FUENTE: ABC
Elegir un yogur en el supermercado es toda una aventura. Los lineales dedicados a este producto y a otras leches fermentadas son tan extensos que, salvo que se tenga muy clara la preferencia, es fácil perderse. Lo importante es saber qué queremos comprar y no dejarnos llevar solo por los reclamos publicitarios. Hay que mirar siempre la lista de ingredientes. Si estamos buscando un producto fiel a la receta tradicional y lo más saludable posible, las expertas consultadas por ABC Salud lo tienen claro: el yogur más recomendable es el natural.
«Yo me iría al producto más básico y sencillo: leche y fermentos lácticos. Sin azucarar y sin edulcorar y sin 0,0 de nada. Un yogur natural entero, con su materia grasa, pero sin azúcares añadidos», aconseja Ana Márquez Guerrero, dietista-nutricionista de Nutrisana Educación. De la misma opinión es la doctora Ana Zugasti, vocal de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (Seen), que explica que, en un yogur natural no endulzado, los 4-5 gramos de azúcares que figuran en la tabla nutricional «corresponden con la cantidad de lactosa naturalmente presente en la leche que se utiliza para hacer el yogur».
Para confirmar que no lleva azúcar añadido, hay que revisar que no aparezca como tal en la lista de ingredientes «o bajo algún seudónimo como melaza, concentrado de fruta, jarabe de fructosa, etc», añade la doctora Zugasti.
Para algunos el problema con el yogur natural es su sabor ácido. Si queremos endulzarlo, Ana Márquez propone añadir ingredientes como pasas, orejones o cacao puro en polvo. Tampoco se muestra en contra de ponerle un poco de azúcar o miel, pero siempre que nosotros controlemos las cantidades. Lo ideal, menos de una cucharadita (5 gramos). Una cantidad pequeña comparada con el azúcar añadido de algunos yogures del súper, que alcanzan los 15 gramos por cada envase de 125 gramos. Más de la mitad del consumo de azúcar libre diario recomendando por la OMS (25 gramos).
La densidad energética del yogur natural es baja, por lo que hay que valorar si realmente merece la pena optar por opciones 0% grasa. Hay que fijarse muy bien en la etiqueta porque los yogures desnatados pueden contener más cantidad de azúcar añadido o jarabes de fruta para compensar la pérdida de sabor. También están las opciones 0,0, sin azúcares ni grasas, pero en estas versiones abundan los edulcorantes y otros aditivos, ingredientes sin ningún valor nutricional, para que el producto sea gustoso al paladar.
«En una ingesta diaria de 1-2 yogures al día es más importante controlar y limitar la cantidad de azúcar que lleve el yogur que la cantidad de grasa», revela la doctora Ana Zugasti. La médico especialista en endocrinología recuerda que la grasa láctea contiene ácidos grasos fácilmente absorbibles, que constituyen una fuente de energía inmediata y presentan una baja tendencia a acumularse en nuestro organismo. «La fracción grasa de los lácteos tiene también importancia por ser el vehículo de otros nutrientes, como las vitaminas liposolubles, especialmente vitaminas A, E y D, y por contener otros compuestos de potencial interés para la salud, como esfingomielina y otros esfingolípidos, y ácido linoléico conjugado», añade.
El yogur, además, es una buena fuente de calcioy otros minerales como magnesio, potasio y cinc, contiene vitaminas del grupo B, y es una fuente excelente de proteínas de alta calidad.
Hasta el momento, los estudios sobre el consumo de yogur apuntan a una relación beneficiosa sobre diversas patologías crónicas como obesidad, sobrepeso, síndrome metabólico, o diabetes, aunque son necesarias más investigaciones para poder establecer una relación causal.