FUENTE: ABC
Los factores que influyen en la salud de nuestros vasos sanguíneos, como el tabaquismo, la tensión arterial elavada y la presión del pulso, la obesidad y la diabetes, están vinculados a cerebros menos sanos. Lo ha visto una investigación publicada hoy lunes en «European Heart Journal» que ha examinado las asociaciones entre siete factores de riesgo vascular y las diferencias en las estructuras de partes del cerebro. Los vínculos más fuertes se observaron en áreas del cerebro que se sabe que son responsables de las habilidades de pensamiento más complejas, y que se deterioran durante el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer y la demencia.
Los investigadores, dirigidos por Simon Cox, de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), examinaron las imágenes de resonancia magnética de los cerebros de 9.772 personas, con edades entre 44 y 79 años, que se inscribieron en el estudio del Biobanco de Reino Unido -uno de los resgistros más grandes de personas que tiene datos disponibles sobre imágenes cerebrales-, así como información médica y de salud general.
A todas las personas se les había realizado un solo escáner. Este es el estudio de escáner único más grande del mundo sobre múltiples factores de riesgo vascular e imágenes cerebrales estructurales, según destacan los investigadores.
Los científicos buscaron asociaciones entre la estructura cerebral y uno o más factores de riesgo vascular, que incluían tabaquismo, presión arterial alta, presión del pulso alto, diabetes, niveles altos de colesterol y obesidad, según lo medido por el índice de masa corporal (IMC) y la relación cintura-cadera. Todos se han relacionado con complicaciones con el suministro de sangre al cerebro, lo que podría llevar a una reducción del flujo sanguíneo y los cambios anormales observados en la enfermedad de Alzheimer.
Encontraron que, con la excepción de los niveles altos de colesterol, todos los otros factores de riesgo vascular estaban relacionados con una mayor contracción del cerebro, menos materia gris -tejido que se encuentra principalmente en la superficie del cerebro- y materia blanca menos saludable -tejido en partes más profundas del cerebro-. Cuanto más factores de riesgo vascular tenía una persona, más pobre era la salud de su cerebro.
«La gran muestra del Biobanco de Reino Unido nos permitió analizar cómo cada factor estaba relacionado con muchos aspectos de la estructura cerebral», señala Cox. Además, hemos descubierto que «un mayor riesgo vascular está asociado con una peor estructura cerebral, incluso en adultos que de otra manera estaban sanos. Estos vínculos fueron tan fuertes para las personas de mediana edad como para las de edad avanzada, y la suma de cada factor de riesgo incrementaba el tamaño de la vinculación con una peor salud cerebral».
Tabaco, hipertensión arterial y diabetes fueron los tres factores de riesgo vascular que mostraron las asociaciones más consistentes en todos los tipos de tejidos cerebrales medidos. Sin embargo, los niveles altos de colesterol no se relacionaron con ninguna diferencia en las imágenes por resonancia magnética.
Tal y como subraya este investigador «destaca que las asociaciones entre los factores de riesgo y la salud y la estructura del cerebro no se distribuyeron de manera uniforme en todo el cerebro; más bien, las áreas afectadas fueron principalmente aquellas relacionadas con nuestras habilidades de pensamiento más complejas y aquellas áreas que muestran cambios en la demencia y la enfermedad de Alzheimer típica». Y, aunque las diferencias en la estructura del cerebro en general eran bastante pequeñas, continúa, «estos son solo algunos factores posibles de una gran cantidad de cosas que podrían afectar al envejecimiento cerebral».
Para los investigadores lo positivo de su trabajo es que siempre se pueden hacer cambbios en el estilo de vida para mejorar el deterioro cerebral y cognitivo. «Los factores del estilo de vida son mucho más fáciles de cambiar que, por ejemplo, los genes, ya que ambos parecen afectar a la susceptibilidad a un peor envejecimiento cerebral y cognitivo. Debido a que descubrimos que las asociaciones eran tan fuertes en la mediana edad como más adelante, sugiere que abordar estos factores de manera temprana podría mitigar los efectos negativos futuros».
Y concluye. «Estos resultados podrían proporcionar una motivación adicional para mejorar la salud vascular más allá de los beneficios respiratorios y cardiovasculares».
Los autores reconocen algunas limitaciones en su trabajo: no incluye a personas mayores de 79 años y los participantes en el Biobanco de Reino Unido tienden a vivir en áreas menos desfavorecidas, lo que puede restringir la forma en que se pueden extrapolar los resultados a otras poblaciones.
Además, debido a que en el estudio solo valoraban las estructuras cerebrales y no se realizaban imágenes cerebrales funcionales o pruebas de habilidades de pensamiento, no se puede mostrar en este estudio cómo los cambios en la estructura cerebral podrían afectar a la función cognitiva. Sin embargo, aseguran, otros estudios han demostrado la relación entre un mayor número de factores de riesgo vascular y peores o decrecientes habilidades de pensamiento y demencia.
El siguiente paso de los investigadores es evaluar los vínculos entre los factores de riesgo vascular y las habilidades de pensamiento en los participantes del Biobanco de Reino Unido pero también en otros grupos poblacionasles.
Además, están analizando en el tiempo a personas mayores y realizando múltiples exploraciones y pruebas de habilidades de pensamiento. Toda esta información, afirman, aportará más información sobre el papel que juegan los factores de riesgo vascular en la reducción de los diferentes tipos de habilidades de pensamiento y en qué áreas del cerebro están implicadas.
Por último, esperan que estos hallazgos conduzcan al desarrrollo futuro de investigaciones cuyo objetivo sea comprender los mecanismos biológicos por los que diferentes fuentes de riesgo vascular podrían estar relacionadas con distintas áreas del cerebro y tejidos.