Fuente: El periódico
El daño hepático fulminante se produce con una sobredosis por paracetamol y hay tratamiento, pero se limita a las primeras ocho horas tras la ingestión. Ahora, científicos españoles han identificado en ratones una nueva vía para tratar este daño más allá de este período y evitar así trasplantes de hígado.
En el daño hepático fulminante por paracetamol el hígado está absolutamente deteriorado y es incapaz de realizar sus funciones metabólicas, como la de eliminar tóxicos, fundamental, por ejemplo, para que no se produzca encefalopatía hepática -la incapacidad del hígado de filtrar tóxicos provoca pérdida de la función cerebral-.
La ingesta de paracetamol en dosis pequeñas y adecuadas se metaboliza sin problemas en el hígado, pero si esta es de cuatro gramos diarios durante una semana o, en determinados casos, durante una ventana más corta de tiempo, pueden aparecer los problemas.
La opción, el trasplante
Se estima que más de 60 millones de personas consumen paracetamol semanalmente en EEUU y aproximadamente 30.000 ingresan al año con daño hepático inducido por sobredosis de paracetamol.
La terapia estándar es el tratamiento con el antioxidante N-acetilcisteína, pero dentro de las primeras ocho horas tras la ingesta; a partir de este período la única opción si el paciente no evoluciona es el trasplante de hígado, señala en una nota el CIC bioGUNE, Centro de Investigación Cooperativa en Biociencias.
Alrededor del 29% de los pacientes con insuficiencia hepática aguda inducida por paracetamol se someten a trasplante de hígado; en Europa el 9% y en España el 5,6% (En España el paracetamol es el segundo medicamento más consumido, detrás del omeprazol; según datos del INE, en 2013 se vendieron 32 millones de envases).
En EEUU el paracetamol se vende en súpers
Por eso, existe una clara necesidad de definir tratamientos nuevos efectivos más allá de las ocho horas, señala a Efe Malu Martínez-Chantar, del CIC bioGUNE y una de las responsables de este trabajo, quien agrega que la incidencia es mucho mayor en EEUU que, por ejemplo, en España porque allí el paracetamol se vende en supermercados; aquí, aun sin receta obligatoria, hay más control.
Para esta investigadora, "el paracetamol también tiene que ser utilizado como todos los medicamentos, con cuidado", si no puede causar daño hepático fulminante, en el que la vía que habitualmente utiliza el hígado para metabolizar este medicamento puede desviarse, provocando la generación de moléculas que pueden ser "muy dañinas".
Estas moléculas atacan sobre todo a la mitocondria, el orgánulo más importante desde el punto de vista energético de la célula.
En la mitocondria hay una proteína denominada MCJ y esta está relacionada con la actividad de la primera: los investigadores constataron que cuando existe daño hepático fulminante por paracetamol los niveles de esta proteína en el hígado aumentan.
Esto provoca que se inhiba -se frene- la actividad de la mitocondria, lo que ocasiona a su vez, entre otros, que no se produzca ATP, molécula energética por excelencia usada para "todo lo celular" e implicada en funciones como el movimiento muscular.
Lo que vieron los investigadores es que con el uso de terapia génica se puede silenciar el gen que produce MCJ; para conseguirlo, introdujeron en nanopartículas un inhibidor molecular que bloquea la expresión de ese gen, evitando así que la citada proteína aumente y se produzca daño en la mitocondria y, por tanto, daño hepático fulminante.
Probado con ratones
Los investigadores trataron a ratones con sobredosis de paracetamol 4, 9 y 24 horas después de la ingesta y en todas las ocasiones vieron que el daño se revertía con terapia génica; el siguiente paso, llevar esta investigación a ensayo clínico (la primera fase podría empezar a finales de 2018 en EEUU).
Este descubrimiento está patentado por el CIC bioGUNE y la Universidad de Vermont (EEUU) y su aplicación podría extenderse a otras enfermedades del hígado como cirrosis o hígado graso.
Los resultados se publican en 'Nature Communications' y participan también el Hospital Marqués de Valdecilla (Santander), Hospital Virgen de la Victoria (Málaga), Instituto de Investigación en Biomedicina (Barcelona), Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades hepáticas y Digestivas (CIBEREHD) y Escuela de Medicina de la Universidad de Vermont.