FUENTE: El Mundo
Al rosario de síntomas vinculados con el coronavirus se podría sumar otro más: la disfagia orofaríngea, es decir, la dificultad para tragar los alimentos y los líquidos. Y asociado a ella, la malnutrición, la desnutrición y la sarcopenia (pérdida de masa muscular), según un estudio realizado entre 265 personas en Barcelona.
Además de la mala calidad de vida – los que no pueden tragar tienen que ser alimentados a través de sondas directas al estómago o al esófago –, puede causar la muerte al pasarse el alimento a los pulmones y causar una neumonía por aspiración.
Afecta habitualmente a personas con enfermedades otorrinolaringológicas, enfermedades neurológicas (alzhéimer, párkinson o aquellos que han sufrido un ictus) y ancianos (por otra parte, el principal grupo de riesgo de la Covid). Así, la disfagia afecta al 25% de las personas de más de 70 años y un 47% de la gente mayor hospitalizada por cualquier motivo la padece. El 45% de las personas que han sufrido un ictus también tendrán disfagia. Pero curiosamente, también se ha observado en pacientes relativamente jóvenes.
«Afecta al 75% de los pacientes a partir de los 75 años ingresados, pero los que hemos tenido son de media 10 años más jóvenes. Hemos tenido pacientes con 20, 30, 40 o 50 años con cuadros muy serios. La Covid ha hecho 10 años más viejos a los que se han visto afectados», recalca Pere Clavé, director de Investigación del Hospital de Mataró, del Consorcio Sanitario del Maresme (Barcelona), investigador asociado del Ciberehd (Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas) y presidente fundador de la Sociedad Europea de Trastornos de Deglución.
Los primeros resultados de este estudio que lidera Clavé ofrecen datos de 240 pacientes de ese hospital barcelonés. Así, la disfagia afecta al 53,1% de los pacientes ingresados por Covid-19 (al 75% de los mayores de 75 años) y el 75% de los pacientes presentaban riesgo nutricional. Asimismo, un 27% ya cumplían criterios clínicos de desnutrición, y muchos ya mostraron una gran astenia, anorexia y pérdida de peso en las semanas anteriores al ingreso.
Por ahora, las peores secuelas o complicaciones para estos pacientes son una mayor infección (al atragantarse y pasar parte del alimento a las vías respiratorias se va a dar una infección que se añade a la que provoca la Covid) y la malnutrición que viene de ingerir menos proteínas y calorías. Uno de los objetivos, además de analizar las complicaciones que se pueden presentar a los tres y seis meses de seguimiento, es ver si los pacientes que han presentado disfagia, y especialmente los malnutridos, tienen peor pronóstico que aquellos pacientes con Covid que no han presentado problemas en la deglución.
Para detectar la disfagia ha sido clave el papel de los investigadores y logopedas, destaca Clavé. «Al ser la Covid tan infecciosa no podemos hacer pruebas complementarias que provocan tos. Nos guiamos por síntomas clínicos: les preguntamos si se ha producido tos y atragantamiento al comer; y, en segundo lugar, veíamos cómo tragaban».