FUENTE: El Mundo
Aunque el uso de los llamados contaminantes orgánicos persistentes (COP) está ya prohibido desde el Convenio de Estocolmo (2004), su capacidad para resistir a la degradación les permite sobrevivir aún en el medio ambiente actual. Hasta el punto de afectar al tamaño del feto durante el embarazo. Así lo señala un estudio desarrollado en Estados Unidos y que acaba de publicar la revista JAMA Pediatrics.
Según los autores, los análisis realizados hasta la fecha en este sentido se centraban en las medidas del peso y la longitud del bebé una vez nacido, "resultados que podían estar determinados por factores genéticos". Además, "sólo se evaluaban los productos químicos de forma individual, cuando en realidad las personas estamos expuestas a una mezcla de estos compuestos". De ahí la necesidad de ser más precisos.
Grupos de investigadores de varios organismos, entre ellos, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NHI, por sus siglas en inglés), se pusieron manos a la obra para llevar a cabo un trabajo más exhaustivo. Se analizaron registros, muestras de sangre almacenadas y ecografías tomadas entre la semana 16 y la 40 de un total de 2.284 mujeres embarazadas entre 2009 y 2013. Todas ellas estaban inscritas en el estudio de crecimiento fetal del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD).
En las muestras de sangre se detectó la presencia de 76 tipos de contaminantes orgánicos persistentes en las embarazadas. Los niveles se clasificaron como percentiles, desde 100 -los más altos- hasta 1 -los más bajos-. Sobre esta tabla, los autores establecieron comparaciones en base al crecimiento de la circunferencia de la cabeza, la abdominal y la longitud del fémur de los fetos de las mujeres que participaban en el estudio.
Así fue como Pauline Mendola, responsable de la investigación, y su equipo observaron fetos "ligeramente más pequeños en las mujeres más expuestas a este tipo de sustancias químicas". En comparación con los fetos en el percentil 25 de exposición a pesticidas organoclorados, los del percentil 75 tenían la circunferencia de cabeza reducida en un promedio de 4,7 milímetros, la circunferencia abdominal se presentaba con 3,5 milímetros menos y la longitud del fémur era 0,6 milímetros más corta.
En cuanto a los niveles de bifenilos policlorados similares a las dioxinas, significaron una reducción promedio de la circunferencia de la cabeza de 6.4 milímetros y una disminución de la circunferencia abdominal de 2.4 milímetros. Si se atiende a las cantidades de éteres de difenilo polibromados (productos químicos ignífugos utilizados en muebles, productos electrónicos y otros productos de consumo), se asociaron con una reducción promedio de la circunferencia abdominal de 2.4 milímetros y un acortamiento de la longitud del fémur de 0.5 milímetros.
Los contaminantes orgánicos persistentes (también conocidos en la terminología científica como POPs) incluyen, entre otros, algunos pesticidas organoclorados -como el DDT diclorodifeniltricloroetano)-, dioxinas y furanos. Salvo las dioxinas (un subproducto de la producción de herbicidas y el blanqueo del papel), que pueden tener un origen natural (como los incendios forestales), los COP proceden de una serie de procesos químicos y de combustión que se añadían a una gran variedad de productos que se usaban en la agricultura o en la industria alimentaria, por ejemplo.
Ya está prohibida la producción de muchos COP por su impacto en el medio ambiente y la salud pública. Tienen capacidad para generar graves daños en el sistema nervioso y reproductivo del ser humano, así como en su capacidad inmunológica, mayor riesgo de defectos de nacimiento, efectos en el metabolismo y hasta el desarrollo de diferentes tipos de cáncer. Sin embargo, por su capacidad para resistir a la degradación, aún sobreviven en el agua y en el aire e influyen en la salud, tal y como recuerda el estudio recién publicado por la revista JAMA Pediatrics.
"Incluso a niveles bajos, hay evidencia de un posible efecto sobre el crecimiento fetal, aunque es cierto que en comparación con una encuesta de salud y nutrición estadounidense de 2003-2004, los niveles de COP eran más bajos".