FUENTE: El País
Ligeros temblores y cambios en la postura, en la forma de caminar o en las expresiones faciales son los primeros síntomas del párkinson, una enfermedad que en España afecta a unas 150.000 personas. Las estadisticas añaden en torno a 10.000 nuevos casos cada año, pero los enfermos son muchos más; un 28% de los afectados podría estar sin diagnosticar, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Se trata de la segunda dolencia neurodegenerativa más frecuente, por detrás del alzhéimer, y "las cifras podrían triplicarse en los próximos 30 años", apunta el coordinador del grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN, Pablo Mir.
A medida que la enfermedad evoluciona, los síntomas se agudizan y empiezan a aparecer otros nuevos, como el de la rigidez de los miembros, similar a la de las personas que sufren artritis, describe la Fundación Parkinson en su página web.
Desde la Sociedad Española de Neurología señalan que la primera manifestación del párkinson, que afecta a un 40% de los casos, es la depresión, aunque también puede manifestarse en problemas de memoria, estreñimiento, pérdida de olfato, alteraciones urinarias, disfunción sexual y, de forma muy habitual, en trastornos del sueño.
La enfermedad de Parkinson está muy relacionada con un perfil de personas mayores porque un 70% de los diagnósticos se hacen a pacientes mayores de 65 años. Sin embargo, un 15% de los diagnósticos son en enfermos que tienen menos de 50 años, e incluso en las etapas de la infancia y la adolescencia, aseguran desde la SEN.
"Los factores que llevan a una persona a desarrollar la enfermedad aún no están claros", asegura el Mir. Por lo que se conoce, el principal es la edad, pero también parece haber un componente genético (un 5% de los casos): "Ya han sido descritas 22 mutaciones que pueden explicar hasta un 30% de las formas familiares y un 5% de las formas esporádicas", dicen desde la SEN.
También el sexo influye en el curso de esta enfermedad neurodegenerativa,"las mujeres suelen presentar una tipología más benigna", lo que se traduce en que el empeoramiento es más lento. La literatura científica también ha relacionado el mal de Parkinson con la exposición a elementos tóxicos y a traumatismos craneoencefálicos.
Como ocurre con el alzhéimer, no existe una cura, por lo que es fundamental un diagnóstico temprano. "Es un requisito fundamental para mejorar la calidad de vida del paciente. Contamos con tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que ha resultado de gran utilidad, sobre todo en etapas tempranas de la enfermedad, tanto para los síntomas motores como los no motores", concluye el experto.