Su hijo se acerca demasiado al texto que lee, entrecierra los ojos, sigue la lectura con el dedo... Estas son algunas de las pistas, junto al bajo rendimiento académico o el desinterés por la lectura, que nos deben hacer pensar que padece un problema visual

FUENTE: Las Provincias

Hace 60 años, la miopía en China afectaba a un 20% de la población, actualmente las cifras alcanzan proporciones de hasta el 80%, superando el 95% en otras poblaciones asiáticas, como Corea del Sur. En Estados Unidos, la miopía afecta a un 42% de los jóvenes, cuando hace 30 años se estimaba en un 26%. En el sur europeo, el porcentaje de personas que sufren esta ametropía es de hasta un 35%, mientras en el norte la proporción aumenta a una de cada dos personas (50%).

En España, actualmente, afecta aproximadamente al 25-30% de la población. Con este panorama no es de extrañar que se esté considerando la miopía como una nueva pandemia, ya que, como vemos, en los últimos años se ha detectado un aumento alarmante de población miópica en distintas regiones del mundo. ¿Qué está sucediendo? ¿Tienen que ver las pantallas con este incremento? La doctora Sara Bueno, profesora del Grado de Óptica y Optometría de la Universidad CEU San Pablo y miembro del comité académico de la Asociación Visión y Vida, nos lo cuenta. «La aparición y avance de la miopía se debe a la combinación de varios factores. Unos son bien conocidos, otros no tanto, y posiblemente quedan otros aún por determinar. Se trata de factores genéticos –hay hasta 24 genes identificados cuyos portadores tienen mayor riesgo de desarrollar miopía– y otros ambientales».

Los factores ambientales estudiados que se asocian a la aparición y progresión de la miopía analizan los diferentes estilos de vida, la educación, la escolarización y la cantidad de horas de exposición a la luz del sol. Niños que pasan mucho tiempo en casa o en lugares cerrados, estudiando o haciendo tareas o jugando con el ordenador son mucho más propensos a que en ellos aparezca o se desarrolle la miopía. «Pero no es tanto por la pantalla en sí, sino por el entorno, la distancia corta de trabajo y el exceso de trabajo acomodativo que ello supone para el sistema visual. Y también por el tipo de luz que utilizan, que es luz artificial, no la luz del sol», explica la doctora Bueno. Y es que menos tiempo al aire libre se asocia con más riesgo de padecer miopía y otros problemas visuales.

Por ello, como aconseja la experta, se recomienda pasar alrededor de tres horas al día en el exterior, al aire libre, como método de prevención. «Además de prevenir la miopía evitaremos el exceso de fatiga que causa a nuestros ojos estar tanto tiempo usando la visión de cerca. Lo cierto es que podríamos decir algo así como: menos tecnología y más paseos o juegos al aire libre para evitar problemas de visión».

Detección

Hay que saber que la miopía es un defecto de refracción que suele ser fácilmente detectado cuando aparece en los niños en la edad escolar. ¿Las señales? Como empeora la visión de cerca, el niño se acerca en exceso al texto que está leyendo o a la pantalla, o entrecierra los ojos, o directamente no puede ver bien lo que hay en la pizarra. Por ello es fácil que padres o profesores se den cuenta.

Las películas en 3D han puesto de manifiesto problemas de visión al causar mareos, vómitos y dolores de cabeza en algunas personas

Sin embargo, según datos del estudio ‘El estado de la salud visual infantil en España’, presentado en el Ministerio de Sanidad el pasado mes de noviembre, el 60% de los padres de niños que usan gafas aseguran que fue su hijo quien detectó esa necesidad visual. Y es que no todo es miopía. «Otros problemas de visión frecuentes que encontramos en las revisiones infantiles son alteraciones llamadas binoculares no estrábicas, en las que los ojos no tienen la habilidad de trabajar juntos con precisión, por lo que necesitan hacer un esfuerzo para mantener su visión en conjunto», señala la experta. Este esfuerzo, superior a lo normal, causa fatiga y bajo rendimiento del niño en sus tareas escolares, lo que puede llevarle al fracaso. Son niños que inclinan la cabeza de lado al leer, se tapan un ojo, les cuesta comprender lo que leen, ponen posturas raras cuando hacen los deberes... Cuando el optometrista detecta estos problemas debe corregir los errores de graduación y, frecuentemente, enseñar y entrenar mediante una serie de ejercicios a esos ojos para que aprendan a trabajar juntos.

«Otras veces pueden darse otros problemas refractivos, como la hipermetropía que, al contrario que la miopía, no da al niño la sensación de ver mal. Son capaces de realizar con sus ojos un esfuerzo que les permite ver bien. Pero ese sobreesfuerzo causa dolores de cabeza, fatiga visual (se cansan enseguida al leer o hacer tareas de cerca), bajo rendimiento escolar o lagrimeo», matiza la doctora Bueno. La corrección óptica ayuda a relajar el sistema, ya que las gafas evitan que los ojos se tengan que forzar.

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