Quienes sufren trastorno bipolar alternan episodios de depresión con otros de euforia. El tratamiento suele ser de por vida

FUENTE: El Mundo

Como una montaña rusa. Así de cambiante es el humor de quienes sufren trastorno bipolar, una enfermedad psiquiátrica que provoca oscilaciones extremas en el estado de ánimo. Los afectados suelen alternar episodios de depresión con otros de euforia, periodos marcados por la desesperanza con otros en los que la energía y el optimismo del paciente son desbordantes.

Se calcula que aproximadamente el 1,5% de la población sufre este trastorno que tiende aparecer en la adolescencia o la primera etapa de la edad adulta (entre los 18 y los 25 años) y tiene diferentes formas de presentación. Mientras que en algunos pacientes las fases de depresión y manía son muy marcadas, en otros, los periodos eufóricos suelen ser menos extremos (hipomanía) y no llegan a desligar al paciente de la realidad.

En cualquier caso, los especialistas en Psiquiatría recuerdan que el trastorno se diferencia bien de las oscilaciones normales en el estado de ánimo que cualquier persona tiene a lo largo de su vida.

"En la fase depresiva, el paciente todo lo ve negro, no ve futuro, mientras que en la de exaltación se siente lleno de energía, muy activo, habla con rapidez y puede comportarse de manera distinta a lo normal, por ejemplo derrochando el dinero", explica José Luis Carrasco, psiquiatra del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid.

Cuando las fases son muy severas, el paciente puede llegar a tener síntomas psicóticos, explica Elena Sanz, jefa del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Quirón de Madrid. Puede tener ideas megalomaniacas, delirios de grandeza, como que tiene una misión importante que cumplir o que posee poderes especiales. También pueden aparecer alucinaciones.

La violencia, subraya esta especialista, no suele ser característica en estos pacientes. "En la fase depresiva, si utilizan la violencia suele ser contra sí mismos; y en la fase de manía, si tiene un delirio de que le persiguen puede usarla como autodefensa, pero no es lo habitual", aclara Sanz, quien remarca que "la violencia ejercida por pacientes mentales es menor que la que se registra en la población general. No se puede establecer una correlación".

Generalmente, cuando se diagnostica la enfermedad, se suele indicar un tratamiento para intentar controlar las oscilaciones y evitar los episodios de manía o depresión. "Entre los tratamientos estabilizadores del estado de ánimo es común utilizar el litio, con buenos resultados. También se emplean fármacos antiepilépticos, como la carbamacepina, entre otros, siempre monitorizando las dosis y la respuesta", señala Sanz.

Si se da una recaída, se suelen indicar medicamentos específicos, como antidepresivos si el estado de ánimo es muy bajo o antipsicóticos, que también son útiles para la estabilización del estado de ánimo, en caso de una fase maniaca.

EL TRATAMIENTO "SUELE SER DE POR VIDA"

Sanz y Carrasco coinciden en señalar que el tratamiento con fármacos estabilizadores del estado de ánimo "suele ser de por vida", precisamente porque esta es una enfermedad fásica que 'reaparece' en el tiempo.

Sin embargo, en algunos casos, como cuando no hay antecedentes familiares, el paciente ha estado asintomático durante un largo periodo de tiempo y su funcionamiento social y calidad de vida son buenos "se puede plantear retirar la medicación y observar, aunque no es lo habitual".

"En general, con la medicación, la mayoría de los pacientes pueden llevar una vida normal", apunta Carrasco, quien subraya que la psicoeducación es muy útil en la evolución del paciente. "Educar al afectado a conocer su enfermedad, a distinguir los primeros síntomas ayuda a un mejor pronóstico", señala.

Aunque no se conocen bien sus causas, sí se sabe que el trastorno bipolar, que afecta por igual a hombres y mujeres, tiene una alta heredabilidad. Las posibilidades de padecer el trastorno aumentan hasta un 20% si se tiene un familiar de primer grado con la enfermedad.

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