FUENTE: 20 Minutos
El sangrado de encías frecuente puede esconder una enfermedad periodontal que puede llegar a ser grave si no se ataja a tiempo, pues es capaz de provocar consecuencias para la salud general, más allá de la bucal. Se trata de la periodontitis, una patología infecciosa que se caracteriza por una inflamación alrededor de los dientes. De hecho, el término proviene de los vocablos peri (alrededor), odont (diente) e itis (inflamación).
Esa inflamación dista mucho de ser inocua, pues si no se trata de inmediato y regularmente podría dañar irreversiblemente los tejidos que rodean, sostienen y protegen los dientes. Al perder este soporte, los dientes se caen. De hecho, la periodontitis es la primera causa de pérdida dental en los adultos y afecta a entre un 15% y un 20% de los adultos de entre 35 y 44 años, según la Organización Mundial de la Salud. Evitarlo pasa, a grandes rasgos, por una buena higiene bucal y visitas regulares a dentista.
A menudo, la periodontitis empieza por una gingivitis que no se trata, es decir, por falta de higiene, aunque los factores hereditarios y padecer determinadas enfermedades predisponen a padecerla. Las encías sangran debido a la acumulación de placa dental, que está compuesta por bacterias y residuos que se adhieren a los dientes. Si esta placa no se retira, se transforma en sarro, que irrita, enrojece e inflama las encías. Si esta gingivitis no se trata, puede derivar en una periodontitis.
Los principales síntomas, que aparecen según avanza la enfermedad son: sangrado de encías, inflamación y enrojecimiento, halitosis, retracción gingival (los dientes tienen un aspecto más alargado), supuración, movilidad de los dientes y, finalmente la caída de las piezas.
La periodontitis tiene, además algunos factores de riesgo, como son:
Una vez establecida la periodontitis, esta es generalmente crónica y, para que no avance ni se produzca la perdida de piezas dentales hay que extremar la higiene y visitar al dentista con regularidad.
Dependiendo de la gravedad, el dentista periodoncista, establecerá el tratamiento adecuado, que puede ser:
Tratamientos de limpieza. En caso de que la periodontitis todavía no sea grave, lo más habitual es que el dentista recurra a un raspado, que consiste en la eliminación mecánica de la placa supragingival, subgingival y del sarro; y a un alisado radicular, que sirve para alisar las superficies de las raíces para evitar o reducir una mayor acumulación de sarro y bacterias. Este tratamiento puede complementarse con antibióticos (tópico u oral) para ayudar a controlar la infección. Después de este tratamiento, los pacientes con periodontitis deberán realizarse limpiezas bucales más a menudo que los pacientes generales, al menos dos veces al año.
Tratamientos quirúrgicos. En caso de la periodontitis esté muy avanzada, se recomendarán tratamientos quirúrgicos más agresivos, entre ellos:
Si existe alguna enfermedad que provoque o empeore, esta deberá tratarse también para evitar el avance la periodontitis. También deberán controlarse otros factores de riesgo, es decir, no fumar, llevar una adecuada higiene dental, controlar el estrés, etc.
Para prevenir la reaparición, además de visitar al dentista con regularidad y hacer los tratamientos de mantenimiento requeridos, el paciente deberá extremar la higiene con cepillados diarios, utilizando artículos de higiene interdental (hilo, cepillos…) y los productos adecuados para la prevención de la periodontitis que aconseje su dentista.
No tratar una periodontitis puede suponer un deterioro de la salud del paciente, que más mucho más allá de la salud bucodental. En primer lugar, la periodontitis puede supone la pérdida de los dientes, con todo lo que ellos suponen a la hora de alimentarse, las implicaciones estéticas, etc. Pero, además, la infección provocada por la periodontitis puede incluso provocar enfermedades que comprometan la vida del paciente, pues incrementa de manera significativa las probabilidades de padecer: