FUENTE: La Razón
El supuesto es de manual. El verano ya está encima y la “operación bikini” sigue pegando fuerte entre régimen y régimen. La idea es muy clara: adelgazar para lucir palmito en la playa. Pero, claro, el reto se vuelve un tanto complicado entre tanta tentación. Por eso, lo más seguro es que, en vez de privarse de algunas de ellas, intente adaptarlas para hacerlas más saludables. El caso más evidente, el del gin-tonic. ¿Quién no hay acudido a los refrescos “light” o “zero” para engordar menos? La realidad es que, aunque la industria se haya empeñado en verlos como la panacea para un estilo de vida “healthy”, numerosos estudios reflejan los efectos perjudiciales de los mismos en el organismo. El último de ellos es el publicado por el “Canadian Medical Association Journal”, que relaciona el consumo frecuente de los edulcorantes artificiales que se utilizan parar prepararlos (aspartamo, estevia y sucralosa) con el aumento del peso, los problemas del corazóny la diabetes.
“Estos endulzantes son una alternativa para la reducción paulatina del azúcar en nuestra dieta, aunque tampoco es demasiado positivo mantener su consumo a largo plazo”, subraya Mario Sánchez, tecnólogo de alimentos y creador del blog Sefifood. La hipotética ventaja de estas bebidas se centra en la ausencia de calorías vacías que, entre otras cosas, están asociadas al riesgo de padecer obesidad. De esta forma, parece que optar por estas versiones sin azúcar darían lugar a un balance energético negativo, por lo que se adelgazaría, pero no es del todo así. “Su consumo está vinculado a la subida de peso. Los edulcorantes modifican el umbral del dulzor, haciendo que cada vez dependamos más de ellos y que nuestro apetito se estimule ante otros productos menos sanos”. Así lo recoge un estudio publicado por la revista “Diabetes care”, de la Asociación Americana de Diabetes. Éste explica que estas sustancias artificiales preparan al cuerpo para recibir dosis de azúcar que finalmente nunca llegan. Por lo que esta confusión hace que el organismo se ralentice y queme menos energía.
El resultado es, en consecuencia, el contrario al deseado: se incita al cuerpo a tomar más azúcar para suplir la dosis que no ha recibido. Lo que, entre otras cosas, acaba aumentando el tamaño de la cintura. “Su ingesta puede afectar negativamente a la deposición de grasa visceral, un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares”, advierte una investigación publicada en la revista “Plos One”, de la Public Library of Science. Algo que también comparte Santiago Delgado, experto en innovación dietética de la Clínica Santa Marta de La Coruña. “No hay azúcar, pero se segrega igualmente insulina de manera innecesaria. El estrés que sufre el páncreas lleva, también, a unos resultados en el test de glucosa y de enzimas hepáticas mucho peores”. Además, tal y como alerta el “American Journal of Clinical Nutrition”, los refrescos “light” o “zero” aumentan más el riesgo de sufrir diabetes que los que tienen azúcar, pues sus edulcorantes son más adictivos y favorecen su mayor consumo.