FUENTE: Las Provincias
La incidencia del alcohol en el día a día es una gran desconocida. la mayoría de las personas ignora su elevada toxicidad y la cantidad de enfermedades y lesiones que se relacionan con un consumo de alcohol de riesgo o perjudicial. Y lo más grave: el alcohol influye de forma directa o indirecta en una de cada diez muertes que se producen en España. En la franja de edad entre los 20 y los 39 años, ese porcentaje se dispara hasta el 25%. Así lo ha asegurado el doctor Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol, organización que junto a la farmacéutica Lundbeck y la Confederación de Alcohólicos, Adictos en Rehabilitación y Familiares de España (Caarfe) han elaborado el estudio sobre el Trastorno por Consumo de Alcohol (TCA), ‘Alcohol, una amistad peligrosa’.
“Está presente en todas y cada una de nuestras celebraciones y se han banalizado las consecuencias que pueden acarrear ciertos consumos de riesgo prolongados. Hay que ser conscientes que el alcohol es una droga que, como tal actúa sobre el sistema nervioso central y genera una tolerancia y una dependencia”, comenta el doctor Pascual. Cáncer, enfermedades hepáticas, cardiovasculares, diabetes tipo 2, enfermedades mentales… son solo algunas de las consecuencias. Las mentales son de “especial importancia”, ya que el 17% de personas con TCA padece un episodio depresivo mayor y numerosos informes muestran que los pacientes con TCA que además padecen una enfermedad mental, lo que se conoce como comorbilidad psiquiátrica o patología dual, presentan un perfil de gravedad mayor.
En cuanto al abordaje del TCA, tradicionalmente se ha optado por un tratamiento de abstinencia. Pero, en la actualidad, se está produciendo un cambio de paradigma con un tratamiento basado más en la reducción. Entre sus ventajas, destacan las rápidas mejoras en la salud a corto plazo, la reducción del temido “efecto de privación” y especialmente, una mayor adhesión al tratamiento. Más del 40% de personas con TCA prefiere la reducción, al verla como un objetivo más aceptable y realista. Este nuevo concepto de tratamiento está apoyado por directivas internacionales como las del Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica del Reino Unido (NICE).
“No es concebible que, en un país como el nuestro, con un elevado número de consumidores de alcohol, y unas tasas de diagnóstico que rondan el 20%, no se destine un mayor número de medios a mejorar ese panorama y posibilitar el acceso a recursos y a fármacos desde todos los niveles asistenciales a cualquier persona con un problema de TCA, especialmente a través de la atención primaria”, ha concluido el doctor. Por otro lado, Ángel Jiménez, presidente de Caarfe, ha destacado la importancia del apoyo al paciente con TCA por parte de su entorno más cercano, equiparándolo en términos de relevancia al propio tratamiento médico y/o farmacológico. También ha destacado que: “el TCA todavía no está considerado como una enfermedad como tal, ni mucho menos es algo normalizado”. “De ahí surge la batalla que tiene que lidiar el paciente de TCA con su estigma, la mayoría de veces auto-infligido. Hasta que no se empiece a percibir como una patología que afecta al sistema nervioso central y no un vicio, no se conseguirán grandes logros”, ha apuntado.