FUENTE: ABC
La ciclosporina A, un fármaco ya en uso, podría ayudar a reducir la gravedad de la infección por COVID19 en pacientes hospitalizados. Un ensayo promovido por el Instituto de Investigación Sanitaria Fundación Jiménez Díaz se inició ayer y se espera que los primeros resultados estén disponibles para el próximo mes de junio.
Este estudio clínico parte de la experiencia previa en 200 pacientes con neumonía grave tratados en la Fundacion Jiménez Díaz a los que se administró ciclosporina A de forma compasiva, además del tratamiento estándar para el COVID19 . «Por el momento, nuestros datos, aunque hay que tomarlos con cautela, muestran una estabilización de la enfermedad con mayor probabilidad de supervivencia y acortamiento del tiempo de hospitalización en grupo de pacientes todavía activo », indica Olga Sánchez Pernaute, investigadora principal de este proyecto.
La ciclosporina A, es un fármaco inmunomodulador incluido en la Lista de Medicamentos Esenciales de la OMS y está aprobado para su uso en la prevención de rechazo de trasplante alogénico y en enfermedades autoinmunes e inflamatorias, incluyendo la dermatitis atópica, las uveitis, la psoriasis y la artritis reumatoide.
El uso compasivo de la Ciclosporina A en pacientes graves apunta a una estabilización de la enfermedad con mayor probabilidad de supervivencia.
Para validar estos datos preliminares, el ensayo, financiado por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, se estudiará a 120 pacientes en los cuatro hospitales del grupo Quirón en Madrid (Fundación Jiménez Díaz, Rey Juan Carlos de Móstoles, Infanta Elena de Valdemoro y Hospital General de Villalba) así como en la Clínica Universidad de Navarra en sus sedes de Pamplona y Madrid. El ensayo clínico consistirá en la administración de ciclosporina A durante un máximo de 4 semanas en combinación con el tratamiento estándar utilizado para el COVID19. «Los resultados estarán cuando se termine el reclutamiento de los 120 sujetos, que se espera ocurra en las próximas 4 a 8 semanas aproximadamente. Posteriormente será el análisis de los datos», señala Miguel Gorgolas Hernandez-Mora, Jefe de Enfermedades infecciosas de la FJD.
Por su mecanismo de acción en las células, se espera que lel medicamento pueda frenar el colapso metabólico, evitar la hiperproducción de citoquinas y la activación de procesos de muerte celular, atenuando el daño pulmonar y cardiaco asociado a la mortalidad de los pacientes.
Se sabe que, especialmente en los casos más graves, se desencadena lo que se podría llamar una ‘tormenta de citoquinas’ inducida por el SARS-CoV-2 que se asocia con la gravedad y el pronóstico de la enfermedad. Es decir, se genera una liberación de grandes cantidades de citoquinas inflamatorias como la interleuquina (IL)-6, IL-1b, TNF, IL-10, etc., que causa inflamación y provoca los síntomas más graves. Algunos hospitales españoles ya están introduciendo el tratamiento experimental con anticuerpos en los pacientes más graves. «De hecho, se han tratado más de 270 enfermos con tocilizumab en uso compasivo, que es un fármaco inhibidor del receptor soluble de la interluquina 6 y que, por tanto, modera o modula la respuesta inmune que acaba resultando lesiva para el enfermo», explica este investigador.
El ensayo, promovido por el Instituto de Investigación Sanitaria Fundación Jiménez Díaz, está financiado íntegramente por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.
Pero además, se sabe que la ciclosporina A interfiere directamente con el crecimiento y la actividad de los coronavirus.
El coronavirus causante del COVID19 «es capaz de infectar, entre otras, a las células inmunes, donde presumiblemente crea un reservorio para poder replicarse. Este hecho puede dar lugar a una situación de estrés en la célula, que a su vez provoca una respuesta inflamatoria / inmune disfuncional que amplifica el daño producido por el virus sin resolver la infección. Este efecto, denominado síndrome de activación macrofágica, lo conocemos de otras patologías, que nos han ayudado a extrapolar el uso de tratamientos a la infección por SARS-CoV2», aclara Sánchez Pernaute.
La ciclosporina A actúa a diferentes niveles en la inhibición de la replicación y actividad transcripcional del virus, a lo que se suma su rapidez de acción, la necesidad de dosis relativamente bajas y la posibilidad de obtener un efecto aditivo con su asociación a otras terapias. Todas estas características unidas a lo ya observado en su uso en pacientes con riesgo alto de desarrollar un Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo, la convierte en en un hipotético tratamiento de primera línea en el control de las infecciones por coronavirus.