FUENTE: La Razón
La semana pasada se anunció, en la revista «Science», una iniciativa científica sin precedentes. Trata de dar un paso adelante en la lucha contra las enfermedades infecciosas: en lugar de esperar a que se produzcan brotes epidémicos de enfermedades como el Ébola, el SARS o el Zika, ¿por qué no tomamos los humanos la delantera y pasamos al ataque? Se trata de identificar, catalogar, estudiar a fondo y aprender a detener todos los virus potencialmente peligrosos que existan en el planeta. El empeño no es fácil pero, de avanzar en él, estaríamos entrando una nueva era de la Medicina, en la que no existan las epidemias.
Los científicos creen que en la actualidad todavía quedan 1,7 millones de virus sin identificar. Muchos de ellos pueden ser innocuos para el ser humano. Pero otros serán infecciosos y seguro que algunos tendrían efectos letales para el hombre si alcanzasen la categoría de epidémicos.
En realidad, según han reconocido los investigadores que han anunciado el Proyecto Viroma Global, la capacidad de la ciencia contemporánea para detener grandes epidemias está limitada por el escaso conocimiento que tenemos de los virus que existen en nuestro entorno.
Hasta hoy, la mayor parte de las grandes epidemias sufridas, desde la gripe aviar al Zika, empezaron siendo enfermedades animales, «zoonosis». Se considera que la próxima gran epidemia global será una zoonosis. Los virólogos conocen ya 260 virus animales que son capaces de infectar también al ser humano. Parecen muchos, pero no son más que el 0,01% de todos los virus animales que el ser humano podría contraer y que no están identificados.
Las estimaciones más recientes consideran que, de los 1,7 millones de virus desconocidos, entre 600.000 y 830.000 podrían saltar al ser humano.
¿Qué podemos hacer contra ellos? Lo primero, ponerles cara. El Proyecto Viroma tiene como objetivo identificar al 99% de estos virus desconocidos en la próxima década. El coste de la aventura es grande: 7.000 millones de dólares en 10 años, los necesarios para poner en marcha un programa de investigación que implique a laboratorios de los cinco continentes.
El trabajo consistirá en tomar muestras de la sangre de millones de animales e identificar microorganismos sin nombre. Se cree que cerca del 70% de todos los virus ignotos podrán aflorar durante los primeros años de investigación y con sólo 1.200 millones de dólares de gasto. El 30% restante corresponde a los microorganismos más raros y esquivos, que requerirán el resto de recursos y tiempo.
Parece una inversión muy costosa: no lo es tanto; el retorno que recibiremos compensará con creces el gasto. Dejando a un lado las vidas humanas que podrían salvarse, el ahorro económico que se derivaría es espectacular: sólo la epidemia de SARS, de 2002, provocó pérdidas de 40.000 millones de dólares.
Los científicos de este proyecto proceden de todo el mundo y pretenden embarcar en él a Ministerios de Salud, ONGs y empresas dispuestas a cambiar para siempre el mapa mundial de las infecciones.
El anuncio llega cuando se cumple un siglo de la gripe de 1918 (o «Gripe española») y cuando algunas voces han alertado de la debilidad de nuestros sistemas sanitarios para afrontar una pandemia de aquel calibre. La expansión de la población, el aumento de las temperaturas, líneas de transporte internacional... factores que son gasolina pura para la formación de epidemias. Sólo queda la chispa que produzca la combustión. Y hay 1,7 millones de chispas esperando ahí fuera.