FUENTE: La Vanguardia
Volver a caminar tras años sentado en una silla de ruedas. Volver a dar pasos aun cuando los médicos daban por perdidas todas las esperanzas. En los últimos cuatro meses, lo que parecía un sueño se hizo realidad para Jered (29 años), David (28 años), Gert-Jan (35 años) y Sebastián (47 años). Cuatro afortunados que, a pesar de su paraplejia, han pasado de no mover ni siquiera un dedo del pie a recorrer la longitud de un estadio de fútbol. Todo gracias a un tratamiento experimental centrado en estimulación eléctrica de la médula espinal y terapia de rehabilitación intensiva. Dos ensayos clínicos que se hicieron en la Clínica Mayo (Rochester, en Estados Unidos) y en el Hospital Universitario de Lausanne (CHUV, en Suiza).
Ahora, en España un grupo de científicos del Instituto Guttmann está ultimando preparativos para iniciar el nuevo año con un estudio pionero en España basado también en la electroestimulación medular combinada con un protocolo de rehabilitación física. «Esperamos la aprobación de la Agencia Española del Medicamento -Aemps- a finales de 2018 o inicio de de 2019», apunta Jesús Benito, investigador principal.
A diferencia de los ensayos de Suiza y Estados Unidos, en lugar de realizarse mediante electrodos implantados quirúrgicamente en el espacio epidural, el español optará por un sistema menos invasivo. Se colocarán los electrodos sobre la piel, a la altura de la zona dañada que se pretende estimular. En una primera fase, argumenta el especialista en Medicina Física y Rehabilitación del Instituto Guttmann, «nos planteamos trabajar con pacientes con lesión a nivel cervical (tetraplejia) con el objetivo de recuperar al máximo la funcionalidad de sus extremidades superiores». Más adelante, «continuaremos con electroestimulación a nivel lumbar, para intentar recuperar la movilidad de las piernas».
Marc (20 años) podría ser uno de los participantes en esa segunda fase del proyecto. Hace poco más de cuatro meses, exactamente el 28 de julio, tuvo una caída accidental desde 12 metros de altura que le dejó parapléjico. «Al principio, creía que volvería a caminar porque el daño medular no afectó a mi sensibilidad al tacto, pero los médicos me explicaron que la motricidad estaba completamente dañada. Eso supone que no puedo mover las extremidades inferiores y que necesito silla de ruedas». Leer noticias como la de Jared, David, Gert-Jan y Sebastián «da un punto de esperanza, y lo hablamos a nivel informal, entre compañeros de habitación, con familiares y terapeutas», cuenta Marc. «La posibilidad de participar en un ensayo similar y recuperar la movilidad sería lo mejor que pudiera esperar».
Uno de los pacientes de Lausanne describía el hito de volver a caminar como «una sensación increíble». Un logro que anima a científicos de todo el mundo a seguir trabajando en esta misma línea: la estimulación medular con corriente eléctrica unida a la rehabilitación intensiva. «Durante muchos años de investigación ha habido numerosas líneas de investigación con alguna respuesta puntual, pero es la primera vez que centros diferentes utilizan la electroestimulación medular y hay resultados visibles y esperanzadores. Es una línea prometedora en la que hay que seguir estudiando», señala Benito.
Los últimos cuatro casos recogidos en revistas científicas del prestigio de Nature, Nature Medicine y Nature Neuroscience) se sometieron a electroestimulación medular a través de un implante inalámbrico colocado en el espacio epidural. El electrodo se conectaba a un dispositivo generador de pulsos eléctricos debajo de la piel del abdomen y se comunicaba de forma inalámbrica con un controlador externo. Sabiendo que la estimulación eléctrica de la médula espinal tiene potencial terapéutico en humanos al facilitar contracciones musculares voluntarias (aunque el uso de este dispositivo requiere el permiso expreso de la Agencia Estadounidense del Medicamento), tras la recuperación de la cirugía, los impulsos eléctricos se iban ajustando y modulado mientras los fisioterapeutas ayudaban al paciente a movilizar los músculos con tareas específicas. Es decir, no es que estos impulsos dieran lugar al movimiento sino que, con mucho entrenamiento, fueron capaces de generar el aprendizaje necesario para caminar sin necesidad de que el cerebro interviniera.
De alguna manera, estos impulsos consiguen imitar las señales que el cerebro envía de forma natural a los músculos para ejecutar movimientos voluntariamente. Incluso se observó que con una programación especial, se podía activar también el sistema propioceptivo, responsable de que el cerebro reciba la información sobre la posición y el movimiento de las distintas partes del cuerpo. Esto es lo que hace que los cambios que se producen en el cerebro durante la neuroestimulación al caminar se consoliden y al final haya recuperación funcional, de tal manera que al apagar los impulsos eléctricos, el paciente continúe con el control voluntario de sus músculos.
«El hecho de que haya cambios en la corteza cerebral durante este entrenamiento dirigido sugiere que la electroestimulación se puede usar en el proceso de rehabilitación para entrenar una función fisiológica que luego perdure», explica Antonio Oliviero, neurólogo del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, aunque conviene recordar que de momento, estos experimentos no suponen un tratamiento para ninguna persona.
No obstante, el camino que empieza a dibujarse es esperanzador y el grupo de científicos españoles del Instituto Guttmann se sumará con su próximo proyecto. Motivados por trabajos del neurobiólogo Reggie Edgerton, de la Universidad de California (Los Ángeles, California), Jesús Benito y su equipo utilizarán por primera vez en España la electroestimulación medular externa, «con electrodos colocados sobre la zona que queremos estimular y mediante esta corriente eléctrica y rehabilitación intensiva, pretendemos favorecer la recuperación de la lesión medular».
El estimulador (de unos 20x20 centímetros), desarrollado en EEUU, ya está preparado en el centro español, a la espera de recibir luz verde de la Aemps. Como explica Benito, «a través de una serie de parámetros, se individualiza el estímulo eléctrico en cada uno de los 30 pacientes del estudio para que, mediante los dos electrodos colocados en la zona cervical, se llegue hasta la médula espinal, sorteando la zona dañada y transmitiendo las señales para favorecer la movilidad de las extremidades superiores, en este caso». El plan incluye un protocolo de entrenamiento con sistemas robóticos. «Cuando a un paciente con lesión medular cervical le preguntas por la función que más quisiera recuperar, siempre elige la movilidad de las manos», dice el experto.
Uno de los investigadores que trabajaba en electroestimulación medular en EEUU era español y al regresar a Barcelona «nos pusimos en contacto y empezamos a trabajar en esta línea", cuenta Benito. La realidad es que «la estimulación externa es más asequible, tiene menos riesgos y es más fácil de aplicar». Más adelante, «si los estudios en general van dando buenas respuestas, el siguiente paso será mediante implantes para que el resultado sea más definitivo. Pensamos que la electroestimu-lación superficial podría aportar un extra a la rehabilitación convencional».
En la misma línea, el presidente de la Sociedad Española de Neurorrehabilitación, Manuel Murie, confía en que «en los próximos 15 años va a haber una revolución en el tratamiento del sistema nervioso, porque estamos obteniendo resultados que antes eran impensables».