FUENTE: Correo Farmacéutico
“La habitación me da vueltas”. Es la frase que pronuncian con mayor frecuencia los pacientes que acuden al médico porque sufren vértigo, que es la sensación irreal de desplazamiento de los objetos del entorno (vértigo objetivo), o bien de que es el paciente el que se mueve (vértigo subjetivo).
“El vértigo es un síntoma, no una enfermedad”, precisa Cecilia Pérez, especialista del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. “Puede aparecer a cualquier edad, pero es poco frecuente en la infancia y más habitual en adultos y personas mayores; depende de qué lo origine”.
No es sinónimo de mareo. Este último es un término inespecífico que engloba un amplio grupo de síntomas que incluyen visión borrosa, inestabilidad, sensación de mecerse, vértigo, balanceo…
Es un problema muy frecuente: se calcula que el 80 por ciento de la población ha sufrido algún episodio de vértigo en su vida y el vértigo y la sensación de mareo son la tercera causa de consultas en atención primaria. Aunque en la mayoría de los casos (aproximadamente en un 90 por ciento) tiene un origen benigno, es conveniente descartar que se trate de una patología grave.
En la mayoría de los casos está relacionado con alteraciones del sistema vestibular, que se encuentra en el oído interno y coordina el mantenimiento del equilibrio. “Pero no hay que olvidar que ciertos tipos de ictus pueden debutar solo con vértigo”, subraya a modo de ejemplo Pedro Amaro, director médico del Instituto Oto Vértigo, de Madrid, y coordinador de la Guía clínica sobre el diagnóstico y tratamiento del vértigo, avalada por la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl CCC) y patrocinada por Schwabe Farma Ibérica.
Un problema que debe valorar el médico
Ante la sensación de mareo o vértigo es conveniente acudir al médico para que pueda valorar -con exploración y pruebas diagnósticas- si se trata de una enfermedad del sistema vestibular del oído interno o tiene una causa neurológica, potencialmente más grave. Amaro calcula que alrededor de un 60 por ciento de los casos de vértigo tienen su origen en el oído, el 30 por ciento responden a causas neurológicas y el resto se debe a otras patologías, como las cardiacas. “Finalmente, hay también un porcentaje pequeño de pacientes en los que no identificamos cuál es la causa”, añade.
Principales tipos de vértigo
Las entidades médicas relacionadas con el vértigo son muchas: vértigo posicional paroxístico benigno, migraña vestibular, enfermedad de Ménière, vestibulopatía bilateral, neuritis vestibular… Estos son algunos de los más frecuentes:
Vértigo posicional paroxístico benigno
Es con diferencia el más habitual. En la mayoría de los casos no llega a saberse por qué aparece, pero sí que se conocen los mecanismos que lo generan: unas partículas de carbonato cálcico que se encuentran en el oído interno, denominadas otoconias, se desplazan desde su posición natural hacia la estructura que se conoce como conductos semicirculares. Cuando el afectado cambia de posición la cabeza, las otoconias se desplazan dentro de los conductos, lo que genera una información errónea de movimiento (vértigo).
Quienes lo padecen suelen experimentar la sensación de vértigo cuando se tumban o se giran en la cama, o bien cuando levantan la cabeza para coger algo de un estante. Amaro señala que estos síntomas suelen achacarse de forma errónea, “incluso dentro del mundo médico, a un problema de columna cervical”. Sin embargo, una vez que se diagnostica correctamente, “es el vértigo con mejor tasa de curación”.
El tratamiento consiste, tal y como expone Pérez, en “realizar unas maniobras de reposición, que dependerán del canal semicircular del paciente”. Se trata de unos movimientos de la cabeza del paciente que generalmente efectúa el otorrinolaringólogo, pero también algunos neurólogos. Estas maniobras son muy eficaces, aunque el problema se repite en aproximadamente un 30 por ciento de los pacientes. “Algunos de ellos pueden tener varias repeticiones a lo largo de los años, pero su situación se acaba normalizando”, aclara Amaro.
Enfermedad de Ménière
La enfermedad de Ménière es una patología crónica del oído interno con una incidencia de unos tres o cuatro casos por 100.000 habitantes al año. Se caracteriza por cuatro síntomas:
Se desconoce la causa de esta dolencia cuyo tratamiento se basa, fundamentalmente, en la administración de distintos fármacos para las crisis, como sedantes vestibulares, corticoides, antieméticos (para las náuseas y vómitos). “Y cuando el paciente no responde a estas terapias es cuando se plantea el empleo de tratamientos intratimpánicos o de cirugía”, indica Pérez.
Neuritis vestibular
La neuritis vestibular es una inflamación de origen vírico. Los pacientes experimentan un vértigo intenso que dura días. “La parte buena es que, una vez que el paciente recupera la normalidad, no suele repetirse”, alega Amaro. La administración de medicamentos como los corticoides ayuda a la recuperación.
Migraña vestibular
La migraña vestibular es una enfermedad cuyo diagnóstico puede resultar complicado por la gran variedad de presentaciones. De forma simplificada, podría definirse como la suma de migraña y vértigo y los criterios diagnósticos elaborados por las sociedades científicas hacen referencia al número, la intensidad y las características tanto de los síntomas propios de la migraña (dolor de cabeza y otras manifestaciones) y de la patología vestibular (vértigo sobre todo). Para tratar este problema resultan bastante eficaces los fármacos antimigrañosos.
Asimismo, en ciertos pacientes puede resultar útil la rehabilitación vestibular. Se trata de ejercicios físicos que realiza el propio paciente siguiendo las instrucciones del profesional sanitario y que también resultan útiles en otras patologías del sistema vestibular.
¿El vértigo se puede prevenir?
Los expertos recalcan que, en términos generales, no existen tratamientos preventivos para el vértigo ni factores de riesgo claros que permitan predecir su aparición. Pérez comenta que a los pacientes con enfermedad de Ménière se les recomienda seguir una dieta “con poca sal, poca cafeína y sin estimulantes, que no evita las crisis, pero sí disminuye los episodios”. Por lo tanto, no estaríamos ante una forma de prevención primaria.
En cuanto al vértigo posicional, señala que algunos estudios lo han relacionado con un déficit de vitamina D, pero es algo que “no está muy claro”. Este tipo de vértigo benigno también se ha asociado con los traumatismos, como el latigazo cervical característico de los accidentes de tráfico.
Impacto psicológico
El hecho de que el vértigo sea en la mayor parte de los casos de origen benigno y se pueda controlar con éxito no debe llevar a relativizar su impacto. Tiene una gran repercusión psicológica, y cuando los episodios persisten resulta muy incapacitante desde el punto de vista sociolaboral, con bajas de larga duración, e incluso, incapacidad permanente.
“Algunos pacientes llegan al extremo de no querer salir de casa ni hacer ninguna actividad por si les aparece”, resalta Amaro. “No mata, pero duele mucho”. Muchos afectados desarrollan ansiedad y depresión secundarias cuando no se trata de forma adecuada.