Quién puede beneficiarse de sistemas personalizados de dosificación (SPD), cómo se debe hacer la captación de los pacientes o cómo evitar errores de medicación son algunas de las cuestiones tratadas en el Manual de Atención Farmacéutica, publicado por la Universidad Complutense de Madrid, bajo la coordinación de Juana Benedí y Marichu Rodríguez. Ambas son profesoras del Departamento de Farmacología, Farmacognosia y Botánica en la Facultad de Farmacia, y han contado con la colaboración de una serie de autores, abarcando todos los ámbitos de la profesión.
Uno de ellos es Rubén Martín Lázaro, profesor asociado en la Complutense (departamento de Farmacología) y farmacéutico comunitario en una botica de Fuenlabrada (Madrid), autor del capítulo Incumplimiento terapéutico. SPD.
“Hemos querido hacer un manual práctico e imbricar la tecnología con el concepto de atención farmacéutica. Muchos compañeros consideran que ésta debe centrarse en fichas, y sí, pero también hay que vincular el big data y la inteligencia artificial”, señala.
Captación de pacientes
En este sentido, Martín Lázaro pone un ejemplo con los SPD, servicio que considera no debe ser indiscriminado, y sí individualizado: “Desde que la persona llama al timbre de la farmacia ya puedes averiguar un poco cómo es. Por la forma en que lo toca ya te está ofreciendo información, y eso se lo enseñamos a los alumnos”, indica y comenta que hay que tener mucha paciencia. “No es un servicio que se deba ofrecer a todo el mundo, porque hay pacientes que ya se ve que controlan su medicación”, afirma.
SPD: para qué pacientes
En su capítulo clasifica a los pacientes de SPD en cinco tipos: “Nos hemos basado en bibliografía, estudios científicos de la Fundación Pharmaceutical Care y de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) y en nuestra experiencia personal”, explica.
A la hora de definir el perfil del paciente al que el SPD le puede resultar más útil, señala al paciente polimedicado con cierto deterioro cognitivo y al que no se le puede considerar paciente pasivo. “También está muy indicado para el cumplidor pasivo, porque no tiene muy claro por qué se toman las decisiones, o para el incumplidor. El paciente empoderado o crítico no nos hará caso”, añade.
Martín Lázaro también trabaja para algunas residencias, “de manera no institucionalizada. Es decir, les trato igual que a los pacientes que vienen a mi farmacia. Y es que hay también pacientes sin deterioro, a los que les ofrezco el servicio de manera individualizada”, explica, al mismo tiempo que tiene que hablar con el director médico y enfermero. En ese sentido, considera que la única diferencia con el paciente “de la calle” es que ahí no hay tanto contacto directo con otros profesionales sanitarios.
Errores de medicación
Otro capítulo muy aplicable a la práctica es el titulado Seguridad en el uso de medicamentos. Errores de medicación, de José Antonio Guerra Guirao, profesor de la Complutense y consultor independiente.
Así, Guerra señala que “la confusión causada por nombres similares contribuye hasta en un 25% del total de errores de prescripción publicados”.
Sobre esto, Martín Lázaro explica que la caligrafía de los médicos a veces hace que se confundan nombres similares que sirven para tratamientos muy distintos. Y pone un ejemplo con metamizol (analgésico) y metatrexato (para tratar tipos de cáncer y artritis). “Pero los farmacéuticos estamos al día para evitar estos errores. La atención farmacéutica trata de tener herramientas para minimizar errores”, aclara. Aparte, el farmacéutico cuenta con bibliografía y bases de datos de rigor para salir de dudas. Esto ocurre, por ejemplo, con medicamentos extranjeros que comparten el mismo nombre que en España u otro país, pero varía su principio activo.