FUENTE: Las Provincias
La mascarilla se ha convertido en un elemento más de la vida cotidiana de la población desde que el Gobierno decretase el pasado 21 de mayo su obligatoriedad en determinadas situaciones. Sin embargo, con el fin del estado de alarma y la llegada del verano, algunas personas parecen haber empezado a relajarse y a dejar de lado ese elemento para prevenir el contagio de coronavirus y evitar que se produzca algún rebrote. El presidente del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, Jaime Giner, así lo advierte: «Se está abandonando la costumbre de llevar mascarilla por la calle».
Y es precisamente ahí, en la vía pública, donde más se detecta esa relajación. Cabe recordar que la protección sólo es obligatoria en la vía pública cuando no se puede mantener la distancia de metro y medio. Pero no resulta difícil cruzarse con alguna persona que lleva la boca y la nariz descubiertas en situaciones en las que, pese a estar al aire libre, no se cumple ese distanciamiento. Por lo que deberían portar algún elemento de protección, en el caso de que no haya contraindicación.
A veces se trata de grupos de jóvenes que pasean y van charlando de sus cosas. Aunque en general suelen ser muy responsables, hay algunos que, pese a no convivir juntos, no dudan estar lo más cerca posible de sus amigos y sin mascarillas.
Pero esta situación no solo se circunscribe a ellos. También se da entre adultos que consideran que por estar al aire libre ya es suficiente y que no es necesario llevar ningún elemento de protección. En ese sentido, los expertos apuntan que se está produciendo una cierta relajación, se están «malacostumbrando» a no portar mascarillas en situaciones que sí lo requieren y eso puede ser «peligroso». Según comentan, se van a producir positivos este verano, pero se pueden reducir al máximo «si mantenemos la precaución«.
Esta distensión, en cambio, no se produce en espacios cerrados. El hecho de que a los ciudadanos no les dejen entrar en los supermercados y en los comercios a menos que lleven mascarilla ha hecho que se acostumbren a tener que portarlas en esas situaciones.
Pero siempre se producen excepciones. En la céntrica calle Colón de Valencia es notable el número de personas que deambulan por allí al tratarse de una zona comercial. La cantidad de personas que peatones hace que en muchos momentos sea complicado que todos respeten la distancia de seguridad. En esa transitada calle, la mayoría de viandantes tienen puesta su mascarilla, aunque no todos. Desde la Farmacia Colón calculan que alrededor del 90% de las personas que pasan por delante cumple lo establecido, pero que el 10% restante no lo hace y cuando va a entrar en una tienda y no le dejan es cuando se percata de que la necesitan. Eso hace que tengan que acercarse a este negocio para adquirir una y salir del paso. Según una de las personas que trabajan allí, son muchos que los que acuden por ese motivo. «Lo que más vendemos son mascarillas individuales de 96 céntimos para que puedan entrar en las tiendas, eso y tiritas«.
Otro aspecto que se detecta bastante entre la población es que sí sale de casa preparado, pero en algún momento o por algún motivo se bajan la protección y desde ese momento la portan en la barbilla o el cuello. A veces van hablando con alguien y se te cruzan de imprevisto a pocos centímetros, lamentan algunas personas. Y el codo también se ha convertido en un lugar del que cuelgan mientras su propietario está entretenido en otras cosa.
Expertos advierten de la relajación de llevar protección y el exceso de reutilización tras un mes de obligatoriedad de la medida
El tesorero del Colegio de Farmacéuticos de Alicante, Andrés García Mongars, incide en que queda «mucho por aprender», ya que no todos saben cuándo y cómo usarlas. Explica que hay gente que no se la pone en ninguna ocasión, pero también hay otros que la llevan todo el día y eso «tampoco es bueno».
También está la cuestión de la duración. Los farmacéuticos recomiendan seguir las instrucciones del fabricante, aunque son conscientes de que por el coste que supone para las familias son muchas las que las limpian y las vuelven a usar. Los expertos hacen hincapié en que un exceso de reutilización merma la capacidad de filtrar y su eficacia.
En cuanto a las pantallas protectoras, los profesionales indican que se han de combinar con la mascarilla ya que sola resulta una medida insuficiente.