FUENTE: Levante
La adicción a los videojuegos es oficialmente una enfermedad. Hace sólo unos meses que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció este problema como un trastorno mental. Desde entonces han sido muchos los jugadores que se han hecho la misma pregunta: ¿Cómo saber si soy adicto a los videojuegos?
Este trastorno se caracteriza por un patrón de adicción al juego "continuo o recurrente" y, aunque todavía no se ha cerrado la definición, la OMS vincula la adicción a los videojuegos a tres condiciones negativas: la falta de control sobre el juego, la prioridad del juego sobre las necesidades vitales y la continuación de la conducta.
El primer síntoma de la adicción a los videojuegos implica que la persona no es capaz de controlar su conducta con respecto al juego ni de poner límites al tiempo que invierte en esta actividad. Tal y como apuntan los investigadores Kenneth P. Rosenberg y Laura C. Feder en su libro 'Adicciones Conductuales', jugar a videojuegos no es patológico hasta que comienza a afectar a la calidad de vida del afectado.
En este sentido, los expertos identifican la "tolerancia" como uno de los principales factores para identificar la adicción a los videojuegos: cada vez se necesita jugar más tiempo o a más juegos. Paralelamente, puede aparecer un comportamiento irritable y constantes cambios de humor como síntomas de abstinencia cuando no se juega.
Pero conviene tener en cuenta que "ni la tolerancia ni la abstinencia son condiciones necesarias ni suficientes para diagnosticar una dependencia", de acuerdo al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
La OMS advierte que el jugador adicto sufre un cambio emocional y cognitivo; comienza a preocuparse cuando no está jugando y piensa de manera obsesiva en el juego hasta tal punto que puede dejar de lado sus intereses sociales y necesidades vitales.
Posibles indicios de una adicción a los videojuegos serían el absentismo escolar o laboral, el descuido de la higiene personal y la adopción de hábitos como dejar de comer o dormir para dedicar más tiempo a los videojuegos.
No obstante, los expertos matizan que estos hábitos han de mantenerse en el tiempo para ser considerados síntomas, es decir, no basta con que una persona pase más tiempo frente a la pantalla que atendiendo otros aspectos de su vida durante un fin de semana, sino que debe manifestarse "durante al menos 12 meses", según la OMS.
Los adictos a los videojuegos pueden sufrir problemas físicos como dolores de espalda o jaqueca, y psicólogicos como la depresión o la falta de autoestima, pero los patrones de juego "suelen persistir pese a que se pueda tener conciencia del incremento del riesgo de daño para el individuo u otras personas", advierte la OMS.
A este respecto, el experto en Psicología Walter Capa señala que la incapacidad de dejar de jugar a videojuegos por parte de los adictos que tienen voluntad de hacerlo, genera en ellos tal frustración que les hace caer paulatinamente en un "círculo vicioso" de deterioro. En otras palabras, los adictos son conscientes de que los videojuegos les perjudican, pero no pueden dejarlos.
La continuación de la conducta es clave para diferenciar la adicción a los videojuegos del uso abusivo de los videojuegos, puesto que evidencia un proceso de dependencia similar al de los drogodependientes con la particularidad de que la adicción a los videojuegos "no se explica por una acción biológica o bioquímica, sino que en este caso es psicológica", a juicio de la psicóloga Clara Marco.