FUENTE: ABC
Nos alarmaba hasta ahora la presencia de microplásticos en los peces e incluso en algunos mamíferos, pero el problema asciende un serio peldaño al comprobar un estudio, avalado por el gobierno alemán, que los plásticos han puesto un pie ya en los organismos humanos, concretamente en los de de niños y adolescentes.
Según un estudio realizado por la Agencia Federal del Medio Ambiente alemana y el prestigioso Instituto Robert Koch, casi todos los niños y adolescentes tienen ya ingredientes plásticos en sus cuerpos. En muestras de orina tomadas a 2.500 participantes, biomonitoreo humano realizado a niños de entre 3 y 17 años, se detectaron residuos de 11 de las 15 sustancias analizadas en un 97% de los casos. En su mayoría eran plastificantes contenidos en los plásticos. El informe lleva por título «Estudio ambiental alemán sobre la salud de niños, niñas y adolescentes 2014-2017» y ha sido realizado a petición del grupo parlamentario Los Verdes. El dato más preocupante que expone el resultado es que los niños de menor edad aparecen como el grupo más afectado.
«Nuestro estudio muestra claramente que los ingredientes plásticos también aumentan su presencia cada vez más en el cuerpo, a medida que aumenta la producción», explica Marike Kolossa-Gehring, coautora del estudio en la Agencia Federal del Medio Ambiente. «Es realmente preocupante que los niños más pequeños sean los más afectados y el grupo más sensible».
El material que más preocupa a los investigadores es el ácido perfluorooctanoico (PFOA), que se emplea con frecuencia en utensilios de cocina antiadherentes y ropa impermeable, y que estará prohibido en la UE a partir de 2020 debido a que puede ser peligroso para el sistema reproductivo y el hígado. En el distrito de Altötting, en Baviera, incluso el agua potable está contaminada con este producto químico potencialmente cancerígeno, según ha denunciado la prensa local.
Apenas sabemos poco o nada acerca de la toxicidad de los plásticos en el cuerpo humano. Chelsea Rochman, profesora de ecología de la Universidad de Toronto y que ha llevado a cabo los primeros experimentos en animales, ha demostrado que causan daños hepáticos en medakas, pececillos japoneses de laboratorio. A medida que las sustancias plásticas entraban en su organismo, los peces tenían más dificultades para metabolizar fármacos, pesticidas y otros contaminantes del agua, mientras que las ostras expuestas a micropartículas de poliestireno, el material de los recipientes de comida para llevar, producen menos huevos y un esperma menos móvil. Es posible que estos efectos o similares afecten también a los humanos expuestos a la contaminación plástica.
«Es difícil determinar cómo nos afectan los microplásticos, pero sí sabemos que este material está por doquier. En el aire que respiramos, el agua que bebemos, tanto del grifo como embotellada, en la comida que ingerimos y en la ropa que vestimos», dice Kolossa-Gehring, «además, el plástico no es un material aislado, sino que contiene una amplia gama de aditivos como pigmentos, estabilizadores UV, factores hidrofugantes, ignifugantes, endurecedores como el bisfenol A (BPA) y plastificantes como los ftalatos, que pueden filtrarse y cuyos efectos no han sido estudiados».
Algunas de estas sustancias se consideran disruptores endocrinos, es decir, compuestos que interfieren en el sistema hormonal. Los ignifugantes, por ejemplo, pueden interferir en el desarrollo cerebral de fetos y niños. Otros compuestos que se adhieren a los plásticos pueden causar cáncer o malformaciones congénitas.
«Los nanoplásticos miden menos de la cienmilmillonésima parte de un metro, son invisibles, pero pueden penetrar en las células y migrar a tejidos y órganos», advierte Kolossa-Gehring, «el problema es que los investigadores carecen de métodos analíticos para identificar su presencia en los alimentos, en el aire y el agua, no disponen de datos sobre su absorción y aparición en el organismo humano. Por eso no se sabe todavía cuál es su efecto ni cómo luchar contra esa absorción».
Apunta, sin embargo, que las autoridades pueden prohibir ciertos tipos de plástico, los ingenieros químicos pueden formular polímeros biodegradables, los consumidores pueden rechazar los plásticos de usar y tirar, y el sector industrial y los Gobiernos pueden invertir en infraestructuras que capten y reciclen estos materiales antes de que lleguen al agua. «La gente incluso utiliza sus vacaciones para volar a países exóticos y liberar allí las playas de la basura plástica, pero quizá es más importante controlar la presencia de plásticos en el propio entorno y tomar las medidas necesarias para reducirla», aconseja.