Fuente: ABC
En las últimas décadas, algunas investigaciones realizadas principalmente con modelos de ratón habían extendido la idea de que podría existir en el cerebro humano adulto neurogénesis, la capacidad de crear nuevas neuronas después del nacimiento, para sustituir a las destruidas o multiplicar su numero. El anuncio iba en contra de uno de los dogmas más importantes de la neurociencia y suponía una esperanza, ya que podría abrir nuevas vías al tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, como el párkinson o el alzhéimer. Pero un nuevo estudio llevado a cabo en cerebros humanos por un equipo internacional con participación española rechaza tajantemente que ese proceso pueda continuar durante tanto tiempo. En realidad, afirman sus autores en la revista «Nature», desciende bruscamente en los niños hasta niveles indetectables en adultos. Es decir, nacemos con el «disco duro» bastante completo, listo para la vida.
«No son malas noticias en absoluto», asegura a ABC José Manuel García Verdugo, neurobiólogo de la Universidad de Valencia y coautor del trabajo junto al mexicano Arturo Alvarez-Buylla, de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.). «Lo que nos enseña este hallazgo es que hay que cuidar el cerebro desde el primer momento. Porque no hay nuevas neuronas, pero sí podemos actuar sobre la gran plasticidad que tienen las neuronas, y para ello es importante la curiosidad y el aprendizaje», subraya.
Los investigadores analizaron con microscopía electrónica el giro dentado del hipocampo, una región cerebral muy importante para la memoria y el aprendizaje, en casi sesenta muestras y cerebros completos de fetos, recién nacidos, niños y adultos de hasta 80 años. Los resultados mostraron que el número de nuevas neuronas disminuye drásticamente durante el primer año de vida. A otro primate no humano, el mono Rhesus, le ocurre algo parecido, según pudieron comprobar también.
La importancia de la plasticidad
Ciertamente, la falta de producción de nuevas neuronas en los humanos adultos contrasta con la neurogénesis «brutal» que se observa en el cerebro de ratones o lagartos adultos. ¿Por qué tanta diferencia? «El lagarto es capaz de regenerar neuronas pero tiene una corteza cerebral muy pequeña -al contrario de la nuestra, que es impresionante- y la forma de aprender y memorizar le obliga a tener que producir constantemente nuevas neuronas. No tiene dónde almacenar información, así que olvida rápidamente y necesita aprender una y otra vez. A los pájaros les sucede algo parecido, olvidan sus cantos y tienen que aprender canciones nuevas cada año con nuevas neuronas», explica García Verdugo.
El ser humano, sin embargo, parece que nace con prácticamente todas las neuronas necesarias para el desarrollo normal, por lo que los tratamientos futuros de problemas de deterioro cognitivo «deben basarse en la plasticidad y en evitar la muerte de las neuronas», dice el investigador, en referencia a la comunicación que establecen las neuronas entre sí y que guarda relación con los procesos de aprendizaje y memoria. Porque, como explica, «las neuronas no mueren por actividad, sino por inactividad».