FUENTE: 20 Minutos
Se la conoce como la ‘dislexia de los números’ y, de hecho, es tan común como ésta entre la población infantil, sin embargo, la discalculia sigue siendo su hermana desconocida, por los pocos estudios que hay sobre ella y las muchas personas -tanto niños como adultos- sin diagnosticar.
Este trastorno en el aprendizaje de las matemáticas que se caracteriza, entre otras cosas, por la dificultad en la adquisición del sentido numérico, para el cálculo mental y el procesamiento matemático, afecta en la actualidad a un 5-7% de la población, lo que vendría a ser, más o menos, en torno a los tres millones de personas en nuestro país. Esto quiere decir que, probablemente, en cada clase de 25 alumnos uno de ellos tenga discalculia.
A pesar de su alta prevalencia entre la población y de las consecuencias que puede acarrear, todavía a día de hoy tiende a confundirse con otros trastornos como el TDA/TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad), el bajo cociente intelectual o la desidia en el estudio, por eso, es tan importante un diagnóstico precoz.
¿Qué serie de problemas acarrea al niño?
En la vida diaria podría traducirse en dificultades como leer mal la hora de un reloj o la matrícula de un coche, problemas para memorizar números de teléfono, secuencias numéricas o calcular la vuelta de una compra. En el ámbito académico este trastorno suele acarrear suspensos en la asignatura de matemáticas, aversión a esta materia y falta de autoestima.
¿Qué señales pueden hacer sospechar?
Hay indicios que podrían indicar que un niño sufre discalculia a muy temprana edad (sobre los 4 o 5 años): problemas para comparar qué numero es mayor o menor, saber qué número va entre otros dos u olvidarse algún número cuando se cuenta hasta diez. Sin embargo, las señales más evidentes aparecen durante primaria: recurrir a los dedos para contar, dificultad para contar hacia atrás, falta de agilidad para manejar números grandes o para ubicar un número en una serie, errores a la hora de escribir números dictados, problemas para memorizar las tablas de multiplicar o dedicar mucho tiempo y esfuerzo para el cálculo mental o hacer los deberes.
¿Cómo se puede detectar?
Recientemente Smartick, método online de aprendizaje de matemáticas dirigido a niños de entre 4 y 14 años, ha diseñado un test online estandarizado gratuito que permite identificar de manera sencilla y rápida a los niños en riesgo de tener discalculia.
Desarrollado en colaboración con las Universidades de Málaga y Valladolid, el estudio de validación de esta prueba se ha realizado con más de 800 alumnos de toda España. Está dirigido a niños y niñas de primero a cuarto de primaria, puede realizarse online desde una tableta y tiene una duración aproximada de 15 minutos en los cuales se les plantean tareas relacionadas con tres áreas: aritmética, números arábigos y numeración y la comparación y reconocimiento de cantidades.
“Esta herramienta supone un hito para la inclusividad de las personas con dificultades de aprendizaje, pues facilitará la detección de la discalculia y la puesta en marcha de programas de intervención para su tratamiento”, afirma Javier García-Orza, profesor de la Universidad de Málaga y uno de los autores del proyecto.
¿Qué hacer si se detecta una posible discalculia?
Si los padres o el profesorado detectan varios de los indicios mencionados o el test de Smartick confirmase que existen debilidades en las áreas evaluadas, se recomienda acudir a un profesional o centro especializado en trastornos de aprendizaje para una evaluación completa, que incluya pruebas psicológicas de inteligencia, atención y lectura, además de pruebas específicas de matemáticas.
¿Tiene solución?
La discalculia, al igual que ocurre con la dislexia, no desaparece pero puede reeducarse si se trabaja con la metodología apropiada. Con el sistema adecuado los niños podrán aprender todas las competencias básicas que se enseñan en la escuela y manejarse en su vida diaria.
Los especialistas indican, además, que la reeducación deber abordarse desde la educación primaria (etapa en la que el tratamiento es más efectivo) y debe seguir un programa estructurado: diario durante 3 o 4 días a la semana y en sesiones de 30 o 45 minutos. También es muy importante que no haya limitaciones de tiempo en las tareas a realizar (para conseguir el éxito no debe limitarse), potenciar los ejercicios de carácter lúdico que hagan más placentero el tratamiento y otros que ayuden a reforzar la autoestima de los niños. El tratamiento de la discalculia es gradual y se produce una reestructuración cognitiva en las habilidades matemáticas del niño lo que suele traducirse en unos resultados finales óptimos.
“Los niños con discalculia necesitan un entrenamiento adaptado, diario y basado en la comprensión profunda de conceptos y procedimientos”, señalan Daniel González de Vega y Javier Arroyo, los fundadores de Smartick. Creado en 2009, se estima que su método para aprender matemáticas ha sido utilizado por 50.000 niños de 100 países.