88 cm para las mujeres. «Para la población de Europa, se han propuesto unas cifras más exigentes, mayor de 94 cm en varones y mayor de 80 cm en mujeres, aunque en la práctica clínica se utilizan más los valores de 102 cm y 88 cm», explica la doctora María José Tapia, endocrinóloga miembro del área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (Seen). La experta advierte de que la prevalencia en España de obesidad abdominal es muy elevada: «sobre el 36 % de la población adulta».
El sobrepeso y la obesidad es el resultado de ingerir mas calorías de las que gastamos, lo que favorece la acumulación de grasa. Esta grasa puede distribuirse de dos maneras. Cuando su objetivo principal es el abdomen, se la denomina central, abdominal o androide. Si se acumula en glúteos, muslos y brazos, se la llama periférica o ginoide. Básicamente, lo que conocemos como tener un cuerpo de manzana o de pera. Pero, ¿de qué depende que acumulemos los extras en uno u otro sitio? «Principalmente del sexo del individuo y de su predisposición genética. Los varones tienen más predisposición a acumular la grasa en la barriga que las mujeres», aclara la doctora Tapia. También hay féminas con ese tipo de distribución, sobre todo a partir de la menopausia. «En esta etapa disminuyen los estrógenos y eso favorece que se pierda grasa de las extremidades y se acumule en el tronco», añade la doctora Susana Monereo, secretaria de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo).
Aunque el exceso de grasa acumulada en el organismo repercute en la salud de la persona, la periférica es menos peligrosa que la central desde el punto de vista metabólico. Esto es porque la obesidad de tipo superior se asocia con la resistencia a la insulina, factor clave para que aparezca el síndrome metabólico (un conjunto de factores de riesgo cardiovascular, como obesidad abdominal, hipertensión arterial, niveles bajos de colesterol bueno y elevados de triglicéridos y glucosa). Y además provoca un estado de inflamación crónico. Esto aumenta el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular. «En cambio, la obesidad periférica no suele asociarse con la resistencia a la insulina y por lo general presenta menor riesgo de complicaciones y de mortalidad», apunta la doctora Tapia.
Solemos asociar la barriga a personas adultas, pero lo cierto es que el exceso de peso aparece cada vez a edades más tempranas. «El perímetro abdominal se puede medir desde los 2 años de edad. La obesidad infantil es un problema actual y de futuro, por lo que debería incluirse dentro de las mediciones habituales en las revisiones de los niños», sugiere la doctora Fernández Olmo.
La buena noticia es que se puede prevenir su aparición. La «fórmula mágica», según la especialista en cardiología, es una «dieta cardiosaludable y ejercicio físico regular (150 minutos a la semana a intensidad moderada o 75 minutos a intesidad vigorosa)». Por dieta cardiosaludable se entiende la mediterránea, que ha demostrado que reduce el riesgo cardiovascular, de acuerdo con el estudio Predimed.
Si ya tiene barriga y lo que quiere es perderla es importante saber cómo. No valen las dietas milagro porque «se pierde agua y masa muscular, pero no grasa», apunta la la doctora Monereo.. De modo que, a corto plazo, se verá más delgado del resto del cuerpo, pero la tripa seguirá ahí, impenitente. «Si haces una dieta bien hecha y ejercicio, se pierde grasa y se reduce un centímetro de cintura por kilo perdido», asegura la experta.
El verano es una época en la que se contribuye deliberadamente al crecimiento del perímetro abdominal. Pero hay formas de cuidarse sin necesidad de renunciar a hacer vida social y disfrutar de las vacaciones. «Hay que quitarse la sed con agua, tomar frutas cuando nos apetezca dulce, hacer más ejercicio, y ser ordenado y balanceado con las comidas. Si se siguen estas pautas, en algún momento del día nos podemos dar un capricho, como una onza de chocolate o un helado pequeño», aconseja la doctora Monereo.