Fuente: El País
El cáncer de pulmón y el ictus son dos de las dolencias más graves que afectan a los españoles. El primero porque es uno de los cánceres, junto al de páncreas, más letales —mata a más de 20.000 personas en España cada año—, y el segundo —que registra 100.000 casos nuevos al año, según la Federación Española de Daño Cerebral Adquirido (Fedace)—, porque es la principal causa de invalidez. Esta difícil situación mueve a los especialistas a centrar sus esfuerzos en líneas de investigación fructíferas en la lucha contra estas enfermedades. Algunas ya comienzan a obtener resultados.
Un equipo del Hospital General de Valencia ha logrado el diagnóstico fiable del cáncer de pulmón a partir de una gota de sangre, mientras que en Sevilla, un equipo del Hospital Virgen del Rocío estudia la recuperación de víctimas del ictus mediante la inyección de células madre. “El resultado de esta investigación ofrece un tratamiento que hace no mucho se habría calificado de milagroso”, apunta Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes hasta este año, y presidente del Comité Científico de la Fundación Mutua Madrileña, el organismo que seleccionó ambos proyectos para recibir las ayudas a la investigación científica que cada año, desde 2003, concede la fundación que preside, al igual que la aseguradora, Ignacio Garralda. “Aparte de su calidad científica, elegimos investigaciones que puedan tener especial incidencia en la sociedad”, expone el médico.
Matesanz destaca la importancia del hallazgo del equipo de Valencia. “Su investigación mejoraría los resultados en los tratamientos de los tumores en el pulmón al detectarse el cáncer en estadios más precoces”. La principal razón de la mortalidad de este cáncer es su diagnóstico tardío. “El 80% de los casos se descubre en una fase avanzada”, apunta Carlos Camps, jefe del servicio de Oncología del Hospital General de Valencia. Para detectarlo se utilizan técnicas de imagen como los TAC (tomografía computerizada) de alta resolución. Estas pruebas conllevan un alto porcentaje de falsos positivos. “En ocasiones los granulomas (porción de tejido inflamado) que se observan se confunden con tumores y el paciente acaba en el quirófano innecesariamente”, añade. Por ello, Camps y su equipo han buscado maneras de rastrear el cáncer a través de la sangre, una especie de biopsia líquida que podría suponer una revolución en este campo.
“Teníamos datos de que los cambios moleculares que produce este cáncer conllevan variaciones en la metabolización, es decir, el proceso por el que el organismo transforma una sustancia en otra para que sea asimilada, y que tendría un reflejo en la sangre”. Con el objetivo de confirmarlo, llevaron a cabo un primer estudio en el que descubrieron cinco marcadores (metabolitos) característicos en las personas con cáncer.
En ese punto, necesitaban averiguar si esas variaciones en los marcadores se debían a los tumores o a una inflamación del tejido, por lo que pusieron en marcha otro estudio con enfermos de cáncer y personas que sufrían algún tipo de inflamación. “Los resultados fueron espectaculares”, asegura Camps. Ahora su equipo se encuentra en una nueva etapa. “Queremos saber si ese patrón químico sanguíneo está presente en personas con alto riesgo de padecer cáncer, como los fumadores de larga duración, para averiguarlo vamos a compararlo con enfermos y con personas sanas”, concluye el investigador, que incide en la necesidad de financiación para desarrollar estas investigaciones y en particular para continuar con este proyecto.
Recuperación
En el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, otro equipo de investigadores está desarrollando un proyecto apoyado por la Fundación Mutua Madrileña que comienza a dar sus frutos. La clave está en la inyección de células madre para regenerar los tejidos del cerebro dañados tras sufrir un infarto cerebral. “Lo más incapacitante es la pérdida del habla y de la fuerza en un lado del cuerpo. Alguien que se ocupaba de su familia y tenía un trabajo se transforma en un inválido a los 50 años de un día para otro. Es tremendo, muchas veces tenemos que recetarles antidepresivos”, asegura Francisco Moniche, neurólogo del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
La probabilidad de supervivencia, y de recuperación, es mayor cuanto antes se trate. “Hoy, todas las terapias para reducir el daño cerebral solo se pueden aplicar durante las primeras horas, después no existe otro procedimiento aparte de la rehabilitación y la prevención para que no vuelva a ocurrir", explica Moniche. Este especialista lleva más de cinco años trabajando en el desarrollo de un nuevo tratamiento que permita una recuperación mayor del daño generado por un ictus, a partir del trasplante de células madre de la médula ósea del propio paciente. Estas células, de vida muy larga, sirven para fabricar otras de cualquier tipo. “Las obtenemos de la cadera, que es el sitio más accesible, y la inyectamos en una arteria que llega al cerebro para que vaya regenerando el tejido”, precisa.
Los resultados de este estudio, el más grande de estas características hasta el momento, están siendo positivos. “También se realizan investigaciones en Estados Unidos, Brasil y Japón pero aún no existen suficientes datos de la eficacia y en el nuestro contamos con 76 pacientes, la mayor muestra de todos”. Tras un primer ensayo clínico en 2012 con 20 enfermos, Moniche y su equipo, formado por 15 médicos (neurólogos, radiólogos y hematólogos) además de biólogos, ha puesto en marcha otro con pacientes de los hospitales Virgen del Rocío y Virgen Macarena de Sevilla, Reina Sofía de Córdoba y Puerta del Mar de Cádiz. La mitad de los participantes están siendo tratados con sus propias células madre y la otra mitad con los procedimientos tradicionales. Los primeros resultados han demostrado que los tratados con el novedoso método tienen menos discapacidad a largo plazo. “Pero es algo preliminar, aún debemos hacer un seguimiento exhaustivo durante los próximos dos años”, precisa el médico.
Una apuesta por la medicina
Las enfermedades raras son aquellas que afectan a menos de cinco de cada 10.000 personas. Estas dolencias, sin embargo, no son en conjunto un fenómeno minoritario. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen cerca de 7.000 enfermedades raras que perjudican al 7% de la población mundial y más de tres millones en España, de acuerdo con la Federación Española de Enfermedades Raras (Feder). Muchas de ellas aún no cuentan con tratamientos eficaces.
Con el objetivo de paliar sus efectos, la Fundación Mutua Madrileña incluye proyectos de investigación en este campo dentro de las ayudas que cada año concede a hospitales públicos de toda España. Además de las dolencias poco frecuentes, la fundación apoya iniciativas para combatir el cáncer, promover los trasplantes y aminorar las lesiones traumatológicas, con 1,7 millones en cada convocatoria.
Cada año reciben cientos de proyectos de los que el comité científico, liderado por Rafael Matesanz, selecciona una veintena. “Después de 14 años, el grado de profesionalidad de las iniciativas es tan alto que se hace difícil la elección”, asegura Matesanz. Hasta el momento, la fundación ha dedicado 56,6 millones de euros al desarrollo de más de 1.300 proyectos.