FUENTE: Correo Farmacéutico
Desde este miércoles, 1 de enero, el Sistema Nacional de Salud financia por primera vez la vareniclina (Champix, de Pfizer) y el bupropión, ambos para dejar de fumar, cumpliendo, así, lo acordado en las reuniones de la Comisión Interministerial de Precios, que se celebraron en septiembre y octubre del pasado año.
Esta medida, anunciada a bombo y platillo por Sanidad, ya está dando los primeros problemas de abastacimiento, según ha confirmado a CF Baltasar Pons, presidente de la Asociación de Profesionales de la Farmacia (Asprofa) y farmacéutico comunitario en Mallorca. “Los almacenes no disponen de los nuevos envases con los correspondientes cupones precinto para que podamos dispensarlos y no será hasta la próxima semana cuando podrían tenerlos, según les han dicho”, señala Pons tras conversaciones mantenidas con la cooperativa que le suministra.
Parece ser que este problema no afecta sólo a Baleares sino que podría darse en otras partes de España. Es más, como recoge el Heraldo, las farmacias aragonesas tampoco están recibiendo estos fármacos, ni tampoco las de Madrid, como han manifiestado varios farmacéuticos de esta comunidad a través de Twitter.
Preguntado a Pfizer por esta situación, la compañía asegura a este periódico que la compañía “empezó desde ayer mismo la distribución a los mayoristas para que ellos puedan servir a las farmacias, por lo que no hay problemas con el ‘stock’ del medicamento“.
Desinformación
Además del suministro, Pons pone sobre la mesa la gran desinformación que tienen los pacientes que piden a su médico que les prescriban estos tratamientos. Y es que, como ha constatado a pie de mostrador, muchos de los que quieren dejar de fumar con estos fármacos, ahora financiados, piensan que son gratis. “Los pacientes creen que al estar financiados no tienen que pagar nada y no es así. Financiado no significa gratuito”. De hecho, en función de las condiciones particulares de cada paciente, tendrán que abonar una aportación diferente.
La desinformación también alcanza a los propios médicos, “que tienen dudas a la hora de prescribirlos”, afirma Pons según le han transmitido a él, y a los farmacéuticos, pues como él mismo reconoce, “no sabemos lo que tendremos que cobrar al paciente”.