En la mayoría de casos el ojo operado no es doloroso y la recuperación visual es progresiva y relativamente rápida.

FUENTE: 20 minutos

Cuando uno oye hablar de trasplantes siempre piensa en órganos vitales de mayor tamaño como el riñón, el hígado o el corazón. Pero a veces los ojos, o más en concreto las córneas, también requieren este tipo de intervenciones para preservar una correcta visión.

La córnea es el tejido situado en la parte anterior del ojo, y suele actuar comoescudo protector del mismo frente al polvo, gérmenes y otros posibles riesgos. Su principal característica es la transparencia, una palabra muy de moda hoy en día en el ámbito político y que, en el caso de esta parte del ojo, es clave para permitir el paso de la luz y la imagen al interior. Pero esta transparencia falla ocasionando problemas de visión que requieren de la solidaridad de otros para resolverse.

Hablamos del trasplante de córnea, una intervención cada vez más habitual en España, sobre todo desde que la laureada Organización Nacional de Trasplantes (ONT) pusiera en marcha en 2016 un plan nacional para alcanzar los 5.000 donantes de tejido corneal en 2020. El objetivo, según explicó entonces este organismo perteneciente al Ministerio de Sanidad, era lograr la "autosuficiencia" para cubrir la demanda de córneas como consecuencia del envejecimiento de la población y las nuevas modalidades de trasplante que han ido surgiendo.

"Antes se hacía la indicación de trasplante cuando ya no quedaba más remedio pero hoy en día se trasplante en estadios mucho menos avanzados de la patología ocular, lo que hace que el número de córneas necesarias haya aumentado mucho", explica el doctor Nabil Ragaei Kamel, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Quirónsalud San José de Madrid, centro que precisamente el pasado mes de mayo realizó el primer trasplante de este tipo tras ser acreditado por la Comunidad de Madrid para estas intervenciones.

¿En qué consiste la intervención?

Según la patología corneal, la cirugía requiere una queratoplastia penetrante -incluye todas las capas de la córnea-, queratoplastia endotelial -sólo la capa interna- o queratoplastia lamelar -las capas exteriores-.

La cirugía se realiza normalmente con anestesia local y no necesita ingreso, explica el doctor Ragaei, aunque excepcionalmente puede utilizarse anestesia general. "Se precisa la oclusión del ojo durante 24 horas y el tratamiento postoperatorio consiste en administrar gotas y pastillas antibióticas y antiinflamatorias", explica.

En la gran mayoría de los pacientes el ojo operado no es doloroso y la recuperación visual es progresiva y relativamente rápida, ya que se puede tener una gran mejoría al principio, pero hasta la retirada de las suturas no se puede valorar exactamente el resultado visual. Según señala, "el seguimiento postoperatorio se prolonga varios meses y no se puede predecir con exactitud cuánta visión se va a recuperar", señala este experto.

En cuanto a los riesgos, además de los inherentes a cualquier cirugía como infecciones o inflamación, el principal problema como en otros trasplantes es el rechazo, al ser un órgano de otra persona.

Diferentes causas

Queratocono:

Es la deformación más frecuente de la córnea y consiste en el adelgazamiento y la deformación progresiva del tejido córneo; la forma esférica de la córnea cambia a una forma cónica, formando un astigmatismo irregular que deforma las imágenes.

Edema corneal:

El paciente tiene una patología que hace que la córnea esté encharcada, deja de ser transparente y se pierde la visión.

Herpes:

la córnea se inflama y se forman cicatrices y opacificaciones corneales.

Distrofias corneales:

Enfermedades hereditarias que afecten al endotelio y producen descompensación corneal.

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