Los errores de medicación matan y provocan daños en la salud a millones de personas en todo el mundo.

FUENTE: El País

Los errores de medicación matan y provocan daños en la salud a millones de personas en todo el mundo. De hecho, entre todos los tipos de errores que se producen en los sistemas sanitarios del planeta, los errores por medicación son uno de los más frecuentes (alrededor del 20 % de todos ellos, según varios estudios) y suponen, por tanto, un problema importante de salud pública. De hecho, solo en el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, se estima que se producen 237 millones de errores de medicación cada año, con cientos de muertes provocadas por efectos adversos a medicamentos que se podrían haber evitado.

Dentro de todos los errores por medicación en Estados Unidos, el 25% de ellos ocurren por confusión en los nombres y un 33% por confusión en el envase y/o etiquetado. Aunque estas cifras varíen según el país en el que tenga lugar el estudio, sabemos que estos factores tienen un papel esencial en la correcta o incorrecta prescripción, dispensación y administración de medicamentos. Así, una encuesta realizada en Francia sobre cómo identifican los pacientes sus medicamentos reveló que el 70 % de ellos recurren al nombre y el resto se guía por su apariencia. Este comportamiento pone en evidencia un detalle que suele pasar desapercibido: las apariencias de los medicamentos importan porque multitud de personas se guían por ellos para reconocerlos.

Con la llegada, a España en el año 2011, de la prescripción por principio activo y no por marca, se dio un importante paso adelante en la prescripción racional de medicamentos, con un ahorro sustancioso para las arcas públicas. Sin embargo, fue al mismo tiempo una oportunidad ideal perdida para solucionar un problema constante en nuestra sanidad: Un mismo medicamento (principio activo y dosis) puede tener multitud de presentaciones (apariencias) diferentes en sus cajas, envases, blísteres, comprimidos o cápsulas según la marca y empresa farmacéutica y, viceversa, medicamentos muy diferentes pueden tener apariencias muy similares en los elementos anteriores. En nuestro país, el caso más pintoresco es el del conocido protector gástrico omeprazol. Existen más de 70 cajas diferentes (con gran variedad en sus apariencias) solo para este medicamento. Además, también existen otros muchos medicamentos muy comunes con decenas de apariencias diferentes. De esta forma, por ejemplo, un paciente que esté tomando 4 medicamentos como omeprazol, enalapril, indapamida y paracetamol podría recibir la friolera cantidad de 811.800 combinaciones de cajas con diferente aspecto.

Este espectáculo de colores, formas y diseños en medicamentos iguales (y viceversa, medicamentos diferentes que parecen iguales) no es un detalle irrelevante. Es de sobra conocido, especialmente por los profesionales de la sanidad, que lo anterior provoca confusión entre pacientes y sanitarios, induciendo a errores en la medicación. Sobre todo entre ancianos, personas con deterioro cognitivo/sensorial, bajo nivel educativo y de lectura o trastornos mentales. Jesús Palacio, médico de familia y miembro del Grupo de Seguridad del Paciente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC), explica más detalles sobre el tema: "Cuando a un paciente se le cambia el aspecto de la medicación que toma, la adherencia al tratamiento disminuye y la posibilidad de errores de medicación aumenta. Este es un hecho bien conocido internacionalmente, documentado en estudios y alertado por instituciones de uso seguro del medicamento, seguridad del paciente y agencias reguladoras."

Precisamente por ello, multitud de profesionales sanitarios y múltiples sociedades médicas y de enfermería en España llevan exigiendo una solución al respecto durante muchos años con el lema: "Si son iguales, que parezcan iguales". En otras palabras, se defiende la isoapariencia: si dos medicamentos son iguales (mismo principio activo y dosis), que su apariencia sea la misma. Además, si dos medicamentos son diferentes, que parezcan diferentes. La idea es sencilla y se han propuesto medidas concretas como reservar una de las caras de mayor tamaño de las cajas de medicamentos para dejar un fondo blanco con la información esencial del medicamento, que ya deben incluir por ley: la composición, la dosis y el número de dosis. De esta forma, las posibilidades de confusión disminuirían considerablemente.

Desafortunadamente, las empresas farmacéuticas no son partidarias de tal medida, pues supone restar visibilidad y protagonismo a sus respectivas marcas. Precisamente, una de las principales razones por las que las cajas tienen apariencias tan diferentes es por una mera estrategia de marketing: las farmacéuticas buscan diferenciarse por sus diseños. Aun así, tal interés económico debería pesar mucho menos que el interés por disminuir los errores de medicación que, no lo olvidemos, provocan enfermedades y muertes.

Los errores de medicación por apariencias engañosas rara vez tienen repercusión mediática, pero son muy comunes. De hecho, existe el Instituto para el Uso Seguro de Medicamentosque se encarga, entre otras tareas, de alertar y notificar con frecuencia a los profesionales sanitarios de los riesgos de confusión de determinados medicamentos. Además, también mantienen listas actualizadas de nombres similares de medicamentos que se prestan a confusión.

Solo en ocasiones, cuando las apariencias de los medicamentos confunden hasta el extremo de provocar la muerte, los medios de comunicación se hacen eco del asunto. Es lo que ocurrió en 2013, cuando dos enfermeros del Hospital Infanta Cristina de Parla confundieron suero glucosado hipertónico al 20 % con suero salino, lo que provocó la muerte de la paciente tratada al recibir el suero equivocado. Como pueden comprobar por las fotos de dichos sueros, su aspecto era "fácilmente confundible", como así dictaba la sentencia que condenaba a ambos de homicidio imprudente.

Casos así son solo la punta más visible del iceberg. Cuando las apariencias de los medicamentos engañan, quienes suelen ser caer en la confusión son los propios pacientes a la hora de tomar sus medicamentos y esto rara vez llega a conocerse. Lamentablemente, parece que, por el momento, no existe voluntad política para solucionar este problema sanitario, aun cuando solo supone una cuestión de cambio de diseño de medicamentos. Mientras tanto, diversos movimientos como Stop errores de medicación y Sano y Salvo tratan de concienciar y alertar a la población y a profesionales sanitarios sobre este asunto.

Farmacias abiertas y de urgencia más cercanas