FUENTE: Diario Médico
Un equipo del ISGlobal, de Barcelona, centro impulsado por la Fundación ”la Caixa”, ha desarrollado un sistema para inducir la conversión sexual masiva del parásito de la malaria P. falciparum in vitro. Esta técnica, publicada en la revista Science Advances, será instrumental para entender mejor el proceso de conversión sexual y diseñar nuevas herramientas para bloquear la transmisión de la malaria.
Aproximadamente la mitad de la población mundial vive en riesgo de malaria. Según el informe mundial sobre la malaria de la Organización Mundial de la Salud, 91 países tuvieron casi 216 millones de casos de malaria en 2016 (un aumento de 5 millones en comparación con el año anterior). En ese año, la malaria mató a más de 445.000 personas. El 80% de las muertes a nivel mundial se concentraron en 15 países, de los cuales todos menos uno está en África subsahariana, donde ocurrieron 9 de cada 10 muertes.
De los cinco parásitos de malaria capaces de infectar al humano, Plasmodium falciparum es el más letal. Este parásito tiene un ciclo de vida complejo, en el cual la fase asexual en la sangre es responsable de causar los síntomas de la enfermedad, mientras que la fase sexual (o gametocito) es la única capaz de infectar al mosquito. Por lo tanto, la transmisión del humano al mosquito requiere la diferenciación de algunos parásitos asexuales a gametocitos, un proceso llamado conversión sexual.
“Entender cómo se regula la conversión sexual nos dará pistas valiosas para bloquear la transmisión de la enfermedad,” comenta Alfred Cortés, investigador de ICREA en ISGlobal, cuyo equipo ha estado caracterizando dicho proceso durante varios años. Sin embargo, estudiar las primeras fases de conversión sexual en el laboratorio no es tarea fácil, ya que el porcentaje de parásitos que inician la conversión es muy bajo, y es muy difícil distinguirlos del resto de parásitos asexuales durante los primeros días.
Parásitos sincronizados
El equipo de Cortés había demostrado previamente que la proteína PfAP2-G regula la conversión sexual, y que su expresión precoz puede resultar en una vía “exprés” que no necesita un ciclo adicional de replicación. Ahora, usando el sistema de edición génica CRISPR-Cas9, han generado parásitos P. falciparum en los cuales la expresión de PfAP2-G se puede inducir con la adición del fármaco rapamicina.
Los resultados muestran que el 90% de los parásitos transgénicos se convirtieron a la fase sexual tras la inducción con la rapamicina, lo cual permite el estudio de las primeras fases sexuales sin necesidad de purificarlas. “Nuestro sistema inducible de conversión sexual genera grandes cantidades de parásitos sincronizados en las primeras etapas de desarrollo sexual, con una pureza que no se había logrado con otras estrategias”, comenta Oriol Llorà-Batlle, primer autor del estudio e investigador de ISGlobal, Universidad de Barcelona y Hospital Clínic.
La comparación de parásitos cultivados con o sin rapamicina permitió identificar 370 genes cuya expresión aumenta o disminuye con la conversión sexual. La mayoría de los genes cuya expresión aumentó son dianas directas del gen PfAP2-G. Muchos de los genes cuya expresión disminuyó no se habían asociado previamente al desarrollo sexual, y podrían representar potenciales marcadores de las formas asexuales. Los experimentos también revelaron alteraciones funcionales que ocurren en el momento de la conversión sexual. “Este sistema se podría usar para caracterizar a los parásitos sexuales a nivel proteómico o metabólico, así como para probar su susceptibilidad a diferentes fármacos,” añade Cortés.
La técnica ayudará a facilitar el diseño de nuevas herramientas para bloquear la transmisión de la enfermedad.