FUENTE: La Razón
La contaminación atmosférica al aire libre ha estado vinculada durante mucho tiempo a importantes trastornos de salud comoenfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer, asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Un estudio que se publica este jueves en ‘Journal of the American Society of Nephrology’ añade la enfermedad de riñón a la lista, según recoge Europa Press.
La contaminación puede aumentar el riesgo de enfermedad renal crónica y, en última instancia, contribuir a la insuficiencia renal, según los autores de este trabajo, investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington y el Sistema del Cuidado Médico de St. Louis de los Asuntos de los Veteranos (VA, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos.
El equipo seleccionó bases de datos nacionales de VA para evaluar los efectos de la contaminación atmosférica y la enfermedad renal en casi 2,5 millones de personas durante un periodo de 8,5 años y comparó los datos de VA sobre la función renal con los niveles de calidad del aire recogidos por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y la Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) estadounidenses.
Los resultados sugieren que 44.793 nuevos casos de enfermedad renal y 2.438 nuevos casos de insuficiencia renal pueden atribuirse a niveles de contaminación del aire que exceden el umbral de EPA de 12 microgramos por metro cúbico de aire, que es el nivel más alto de contaminación atmosférica considerado seguro para el público, según lo establecido por la Ley de Aire Limpio de 1990 y actualizado en 2012.
«Los datos sobre la relación entre la contaminación del aire y la enfermedad renal en humanos han sido escasos», señala el autor principal del trabajo, Ziyad Al-Aly, profesor asistente de Medicina en la Universidad de Washington. «Sin embargo, una vez que analizamos los datos, el vínculo entre la contaminación del aire y el desarrollo de la enfermedad renal estaba claro», agrega.
Las partículas finas pueden dañar los riñones de la misma manera que dañan otros órganos, como el corazón y los pulmones. Los fragmentos de polvo, suciedad, humo, hollín y gotas líquidas, transportados por el aire e invisibles, a menudo se vuelven destructivos cuando invaden el torrente sanguíneo. Los riñones filtran la sangre y estas partículas dañinas pueden interrumpir la función renal normal.
El estudio reveló que incluso niveles bajos de partículas pueden afectar negativamente a los riñones y esos efectos adversos aumentan
a medida que se elevan los niveles de contaminación. «Cuanto más altos son los niveles de contaminación del aire, peor es para los riñones --sentencia Al-Aly--. Sin embargo, ningún nivel es completamente seguro, incluso a niveles relativamente bajos, hubo una relación entre las concentraciones de partículas por debajo de los umbrales de la EPA y la enfermedad renal».
Los investigadores también vincularon los datos del VA con los sensores espaciales de los satélites de la NASA. «Los datos de la NASA y los datos de la EPA arrojaron resultados consistentes», afirma Al-Aly, quien agrega que la belleza de usar datos de la EPA y la NASA es que las agencias usaron dos técnicas distintas para recolectar datos, pero los resultados fueron similares.
«Esta constelación de hallazgos sugiere que la exposición crónica a la contaminación del aire es un factor de riesgo significativo para el desarrollo y la progresión de la enfermedad renal», resume. «En nuestro análisis, el riesgo de enfermedad renal crónica y su progresión fue más pronunciada en los niveles más altos de concentración de partículas finas --dice Al-Aly--. Esto sugiere que se necesitan más estudios para una evaluación más amplia de la carga mundial de enfermedad renal atribuible a la contaminación del aire». EP