FUENTE:
No todos los días son iguales, y menos para el corazón, que no sólo se queja si suben los niveles de colesterol o la presión arterial. Nuestro órgano motor también 'respira' las partículas contaminantes que 'descansan' en el ambiente, tanto que durante las jornadas en las que la polución es más elevada, el riesgo de sufrir infarto de miocardio aumenta. Así lo señala un estudio español que acaba de publicar la revista científica International Journal of Cardiology.
Esto no significa que actúe como factor de riesgo, en el mismo escenario que el tabaco o el sedentarismo, sino que adquiere un papel impulsor para que personas predispuestas infarten un día y no otro. Es decir, "la contaminación no produce placa en las arterias a lo largo de los años, pero sí es uno de los gatillos que hace que se rompa en un momento concreto", explica Jordi Bañeras, investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) y principal autor de esta investigación.
Hay días en los que no acontece ningún infarto en el área metropolitana de Barcelona, que es donde se ha realizado este trabajo, y otros en los que se registran 17. Una notoria diferencia que Bañeras, a tenor de los resultados del estudio, adjudica a la polución. De hecho, "hemos estimado que si se redujera la contaminación en 10 unidades, evitaríamos al menos 19 infartos y cinco muertes al año en Barcelona".
Así lo ha concluido el equipo de Bañeras en una investigación que se ha centrado específicamente en los infartos de miocardio por elevación del ST, que son los más graves, por implicar una obstrucción total de la arteria coronaria afectada. En estos casos, "cada minuto que pasa, se van perdiendo células del corazón que no se recuperan, por lo que desde que vemos en el electrocardiograma la señal ST elevada, hay que intervenir cuanto antes, abrir las arterias con catéter e introducir un stent".
Si ya estos infartos son los más letales, cuando se producen en días de mayor polución, el índice de mortalidad incrementa, sobre todo durante las primeras 24 horas tras el evento. "Nuestro estudio es el primero que demuestra esta relación y también el primero que asocia la contaminación con una mayor incidencia de fibrilación ventricular, un tipo de arritmia peligrosa que requiere asistencia médica inmediata".
Así como numerosos estudios se centran en el papel del colesterol, la hipertensión, el tabaco o el sedentarismo como los factores responsables de la formación de las placas en las arterias, pocos trabajos se detienen en examinar los desencadenantes por los que una placa ya formada termina rompiéndose. Es decir, cuáles son las razones por las que una persona infarta un día y no otro.
Para ello, expertos del CIBERCV y del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, se sirvieron de los datos del registro Código Infarto de Miocardio, que incluye los registros de los pacientes que sufren un ataque de corazón en Cataluña. En total, se contabilizaron 4.141 infartos por elevación del ST desde enero de 2010 hasta diciembre de 2011. "Los distribuimos por días y cruzamos los resultados con los registros metereológicos y la información de contaminación atmosférica", teniendo en cuenta el óxido nítrico, el plomo, el monóxido y el dióxido de carbono, el cadmio y las sustancias menores de 10 micras de diámetro (PM10) y las menores de 2,5 (PM2,5). Precisamente las últimas, que son las emitidas por los tubos de escape de los motores diésel de los coches, son las más relacionadas con los infartos.
Tras ajustar con parámetros como la temperatura y las precipitaciones, "vimos que las probabilidades de sufrir un infarto se multiplicaban por 1,005 en aquellas personas expuestas a este tipo de partículas", relata Bañeras, también cardiólogo del Vall d'Hebron. No es tan significativo el riesgo individual como el poblacional. "Como a la contaminación de una ciudad están expuestas todas las personas que viven en ella, el número de infartos que recibimos en los hospitales aumenta. De ahí que haya días sin ningún caso y otros con 17", agrega el experto.
En vista de la trascendencia de la contaminación en la salud cardiovascular, Bañeras apuesta por las políticas medioambientales que favorezcan la reducción de la polución. En los años 2010 y 2011, la concentración media de PM 2,5 en las zonas de Barcelona con más contaminación fue de 20,1 g/m3. "Nuestro estudio muestra que si se redujeran 10 g/m3 la concentración de PM 2,5, se podrían evitar al menos un 7,67% de las muertes que se producen en las primeras 24 horas de un infarto con elevación del ST en Barcelona, lo que supondría como mínimo una reducción de cinco muertes al año", señala el cardiólogo. "Esta cifra es probablemente superior, ya que en el estudio no se han tenido en cuenta los fallecimientos por infarto de miocardio antes de ser atendidos", apunta.