FUENTE: ABC
Lexi y Sally, dos amorosos labradores, y Freya, una Springer Spaniel, han demostrado que los perros pueden competir con un sofisticado laboratorio y diagnosticar la malaria olisqueando a las personas infectadas antes incluso de que ellas noten los primeros síntomas. Esta vez no es ninguna historia aislada del dueño de un can que cuenta cómo su compañero inseparable no paraba de olfatear un lunar que resultó ser un cáncer de piel u otra vivencia similar. La utilización de perros en la detección de la malaria forma parte de una investigación científica, financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates y realizada en la Escuela de Medicina Tropical de Londres.
Los resultados se dieron a conocer este lunes durante la reunión de la Sociedad Americana de Medicina Tropical e Higiene que se celebra en Nueva Orleans (Estados Unidos). Los datos, aún preliminares, muestran cómo el olfato ultrasensible de estos animales permitiría acertar en el 70 por ciento de las ocasiones, abriendo la puerta a una nueva forma de detectar precozmente infecciones tropicales con un coste económico muy bajo.
La presentada en Nueva Orleans sería la primera prueba rápida y no invasiva para diagnosticar la malaria. Y puede que sea solo el primer paso. «El potencial de entrenar perros para detectar enfermedades tropicales como la lesihmaniasis y la tripanosomiasis es enorme», asegura Claire Guest, una de las autoras del estudio, quien dijo estar «encantada con los primeros resultados».
Los perros rastreadores podrían llegar a zonas donde es difícil contar con laboratorios bien equipados. Además, al ser capaces de oler la infección antes de que se manifiesten los síntomas, daría un margen para atacar la infección y evitar su propagación. Los humanos infectados se convierten en un reservorio del parásito que causa la malaria. Así que basta con que haya mosquitos transmisores pululando que piquen a los infectados para seguir extendiendo la infección.
En las aduanas y puertos de entrada se podría contar con canes para identificar la enfermedad de la misma manera que ahora se utiliza a canes para detectar drogas en los aeropuertos. «Las personas que no sepan que están infectadas con el parásito de la malaria podrían recibir tratamiento antimalárico de forma precoz y evitar así la propagación en países que están libres de malaria», señala Steve Lindsay, del Departamento de Biociencias de la Universidad de Durham (Reino Unido).
«No se sabe cuánto tiempo el parásito permanece en el organismo sin causar la enfermedad. Algunos estudios apuntan a que podrían pasar hasta un año y durante ese tiempo el infectado puede favorecer la transmisión», advierte Carlota Dobaño, experta en malaria e investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona. De ahí el interés por hallar sistemas de detección temprana.
Eso sí no bastaría con utilizar cualquier perro. Los investigadores de la Universidad de Dundee y la Escuela de Medicina Tropical de Londres entrenaron previamente a los animales utilizados en el estudio. A Lexi, Sally y Freya les acostumbraron primero a identificar a las víctimas de la malaria olisqueando los calcetines usados de niños de entre 5 y 14 años de una región de Gambia, en África occidental, donde la malaria causa estragos.
El golden retriever Lexi y la labradora Sally fueron entrenados para distinguir entre el olor de los niños infectados y los que estaban sanos. En total, analizaron 175 muestras de calcetines, incluidas las de 30 niños con malaria que habían dado positivo en un análisis de sangre. Lexy y Sally identificaron correctamente el 70 por ciento de las muestras infectadas y también detectaron el 90 por ciento de las muestras de niños que estaban sanos. Un tercer perro, Freya, desde el inicio del estudio también fue adiestrado para convertirse en rastreador de la infección.
Ahora son perros entrenados y en el futuro podría ser un dispositivo o nariz electrónica. Carlota Dobaño recuerda cómo en el anterior congreso de la Sociedad Americana de Medicina Tropical se presentó un proyecto para identificar la malaria a través del aliento, «similar a los que utiliza tráfico en los controles de alcoholemia». Ya sea a través del sudor o el aliento, se pueden identificar moléculas diferentes que son la respuesta del organismo al párasito de la malaria o productos del propio parásito.
La malaria no es la única condición que el ultrasensible olfato canino identifica. De la misma manera que se les puede entrenar para detectar explosivos y drogas, los perros también pueden seguir un adiestramiento para oler enfermedades tan diferentes como el cáncer o la diabetes. Hasta la fecha existe constancia de estas experiencias:
Hipoglucemia: En España la Fundación Bocalán ha entrenado perros para que se adelanten a los ataques de hipoglucemia que pueden tener los enfermos de diabetes. Los animales ladran o golpean con la pata antes de que sufra el colapso. Son capaces de percibir cambios en el sudor en los enfermos. Con ese margen, pueden inyectarse insulina antes.
Epilepsia: El Hospital Infantil de Alberta ha publicado que un 15% de los perros pueden presentir un ataque epiléptico.
Narcolepsia: La Guardia Civil ha entrenado a dos de sus labradores para detectar la narcolepsia, una enfermedad que provoca un sueño súbito e incontrolable.
Cáncer: Melanoma, vejiga, ovarios y pulmón son algunos de los tumores detectables para el olfato perruno.