FUENTE: Las Provincias
Las noticias de los últimos días han conducido a fijar la atención en la presencia -en distintos puntos de Europa- de huevos contaminados. Las autoridades sanitarias están alerta, tanto es así que en España se inmovilizó una partida de huevo líquido en Vizcaya. El Sistema Europeo de Alerta Rápida impidió su circulación. Al margen de este caso que ahora ocupa páginas de actualidad y ante el que la vigilancia está en marcha, el seguimiento de los alimentos por parte de las autoridades sanitarias es constante, de manera que es posible conocer cómo y en qué medida la comida afecta a los ciudadanos.
Conservar y preparar bien los alimentos es importante para evitar las infecciones toxicoalimentarias, un problema que en la Comunitat Valenciana, entre enero y junio de 2016 se tradujo en 20 brotes de estas patologías, mientras que en el mismo periodo de este año se ha llegado a 27.
Las personas que hasta junio pasado enfermaron por alguno de estos brotes fueron 263. Los distintos casos se resolvieron en centros de salud de Alicante, Valencia, Gandia, Castellón, Xàtiva, Elx, Benidorm, Dénia, Torrent y Utiel. Detrás de estos problemas de salud hay un agente patógeno que habita en un determinado alimento convirtiéndose por distintas circunstancias en el desencadenante que obliga a dirigir los pasos a la consulta del médico. La Conselleria de Sanidad asegura que este año se ha constatado que los alimentos «implicados han sido sobre todo los huevos, salsas, pollo, hamburguesas y pasta». Han ocupado los primeros puestos, pero no han sido los únicos. También los alimentos crudos han protagonizado algunas toxinfecciones.
A la hora de analizar el problema, a juzgar por los datos, hay que tener en cuenta que el buen o mal estado de aquello que se va a comer depende su conservación. El departamento autonómico insiste en que la «refrigeración insuficiente y la contaminación cruzada constituyen los principales factores de transmisión de la enfermedad».
El agente patógeno «más frecuente sigue siendo el género salmonella, seguido de campilobacter, histamina por escómbridos y Staphilococcus aureus».
Las toxinfecciones alimentarias no guardan relación con la edad, aunque las autoridades sanitarias advierten de que a «determinadas edades, como puede ser la población infantil o los mayores de 65 años se es más vulnerable a padecer un problema de estas características.
El departamento autonómico, además de facilitar estos datos, asegura que la mayor parte de los brotes detectados se registraron en el ámbito comunitario. En concreto señalan que fueron 23, frente a los cuatro que se declararon en el ambiente familiar.
En cuanto a los del primer grupo, Sanidad puntualiza que 11 se detectaron en bares y restaurantes, tres en hoteles. Además, se contabilizaron otros seis -uno por instalación- en un albergue juvenil, un camping, un colegio, un evento deportivo, una fiesta de amigos y una residencia de mayores.
Junto a estos trazos que ayudan a dibujar el perfil del problema y su incidencia, Sanidad aclara que en junio lanzó una campaña preventiva que traslada a la sociedad medidas como recordar el cuidado que hay que tener con las manos en tanto que son el «medio más importante de transmisión de gérmenes a los alimentos». Es necesario «lavarlas antes y durante la preparación de los alimentos y siempre después de ir al baño». No se puede olvidar «limpiar y desinfectar las superficies, tablas, utensilios y textiles de cocina sobre todo después de manipular alimentos crudos, especialmente carne de pollo y huevos frescos».