FUENTE: El Mundo
Por primera vez en el mundo, el corazón de un paciente comienza a regenerarse después de sufrir un infarto gracias a una gran obra de bioingeniería. Se trata de un bioimplante de células madre de cordón umbilical. Un éxito de la ciencia española sin precedentes. Los resultados son muy ilusionantes y esperanzadores. Seis meses después de pasar por quirófano (el pasado mes de mayo), el hombre, de 70 años, "ha pasado de no salir prácticamente de casa y ahogarse en pequeños esfuerzos a venir a la consulta andando", explica entusiasmado Antoni Bayés-Genís, responsable del equipo de investigación en enfermedades cardiovasculares (ICREC) del Hospital Germans Trias de Barcelona.
"Como el propio paciente reconoce, ya hace 10 años, su expectativa de vida era muy corta y con limitaciones en su día a día", cuenta Bayés-Genís a este periódico. El problema: la insuficiencia cardiaca. Cuando se produce un infarto de miocardio, el corazón pierde fuerza para latir por culpa de la muerte de las células del área lesionada, que han dejado de recibir sangre desde las arterias coronarias. Es decir, parte de este órgano queda necrosado o muerto y, "a día de hoy, no hay solución posible en la práctica clínica".
En los últimos años, empezaba a vislumbrarse una vía que en ratones había logrado formar pequeños vasos sanguíneos en el área infartada y reoxigenarla. A través de células madre mesenquimales procedentes de cordón umbilical. Después, el grupo de este investigador español consiguió demostrar que en cerdos también se producía la reducción de la cicatriz y la consiguiente mejora de la función cardiaca.
¿Cómo? A partir de un pericardio humano que se vacía de células para después enriquecerlo con las mesenquimales del cordón umbilical. De ahí su nombre: PeriCord, que obtuvo a finales de 2018 el permiso de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios(AEMPS) para su uso en humanos.
Con esta luz verde, el salto a la clínica se pudo dar el pasado mes de mayo en el Hospital Germans Trias. "Era un hombre de 70 años, con insuficiencia cardiaca y una extensión necrosada del corazón similar al tamaño del bioimplante (4x4 centímetros)", detalla Bayés-Genís. Además, "requería una operación a pecho abierto para colocar bypass, así que aprovechando esta cirugía procedimos a la intervención, que es como un trasplante parcial de corazón".
De forma previa, el bioimplante se preparó con ayuda del Instituto de Bioingeniería de Catalunya (IBEC) y en las salas blancas del Banco de Sangre y Tejidos (BST). Se eliminaron las células del pericardio humano donado, quedando sólo la matriz, una membrana flexible, porosa y gruesa donde se almacenaron después las células mesenquimales del cordón umbilical. En unas seis u ocho horas, estaba listo el parche que se iba a colocar en el corazón del paciente, aprovechando la cirugía para poner también los bypass.
Las células introducidas migran directamente al tejido cardiaco, sin dispersarse. En estudios previos, cuando las células se administraban mediante inyecciones en el propio miocardio o por vía intravenosa, las células morían antes de comprobarse beneficios o se dirigían hacia otros órganos diferentes. Pero a bordo de esta matriz, las células viajan y actúan directamente en destino, sobre la zona infartada.
Es la primera vez que se realiza una operación como ésta a nivel mundial y ahora toca hacer seguimiento de su evolución. Según la resonancia magnética, "a los tres meses la cicatriz se había reducido un 10%. Un resultado muy significativo", subraya Bayés-Genís.
"Este tipo de células ha demostrado tener una gran plasticidad y pluripotencia, es decir, tienen una enorme capacidad de convertirse en distintos tipos del células del cuerpo humano. Además, poseen importantes propiedades inmunomoduladoras y antiinflamatorias", señala el cardiólogo.
De no ser por esta alternativa, agrega Bayés-Genís, al paciente se le habrían colocado bypass para intentar hacer de puente y mejorar la circulación de la sangre, "pero si no hubieran funcionado, el afectado habría requerido asistencia ventricular mecánica y sería candidato a trasplante".
Se trata de evitar el trasplante a muchos infartados a través de la regeneración del tejido cardiaco con células madre. De momento, esta opción está enmarcada en un ensayo clínico. A lo largo del día de hoy, un segundo paciente de similares características se va a someter a la misma intervención con el bioimplante. "La idea a partir de ahora es continuar el ensayo de forma aleatorizada, prospectiva y controlada hasta hacer un total de 12" operaciones con el parche de células madre. "Si se confirma la capacidad reparadora en humanos, podríamos remitir complicaciones habituales derivadas de estas cicatrices como la insuficiencia cardiaca".
Este proyecto pionero ha sido posible con el apoyo del departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña, el Instituto de Salud Carlos III y "la Caixa".