FUENTE: 20 Minutos
También denominada disfemia, la tartamudez es un trastorno del habla que afecta a la fluidez y la continuidad normal de esta. Las personas que la padecen saben lo que quieren decir, pero tienen dificultades para hacerlo y a menudo hablan con interrupciones o ‘disritmias’.
La mayoría de las personas producen disritmias alguna vez al estar nerviosas, hablar en público, etc. el problema es cuando estas disritmias se producen muy a menudo y dificultan la comunicación con los demás. Según datos de la Fundación Española de la Tartamudez, en nuestro país tartamudean de forma habitual alrededor del 2% de adultos y 5% de los niños tartamudean, unas 800.000 personas. Unos 72 millones en todo el mundo.
¿Por qué se produce el tartamudeo?
Al contrario de lo que se ha pensado durante años, el tartamudeo en la mayoría de los casos no es un trastorno psicológico ni es fruto de ningún trauma, sino un que se presenta durante la infancia debido a un problema en el desarrollo del lenguaje, mientras se desarrollan las habilidades del habla y del lenguaje. Algunos científicos creen que se produce cuando las habilidades del habla y del lenguaje de los niños no alcanzan a cubrir las demandas verbales del niño. No se conocen exactamente las causas, pues se cree que son varios los factores que influyen en su aparición.
Si en la familia hay alguna persona que padece tartamudeo, es más probable desarrollarlo debido a ciertas anomalías hereditarias. De hecho, en 2010, investigadores del Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación de Estados Unidos (NIDCD, por sus siglas en inglés) aseguraron haber han identificado cuatro mutaciones genéticas asociadas con el tartamudeo.
2. Anomalías en el control motor del habla
Que pueden provocar anomalías en la coordinación temporal, sensorial y motora.
Existe otro tipo de tartamudeo que no tiene que ver con el desarrollo, el tartamudeo neurogénico, que es el que ocurre después de un traumatismo o un accidente cerebrovascular que producen una lesión en el cerebro que afecta a la zona del habla.
¿Cómo se identifica?
Se calcula que alrededor del 5 al 10% de todos los niños tartamudearán durante alguna etapa de su vida, por lo que es bastante normal que ocurra en algún momento durante el desarrollo del lenguaje, y se da sobre todo en niños.
Sin embargo, lo habitual es que este desaparezca después de semanas o pocos meses y que el desarrollo del lenguaje vuelva a ser normal al cabo de un tiempo. Cuando esto no ocurre, y el tartamudeo se prolonga en el tiempo, deber ser tratado para que no se convierta en algo crónico o para minimizarlo al máximo.
Los rasgos más comunes del tartamudeo son:
Estas dificultades suelen ir acompañas por ciertos ‘tics’ debidos a la ansiedad producida por no poder comunicarse con normalidad, como:
Estos síntomas empeoran en situaciones de estrés, cuando la persona está emocionada o se siente cansada o cohibida. Y no suelen aparecer cuando habla consigo misma, leen en voz alta o cuando hablan al unísono o cantan.
Aunque los síntomas sean muy evidentes, siempre deberá ser un profesional en logopedia o un fonoaudiólogo el que lo diagnostique el trastorno mediante pruebas observacionales y entrevistas, haga el pronóstico y recomiende el tratamiento más adecuado.
La evaluación incluiría una serie de pruebas, observaciones y entrevistas encaminadas a calcular el riesgo de que el niño siga teniendo problemas de tartamudez.
¿Tiene cura?
A través del diagnóstico, el profesional puede calcular el riesgo de que un niño siga teniendo problemas de tartamudez en la edad, pero, al no tratarse de una ciencia exacta, el tratamiento debe ser lo más temprano posible para minimizar las posibilidades de que esto ocurra.
En la actualidad, existen varios tratamientos encaminados a que los pacientes logren hablar con más soltura, a comunicarse de un modo más eficaz y a que participen activamente en su vida diaria, ya sea en el colegio, en el trabajo o durante las relaciones sociales. Y es que, la mayor complicación de la tartamudez es que el temor a hablar les lleve a un aislamiento social.
Entre las terapias más utilizadas encontramos:
•Terapia del habla. En la que se enseña a los pacientes a reducir la velocidad del habla y a detectar cuándo tartamudean, entre otras cosas, para conseguir un patrón mucho más fluido e inteligible.
•Terapia cognitiva-conductual. Se trata de una psicoterapia encaminada a identificar y controlar los pensamientos y situaciones que provocan estrés que provoca más tartamudeo y controlar la ansiedad o los problemas de autoestima derivados del tartamudeo.
•Interacción padres-hijos. O el entorno más cercano al paciente. El terapeuta les da unas pautas para mejorar la vida del paciente, como escucharlos atentamente, no corregirles, hablar con naturalidad del problema, etc. La Fundación Española de la Tartamudez ha editado una Guía para Padres en la que los padres encontrarán información muy útil al respecto.
•Dispositivos electrónicos. En la actualidad existen dispositivos electrónicos destinados a mejorar la fluidez del habla. Se llevan puestos durante las actividades cotidianas y ayudan al paciente reproduciendo digitalmente en el oído una versión un poco alterada de la voz de quien lo usa, de modo que suena como si estuviera hablando al mismo tiempo con otra persona y ayudan a reducir la velocidad del habla.
•Fármacos. No es habitual y sus beneficios no están del todo probados, pero existen algunos medicamentos, como algunos para tratar la ansiedad o la epilepsia, que pueden ayudar a controlar algunos síntomas.
Con la combinación de estas terapias, mejorará significativamente la calidad de vida del paciente, ya sea optimizando la comunicación e interacciones con los otros, como a nivel psicológico elevando su autoestima y reduciendo su nivel de ansiedad.