El aumento de la temperatura provoca que las plantas tengan polinizaciones más largas, y contaminantes como el diésel de los motores empeoran los síntomas, sobre todo en las ciudades

FUENTE: Información

 

El aumento de las temperaturas por el cambio climático unido a un incremento de la contaminación por CO2 y la combustión de motores diésel han creado una tormenta perfecta para las personas alérgicas al polen, que sufren episodios más virulentos y más largos. «En las consultas notamos que las temporadas de las alergias se alargan más en el tiempo», explica Francisco Javier Hernández, responsable del servicio de Alergología del Hospital General de Alicante. El calor y el CO2 favorecen que las plantas hagan polinizaciones más largas, por lo que el periodo de exposición de los alérgicos al polen también aumenta.

Un ejemplo son los casos de alergia a la salsola, una planta muy común en nuestra zona que crece en descampados y en terrenos abandonados. Las alergias al polen de esta especie comienzan ahora «y en los últimos años estamos viendo como se alargan más en el tiempo, hasta bien entrado noviembre».

Desde la Sociedad Española de Alergología recuerdan que las partículas eliminadas en la combustión de motores diésel y por las calefacciones en las ciudades crean un ambiente hostil a las plantas y éstas, para defenderse, producen proteínas de estrés que hacen más agresivos a los pólenes de zonas contaminadas, ocasionando una mayor alergenicidad. El alergólogo del Hospital General de Alicante Víctor Soriano recuerda que las alergias al polen «son más frecuentes en la ciudad que en el campo». Además del cambio climático, con el consiguiente aumento de las temperaturas, uno de los factores que más contribuye al empeoramiento de las alergias es la contaminación que provocan los vehículos diésel. Estos motores, recuerda Soriano, «emiten partículas que hacen que el polen, que es transportado por el viento, permanezca más tiempo en suspensión y por lo tanto la gente lo inhale durante un periodo más prolongado». Otro efecto de los motores diésel es que fragmentan el polen, «y hace que penetre más fácilmente por la nariz o los ojos».

Los alérgicos de la provincia se ven especialmente afectados por cuatro tipos de pólenes: el de la salsola, el del olivo, el del ciprés y el de las gramíneas. Uno de los que más incidencia está teniendo en los últimos años sobre los alérgicos es el polen del ciprés. «Hay que tener en cuenta que hasta hace unos años estos árboles prácticamente solo se utilizaban en los cementerios», señala Soriano. Pero con la proliferación de las urbanizaciones los cipreses se utilizan cada vez más para decorar los jardines. Las consecuencias sobre los alérgicos no se han hecho esperar. «Hace 20 años solo representaba el 1% de las alergias al polen, ahora representa el 20%». Con el abandono de las tierras de cultivo y su buena adaptación a nuestro clima seco y de elevadas temperaturas la salsola también está colonizando nuestra provincia. En cuanto al polen del olivo, este es foráneo, arrastrado por el viento desde Andalucía y Castilla La Mancha. La alergia al polen de las gramíneas es, por importancia en las consultas de los especialistas de la provincia, la cuarta. Las enfermedades alérgicas afectan en España al 33% de la población y aproximadamente la mitad son alérgicos al polen. Además, la inmensa mayoría de quienes tienen alergia a un tipo de polen «también son sensibles a otros», explica Francisco Javier Hernández.

La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica recuerda que la alergia al polen puede causar síntomas agudos de asma, rinitis y conjuntivitis. También pueden inflamación interna crónica de los bronquios y la nariz y ojos.

Farmacias abiertas y de urgencia más cercanas