FUENTE: El Mundo
Es necesario ataviarse con batas, gorros, zuecos y gafas protectoras para entrar en las instalaciones donde cada año se producen unas 200 millones de vacunas de la gripe, aproximadamente el 40% de todas las dosis que se distribuyen en todo el mundo. En la planta de la farmacéutica Sanofi Pasteur en Val-de-Reuil (Francia), que EL MUNDO ha podido visitar, decenas de trabajadores supervisan, con detenimiento, cada uno de los pasos del proceso en salas repletas de maquinaria, desde el llenado de los viales hasta el empaquetado.
La nave en la que se fabrica la fórmula no se puede visitar, ya que, por medidas de seguridad, es necesario entrar y salir completamente esterilizado. Y no es para menos, puesto que la gripe, a pesar de que las tasas de vacunación han disminuido de forma generalizada en las últimas décadas, ataca a entre el 5% y el 10% de los adultos y al 20%-30% de los niños anualmente. Esto resulta en hasta cinco millones de casos de enfermedad severa y 500.000 muertes en todo el mundo.
La gripe es una epidemia que ataca durante el invierno. En el hemisferio norte, la campaña de vacunación suele comenzar en octubre y finalizar en enero. Sin embargo, antes de que llegue ese momento, hay un largo proceso que comienza varios meses antes.
El virus muta de año en año. El experto en gripe de Sanofi, Laurent Fontaine, explicó a este diario la Organización Mundial de la Salud (OMS) selecciona las cepas más comunes gracias a los múltiples centros colaboradores que tiene alrededor del mundo. Estos centros toman muestras de sus pacientes afectados por la enfermedad y las envían a la OMS. Este organismo determina cuáles serán las cepas que más afectarán al año siguiente, y remite la información a los centros de referencia que fabrican la vacuna. "El virus está constantemente evolucionando, porque es parte de su comportamiento, es la historia de nunca acabar, y además es bastante impredecible".
Dichas cepas se inoculan en huevos de gallina a partir del mes de febrero en el hemisferio norte, donde pasan un periodo de incubación. A partir de junio comienza la formulación de la vacuna y, después, da lugar el proceso de distribución, que culmina en agosto. Ya están listas para repartirse a los distintos países. En el hemisferio norte se lleva a cabo el mismo proceso, pero coincidiendo con su estación invernal.
La primera vacuna de la gripe se formuló en 1947 en Pensilvania (EEUU). Ahora, la mayor parte de las vacunas son eficaces contra tres cepas. El año pasado, Sanofi anunció el lanzamiento de una cuadrivalente, es decir, contra cuatro cepas: dos del tipo A (A/H1N1 y A/H3N2) y dos del tipo B (B/Yamagata y B/Victoria). Estas dos últimas surgieron a raíz de una mutación que sufrió el virus en los años 80, y desde comienzos del siglo XXI circulan por todo el mundo. Sin embargo, a pesar de los avances, hay una gran barrera en la lucha contra esta enfermedad: las tasas de cobertura.
Un informe sobre la salud en Europa elaborado por la OCDE en 2016 señalaba que los porcentajes de vacunación habían caído en la última. En España, por ejemplo, aunque la tasa de personas mayores de más de 65 años vacunadas contra la gripe es mayor que la media europea, ha disminuido considerablemente. En 2004, el 70% de ellos estaba vacunado, mientras que en 2014 había decaído hasta el 56%.
Junto con los mayores de 65 años, los más vulnerables ante este virus son aquellas personas con enfermedades crónicas, niños entre los seis y 23 meses, los trabajadores sanitarios y las mujeres embarazadas. El Consejo Europeo y la OMS acordaron en 2009 que la tasa de vacunación recomendada es del 75%. En este sentido, el experto en Asuntos Médicos de Sanofi Pasteur, el doctor Emmanuel Vidor, explicó a este periódico que se ha olvidado la importancia de la vacunación en el mundo desarrollado.
"Definitivamente, sí. Las regiones donde vemos que el movimiento antivacunas es más activo son exactamente aquellas donde el éxito de la vacunación y sus beneficios han hecho desaparecer las enfermedades para las que se usan esas vacunas", sentenció. "La gente se centra exclusivamente en los riesgos que presentan, y han olvidado completamente sus puntos positivos".
Respecto a dichos riesgos, señaló que sí los hay. "Las vacunas no están exentas de riesgos, como cualquier otra intervención médica, pero hay que relativizarlos y ponerlos frente a los beneficios", aclaró. "El no vacunarse evita esos riesgos asociados a la vacunación, pero al mismo tiempo aumenta la posibilidad de contraer esas enfermedades contra las que protegen".
La solución, en su opinión, pasa por la educación. "Hay que compartir información por parte de los expertos, pero que sean percibidos como independientes. Uno de los problemas de Sanofi Pasteur es que somos vistos como una industria a pesar de ser expertos en vacunación, y se considera que lo que decimos no es válido".
Para combatir las crecientes tasas de no vacunación, algunos países europeos, como Italia y Francia, han tomado medidas: harán obligatorias algunas de ellas. Frente a esta opción, la doctora Sandrine Samson, experta en vacunación de la gripe también en Sanofi, no tiene una opinión clara. "Diría que es una medida necesaria porque, al menos, eso refleja que las autoridades están convencidas de que hay un valor añadido de vacunar a los niños y lo pueden trasladar a la población. Pero también diría que no lo es porque ya existen recomendaciones oficiales y no se cumplen". No obstante, consideró que es un "buen comienzo", aunque "no es suficiente".
En cuanto a los futuros pasos en la industria de la vacunación, explicó que hay dos "puntos fundamentales". "Hay que ampliar el alcance de la vacuna en términos de cobertura de cepas. Estamos trabajando en una cobertura universal que pueda proteger contra todas las cepas que circulan por el mundo". Esto significa aumentar la protección, pero no sólo en cantidad. "Tenemos que averiguar cómo impulsar el sistema inmune para asegurar que tenemos una mejor respuesta", aseguró. "El límite es la protección 100%".
El virus, altamente contagioso, se pega de persona a persona a través de las pequeñas gotas que se expulsan al toser o estornudar o al tocar superficies contaminadas. El período de incubación suele ser de dos días y un adulto infectado puede ser contagioso desde el día anterior a que se presenten los primeros síntomas hasta cinco o siete días después de que comience la enfermedad.