FUENTE: ABC
Un varón holandés donante de esperma ha sido identificado como colaborador en 11 clínicas de fertilidad diferentes y se supone que es el padre biológico de al menos 102 hijos, según reveló una televisión holandesa. El caso ha sacado a la luz las deficiencias de la legislación de este país y la de otros países europeos que no han podido poner límites a una práctica cuyas consecuencias genéticas pueden ser incalculables. Los hijos de este donante anónimo podrían tener hijos entre sí y llegar -sin saberlo- a tener relaciones incestuosas.
Una investigación sin precedentes demostró que este hombre, cuya identidad no ha sido revelada, hizo donaciones en múltiples ocasiones en 11 clínicas distintas.
Los donantes solo reciben unos 50 euros por donación en concepto de gastos de transporte, por lo que se cree que no hay una motivación económica detrás de este nuevo escándalo. Este donante también habría ofrecido su semen en el extranjero y por internet, como «compañero en tratamientos de inseminación», según la investigación de la sanidad holandesa.
En declaraciones al diario AD, el donante afirmó que su objetivo «no era tener tantos hijos como fuera posible». Simplemente dijo que le gusta «hacer feliz a la gente», como justificación de sus más de cien donaciones.
Los hijos nacidos de aquellos tratamientos multiplican por cuatro el máximo de 25 donaciones por varón que estableció en 1992 la ley que regula la inseminación artificial.
En Holanda, se supone que los donantes de esperma solo pueden ceder sus gametos en una única clínica, pero no hay controles específicos sobre esta actividad. La limitación se basa únicamente en la buena fe de los donantes y lo que se ha descubierto es que, al menos, dos donantes habían ignorado las especificaciones legales que están basadas en el testimonio de quien dona. En un segundo caso destacado por la televisión RTL, otro varón había engendrado a dos niños en dos clínicas diferentes.
La asociación holandesa de ginecólogos NVOG ha pedido a las clínicas que dejen de usar inmediatamente el esperma de estos varones concernidos por el escándalo porque hay indicios de que algunas mujeres están siendo fertilizadas usando el esperma de estos donantes.
Los ginecólogos holandeses también han detectado la existencia de donantes múltiples después de la investigación de un grupo de madres solteras, pero no han aportado más detalles sobre cómo puede detectar a los padres de esos hijos para no violar las leyes de protección de datos.
Las mujeres que han utilizado estas donaciones, sin embargo, dicen que los dos hombres pueden haber engendrado «varias docenas» de niños fuera del circuito regular de la clínica de la fertilidad.
El problema es que los centros de reproducción asistida no pueden tener acceso a los datos de las cesiones de esperma y óvulos, aunque los hijos nacidos sí pueden reclamar en el futuro los datos sobre su origen biológico. En 2004 el Gobierno holandés cambió la normativa de anonimato de los donantes y se estableció un registro, en defensa del derecho de los niños a conocer a su padre biológico en caso de que lo soliciten cuando sean mayores de 16 años, es decir, a partir de 2020.
Sin embargo, ese registro central, establecido en La Haya, solo es accesible para los hijos y no para las clínicas de fertilidad.
De hecho, este registro se ha utilizado por primera vez gracias a una orden del Ministerio de Sanidad en este caso, para comprobar la identidad del padre biológico de los 102 hijos.
«Definitivamente necesitamos un registro nacional para que todo semen usado para un tratamiento de fertilidad quede registrado y que los centros tengan autorización para acceder y asegurarse de que un donante no tiene más de 25 hijos», lamentó a Efe Jesper Smeenk, de la Sociedad Holandesa de Obstetricia y Ginecología (NVOG), advirtió el ginecólogo holandés.
Además del riesgo de consanguinidad, también preocupan los problemas psicológicos que puede provocar a una persona saber que tiene «más de 100 hermanastros».
Se sabe que en el pasado mes de junio, más de 20 niños concebidos con esperma de una clínica de fertilidad dirigida por el difunto doctor Jan Karbaat han logrado el derecho a que se le examine su ADN para conocer su procedencia.
El juez dictaminó que las muestras de 27 objetos confiscados después de que Karbaat falleciera en abril puedan utilizarse para hacer un perfil de ADN. Se sospecha que él mismo había engendrado docenas de niños con su esperma yen su propia clínica de reproducción.