Fuente: ABC
El cáncer colorrectal es, con 41.441 nuevos casos diagnosticados en el año 2015, la enfermedad oncológica más común en nuestro país sumando ambos sexos. Un cáncer que, además, se corresponde con el segundo tipo de tumor más letal –solo en 2014 causó el deceso de 15.449 españoles– tras el de pulmón. Una mortalidad que se explica, entre otras razones, por la elevada tasa mutacional de este tipo de cáncer, lo que posibilita que adquiera resistencia a los fármacos. Y es que durante el tratamiento, las células tumorales adquieren mutaciones –o lo que es lo mismo, generan ‘subclones’– que les hacen resistentes. Es más; como muestra un estudio dirigido por investigadores del Instituto Hubrecht en Utrecht (Países Bajos), cada célula de cáncer colorrectal tiene unas características genéticas ‘exclusivas’, lo que provoca que cada tumor sea único y diferente.
Como explica Sophie Roerink, co-autora de esta investigación publicada en la revista «Nature», «nuestro trabajo muestra procesos mutacionales en las células de cáncer colorrectal que no se observan en las células sanas, lo que incrementa de forma muy significativa la tasa mutacional de los tumores cuando se comparan con las células normales. Una situación, además, que da lugar a una diversidad genética enorme entre los tumores. Ya sabíamos que los cánceres contienen ‘subclones’, pero esta es la primera vez que se muestra que cada célula que hay en el tumor es diferente».
Genéticamente ‘exclusivas’
El objetivo del estudio fue analizar los procesos mutacionales que tienen lugar en los tumores colorrectales con el objetivo de identificar una diana para su prevención o su tratamiento. Y para ello, los autores tomaron muestras celulares de tres pacientes diagnosticados de la enfermedad. Y no solo de células de diferentes áreas –hasta cuatro– de los tumores, sino también de células madre del intestino completamente sanas. Sin embargo, no analizaron directamente las muestras celulares, sino que cultivaron cada célula individual para crear ‘organoides’ –esto es, estructuras tridimensionales que imitan lo que sucede en un órgano, en este caso un intestino– con los que ‘amplificar’ cada una de las células y, así, facilitar su estudio.
Como indica Hans Clevers, director de la investigación, «previamente a nuestro trabajo, los organoides nunca se habían utilizado para el estudio de células individuales. Lo que hemos hecho ha sido aislar múltiples células individuales de los tumores y promover su crecimiento como ‘mini-intestinos’ tridimensionales, lo que nos ha permitido estudiar cada una de las células sin los errores de los métodos convencionales para el estudio de células individuales. Así, y por primera vez, hemos podido llevar a cabo una comparación integral de las células individuales normales y tumorales del mismo tipo de tejido, tomadas al mismo tiempo y de la misma persona, y observar cómo se ha desarrollado el cáncer».
Los resultados mostraron que las células tumorales contienen muchas más mutaciones que las sanas. Algo totalmente predecible. Pero aún hay más. También muestran que todas las células tumorales presentan unas características genéticas diferentes. Es decir, dentro del tumor de un paciente, cada célula de cáncer colorrectal tiene un contenido genético ‘exclusivo’.
Como apuntan los autores, «nuestro trabajo muestra que los procesos mutacionales en las células cancerígenas son muy diferentes de los que tienen lugar en las células sanas, y que el incremento en la tasa mutacional parece ser una característica común de los tumores del tracto colorrectal. Además, los resultados sugieren que la tasa de mutación comienza a cambiar muchos años antes de que el cáncer sea diagnosticado. Una ventana de tiempo que podría facilitar el diagnóstico temprano de la enfermedad, para lo cual sería necesario poder identificar de forma precoz el aumento de la tasa mutacional celular».
Terapias más específicas
En definitiva, los tumores de cáncer colorrectal no solo generan ‘subclones’ con los que acaban logrando evitar los efectos de los tratamientos. Cada célula tumoral tiene unas características genéticas únicas, lo que implica que el abordaje del cáncer colorrectal pueda requerir el uso de terapias aún más específicas.
Como concluye Mike Stratton, co-autor de la investigación, «nuestro trabajo ofrece un conocimiento fundamental sobre la forma en la que se desarrolla el cáncer. Al estudiar los patrones de las mutaciones de las células individuales sanas y tumorales, podemos saber qué procesos mutacionales han tenido lugar y ver qué los ha causado. La ampliación de nuestro conocimiento sobre el origen de estos procesos puede ayudarnos a descubrir nuevos factores de riesgo con objeto de reducir la incidencia de cáncer. Y asimismo, también nos coloca en una mejor posición para el diseño de fármacos que actúen de forma dirigida sobre cada proceso mutacional específico».