Fuente: La Razón
Médicos de Estados Unidos han logrado lo que parecía imposible: acabar con un cáncer con metástasis que había sido calificado como incurable. Un estudio publicado por la revista británica «Nature Medicine» y realizado por científicos del Instituto del Cáncer y del Instituto de Salud de Estados Unidos revela que los facultativos de un hospital de Florida lograron sanar a una paciente que padecía un cáncer de mama muy avanzado que ya se había propagado a otras zonas de su cuerpo, entre ellas al hígado. Para ello utilizaron sus propias células T –un tipo de células inmunes–, las mismas que ya habían atacado el tumor sin éxito mientras le suministraban un tratamiento convencional con quimioterapia. Aunque solo le habían dado tres años de esperanza de vida, la mujer lleva ya dos sin rastro de cáncer en su cuerpo.
Los facultativos comenzaron extrayendo pequeñas piezas del tejido del tumor y analizando su ADN en busca de mutaciones, en concreto de las responsables de alteraciones en cuatro genes que provocaban la producción de una cantidad anormal de proteínas. Después, los doctores tomaron células T, o timocitos, del sistema inmunológico de la paciente que ya habían atacado el tumor sin éxito. Después de conseguir que crecieran millones de células idénticas en el laboratorio identificaron las más efectivas para destruir el tumor. Los facultativos inyectaron 80 billones de timocitos junto con pembrolizumab, el medicamento usado con mayor frecuencia en la actualidad para el tratamiento del cáncer. Y funcionó.
«Mi estado se estaba deteriorando mucho hasta el final, tanto que el tumor me estaba presionando un nervio y me pasaba el tiempo intentando no moverme para evitar que el dolor paralizara mi brazo. Me había rendido», explica Judy Perkins, la paciente que recibió el tratamiento. Esta ingeniera estadounidense de 49 años fue seleccionada para recibir este procedimiento después de que varias rondas de quimioterapia fallasen en su propósito de detener el crecimiento del tumor.
«Después de que el tratamiento acabase con el cáncer podía hacer caminatas de 40 millas», subraya, y añade que en el momento en el que aceptó este nuevo procedimiento experimental ya había renunciado a su trabajo: «Tenía una lista de cosas que hacer antes de morir, entre ellas ir al Gran Cañón. Ahora vuelvo a tener una vida normal».
Esta terapia innovadora arroja luz sobre el tratamiento de los cánceres más difíciles de erradicar, pero los científicos advierten de que por el momento se trata de un caso aislado. Aún así, ya se están programando nuevos ensayos clínicos a gran escala para tratar de probar su eficacia y perfeccionarlo. Además, los científicos tratan ahora de que este innovador tratamiento se pueda aplicar también al tratamiento de otros de los cánceres más agresivos, entre ellos los de ovario y próstata.
Sin embargo, los expertos también advierten de que los altos costes que acarrea el procedimiento, además de su complejidad, pueden suponer un problema que frene su desarrollo. Asimismo, los médicos deberían ser capaces de encontrar en todos los casos el número suficiente de células inmunes como para que el tratamiento sea efectivo. Por ello, los científicos concluyen que la metástasis aún sigue siendo «incurable», y que este avance no se podrá aplicar, al menos por el momento, a todos los pacientes afectados.
Hasta ahora, el medicamento más utilizado por protocolo era el pembrolizumab a pesar de que no había demostrado ser muy eficaz a la hora de atacar tumores en el pecho, sobre todo en los casos en los que la enfermedad estaba muy avanzada. La dificultad de curar este tipo de cáncer reside en que presenta un número pequeño de mutaciones, lo que impide que el sistema inmune localice los tejidos que están infectados.