Fuente: ABC
El pasado 2017 se diagnosticaron en nuestro país 28.645 nuevos casos de cáncer de pulmón, tipo de tumor que, responsable solo en 2016 del deceso de hasta 22.187 españoles, presenta la mayor mortalidad asociada a cualquier enfermedad oncológica. De hecho, y cada año, los fallecimientos provocados por este tumor –más de 1,8 millones en todo el mundo– superan a los que causan conjuntamente los cánceres de mama, próstata y colorrectal. La razón para esta elevada mortalidad se explica fundamentalmente por el retraso en el diagnóstico de la enfermedad. Y es que cuanto más se demora la detección –o lo que es lo mismo, cuanto más ha progresado el tumor–, menor es la eficacia de los tratamientos. De ahí la importancia, vital, de diagnosticar precozmente el cáncer de pulmón. Y, mejor aún, de ‘anticipar’ que personas acabarán desarrollándolo. Lo que parece haber logrado un equipo internacional de científicos dirigido por investigadores de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC). Y para ello solo hay que tomar una muestra de sangre.
Como explica Mattias Johansson, co-autor de esta investigación publicada en la revista «JAMA Oncology», «mediante la combinación del análisis de cuatro biomarcadores proteicos y la información sobre el hábito tabáquico, hemos sido capaces de identificar el 63% de los futuros casos de cáncer de pulmón entre la población fumadora y ex fumadora. Un porcentaje, por tanto, superior al 42% que se logra con los actuales criterios de selección para el cribado por pruebas de imagen en Estados Unidos».
Mirar en la sangre
Las guías del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos (USPSTF) recomiendan la realización de pruebas de imagen por tomografía computarizada en todos los adultos con edades comprendidas entre los 55 y los 80 años y antecedentes de tabaquismo –consumo de un mínimo de 30 cajetillas anuales durante los últimos 15 años–. Tanto fumadores como ex fumadores. Y es que el tabaco es responsable de hasta un 90% de los casos de cáncer de pulmón. Así, de lo que se trata con estas pruebas de imagen es de evaluar el daño causado por el tabaco en los pulmones y predecir qué fumadores –y ex fumadores– acabarán desarrollando un tumor. Lo cual se logra en un 42% de los casos. Pero, ¿no hay una manera de identificar a la población en riesgo sin tener que someterla a radiación, aunque sea a dosis bajas? Y a ser posible, ¿con una mayor eficacia?
El objetivo del nuevo estudio fue evaluar si el análisis de moléculas presentes en la sangre –o lo que es lo mismo, una ‘biopsia líquida’– puede facilitar la identificación de las personas fumadoras y ex fumadoras que padecerán un cáncer de pulmón en el futuro. Y para ello, los autores analizaron las muestras sangre tomadas a 108 adultos fumadores a los que se diagnosticó un cáncer de pulmón en los 12 meses siguientes a la extracción sanguínea y las compararon con las de otras 216 personas que, igualmente fumadoras, no desarrollaron el tumor –el consabido ‘grupo control’–. ¿Y qué pasó? Pues que de acuerdo con los resultados, los pacientes que acabaron padeciendo el cáncer tenían unos niveles anómalos de cuatro proteínas en la sangre: la ‘forma precursora de la proteína surfactante B’ (Pro-SFTPB), el ‘antígeno del cáncer 125’ (CA125), el ‘fragmento de citoqueratina 19’ (CYFRA 21-1), y el ‘antígeno carcinoembrionario’ (CEA).
Como indica Sam Hanash, co-autor de la investigación, «en nuestro trabajo hemos comparado fumadores con cáncer de pulmón con fumadores que no tenían este tumor, y hemos visto que hay diferencias entre los biomarcadores de ambos grupos. Por tanto, se trata de unas diferencias que no tienen que ver únicamente con el tabaco. De hecho, cuando comparamos los casos de cáncer con la población general, volvimos a encontrar las mismas diferencias en los biomarcadores».
Por tanto, y una vez identificadas estas cuatro proteínas o ‘biomarcadores’, el siguiente paso fue confirmar su utilidad para predecir los futuros casos de cáncer de pulmón. Y para ello, los autores analizaron las muestras sanguíneas de 63 pacientes con antecedentes de tabaquismo a los que también se les diagnosticó un cáncer de pulmón en el plazo de un año desde la extracción de sangre y las compararon con las de otras 90 personas que, igualmente fumadoras o ex fumadoras, no padecían un tumor pulmonar. Y de acuerdo con los resultados, la evaluación de estos cuatro biomarcadores permitió identificar al 63% de los pacientes que acabaron sufriendo el cáncer.
No hay que fumar
En definitiva, la nueva biopsia líquida permite identificar a la población en muy alto riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Y con mayor precisión que las pruebas que, como ocurre con las de imagen, solo se basan en los antecedentes de tabaquismo. Entonces, y una vez se detecte una alteración en los niveles de los biomarcadores, ¿los pacientes no deberán someterse a la tomografía computarizada? Pues sí, dado que debe confirmarse este riesgo por pruebas de imagen. Pero en caso de que la biopsia líquida arroje un resultado negativo, se podría evitar que el fumador –o ex fumador– tenga que ser irradiado. Sea como fuere, lo que hay que hacer es, simple y llanamente, no fumar.
Como concluye Christopher Wild, director del IARC, «la mejor manera para reducir el riesgo de padecer un cáncer de pulmón es evitar el tabaco, pero entre los fumadores y ex fumadores en alto riesgo, la detección precoz juega un papel clave a la hora de reducir las muertes por esta enfermedad. En este contexto, los resultados alcanzados con estos biomarcadores ofrecen nuevas oportunidades para mejorar la supervivencia de los pacientes con cáncer de pulmón».