Programa monográfico en “El Bisturí” sobre fertilidad y natalidad. ¿Es la infertilidad una enfermedad?, ¿Por qué cada vez tenemos hijos más tarde?, ¿Se debe conservar el anonimato de los donantes de óvulos o esperma? Responden a estas y otras preguntas tres expertos en reproducción

FUENTE: EFE Salud

Participan en este monográfico sobre fertilidad y natalidad Antonio Urries, presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción; Albert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona; y el doctor Luis Martínez Navarro, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad.

La fertilidad desde el punto de vista biológico

¿Somos ahora menos fértiles que hace años? Es una de las preguntas a las que responde Antonio Urries, presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (Asebir).

Como explica, el incremento de los problemas de fertilidad se viene detectando, de forma gradual, en los últimos años. “Aproximadamente una de cada seis parejas que están en edad fértil, y desean ser padres, tiene problemas reproductivos”, apunta.

El motivo es, en palabras del doctor Urries, que estamos retrasando la edad de acceso a la maternidad, lo que se traduce en una peor calidad en los óvulos.

“En España la edad media a la que se accede al embarazo actualmente son 32 años. En el caso de las mujeres empresarias o universitarias se incrementa a los 35,  y cuando vienen estas parejas a los centros de reproducción asistida, ya superan los 38”.

Países con una calidad de vida e industrialización similar a la de España,  tienen exactamente los mismos problemas. En aquellos en los que, como aquí hace 100 años, la edad media de embarazo es de 18 o 19 años, no hay problemas de fertilidad.

La influencia de los factores ambientales en los problemas de fertilidad

Pero la edad no es el único factor que ha influido en el aumento de la infertilidad; hay otros factores ambientales, como la contaminación, que afectan negativamente en la calidad del semen en el hombre, o en el número de abortos en la mujer.

El presidente de Asebir asegura, sin embargo, que para que eso tenga un efecto tan negativo la incidencia tiene que ser muy extrema.

“Detectamos estos problemas, por ejemplo, en varones o en mujeres que trabajan en la agricultura y están en contacto con pesticidas de una forma muy continua sin medidas de protección suficientes, o gente que trabaja con aerosoles. En esos casos sí podemos ver un incremento muy claro en la infertilidad”, advierte Urries.

En cuanto a la contaminación, el estrés o el tabaco, aunque son factores negativos para todos los ámbitos de la salud, no tienen un efecto tan determinante de cara a la fertilidad.

¿Es la infertilidad una enfermedad?

Desde un punto de vista técnico, como expone el doctor, puede no considerarse una enfermedad, ya que su carencia no origina realmente una patología grave.

Sin embargo, apunta, sí está reconocida como enfermedad por los efectos que origina ante la imposibilidad de tener descendencia, una familia completa. “La Organización Mundial de la Salud (OMS) la considera una enfermedad por carencia“, señala.

Evolución de la natalidad en España, ¿qué futuro nos espera?

Más esperanza de vida y menos natalidad; el Instituto Nacional de Estadística señala que el número de nacimientos ha caído un 27 % en solo 10 años.

Para hablar del futuro de la natalidad, El Bisturí ha contado con la colaboración de Albert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (CED-UAB), y experto en fecundidad y familias.

Como expone, lo primero que debe quedar claro es la diferencia entre la tasa de fecundidad y la de natalidad.

“La tasa de natalidad relaciona el número absoluto de nacimientos con el total de población. La fecundidad, en cambio, los relaciona únicamente con con las mujeres en edad fértil, por lo que aporta una información bastante más realista de la situación”.

La tasa fecundidad, explica, siempre ha sido baja; las personas en edad reproductiva no tienen demasiadas posibilidades o interés y, de tener hijos, tienen pocos.

“La fecundidad en España lleva tres décadas en niveles del 1,3 %; desde el año 1991”, afirma Esteve.

¿Por qué ya no se tienen tantos hijos?

Entre las diversas razones que influyen en la baja tasa de fecundidad, el experto en familias asegura que la principal dificultad es el estilo de vida de las sociedades actuales:  los jóvenes no pueden emanciparse y tener hijos a la edad que les gustaría.

“Las mujeres tienen un período entre los 15 años y los 40 en el que físicamente podrían ser madres. Sin embargo nadie se plantea tener hijos entre los 15 y los 25 años porque a esa edad aún estamos estudiando o tenemos otras prioridades, ni siquiera estamos emancipados”, apunta.

“Más adelante, cuando en torno a los 30 se lo empiezan a plantear, muchos no están emancipados o no tienen una pareja con la que formar una familia. Una vez se consigue eso, podemos tener problemas económicos o un trabajo inestable y, de nuevo, se pospone la decisión. Finalmente, cuando a partir de los 38 años parece que todo cuadra, puede que no consigas quedarte embarazada”, concluye el director del Centro de Estudios Demográficos de la UAB.

¿Cómo afectará la crisis del coronavirus a la natalidad?

Albert Esteve afirma que los primeros efectos de la crisis del coronavirus se podrán empezar a ver a partir de diciembre, si se comparan con los del mismo mes de 2019.

“Yo creo que a corto, medio y casi largo plazo, esta crisis va a agravar los problemas estructurales que ya estaban detrás de baja fecundidad española: dificultades para emanciparse y para encontrar un buen trabajo a una edad temprana -porque para la fecundidad no sirve tener un gran trabajo a los 40 años-. Esto retrasará todavía más la edad, con las dificultades para quedarse embarazada que eso implica”, lamenta el experto.

¿Nos debería preocupar la escasa tasa de fecundidad desde el punto de vista demográfico?

“Yo no me preocuparía mucho por las implicaciones demográficas a largo plazo; España lleva 30 años con una fecundidad del 1,3 % y no ha perdido población porque también aumenta la esperanza de vida y, sobre todo, por la inmigración”, expone Esteve.

Lo que sí le resulta preocupante, sin embargo, es que la gente no pueda tener hijos cuando realmente quiere. Y es que, aunque las personas que aseguran no querer tener hijos son un 10 %, al final los que no lo hacen son un 30 %.

“Tienen menos hijos de los que desearían y más tarde, es decir, hay un desfase muy grande entre lo que se quiere y lo que se puede hacer. En eso sí que tenemos un problema”, señala.

La solución, como expresa, pasa por impulsar políticas de emancipación temprana y garantizar una seguridad laboral, económica y vital a edades tempranas, entre los 25 y los 35 años.

“Protejamos mucho esa franja de edad, que es donde nos lo jugamos todo a efectos de fecundidad”, concluye.

Reproducción asistida

El 12 de julio de 1984 llegaba al mundo Victoria Ana Perea Sánchez, el primer bebé nacido por fecundación in vitro en España. Treinta y seis años después nos preguntamos qué ha cambiado en la reproducción asistida desde entonces y cuál es su futuro.

El Bisturí ha contado para ello con el doctor Luis Martínez Navarro, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF).

Como expone, España es uno de los países cuya legislación permite más técnicas de reproducción asistida. Fue además uno de los primeros en legalizarlas y normalizarlas, y se ha desarrollado mucho en los últimos años.

“Somos uno de los países que más ciclos hacemos y más variedad de técnicas aplicamos. Esto hace que incluso venga gente de otros países cercanos a realizarse su tratamiento en España”, señala el doctor Martínez.

El retraso en la edad de la maternidad

“Hay un incremento de pacientes que superan los 40 años, un grupo de edad que ve que sus posibilidades de tener hijos se retrasan mucho y disminuyen. Estas edades, sin embargo, son un poco altas para lo que nosotros desearíamos en reproducción asistida”, comenta el doctor Martínez.

Al igual que Esteve, también asegura que esto se produce por condicionamientos sociales.

La reserva ovárica: ¿por qué es tan importante?

Antes de empezar un tratamiento de fertilidad, los expertos se fijan en la reserva ovárica, es decir, la cantidad de óvulos que le quedan a una paciente en el ovario.

“Esto realmente tiene interés cuando se va a hacer una técnica de fecundación in vitro, ya que necesita una mayor cantidad de óvulos, unos 10. Para una inseminación artificial, por ejemplo, como realmente buscas uno o dos, da un poco igual tener muchos o pocos”, matiza el doctor.

Esta reserva folicular se mide a través de una ecografía y observando los niveles de la hormona antimulleriana, que revela la capacidad de reserva que puede tener ese ovario.

¿Hacerlo a través de la sanidad pública o la privada?

La sanidad pública en España, como advierte el presidente de la SEF, ofrece bastante en este campo, aunque según las comunidades autónomas, hay carteras de servicios más amplias que otras.

El gran problema es que la sanidad pública tiene unas limitaciones de acceso por edad -fundamentalmente-, por resultados o por niveles de hormonas antimullerianas. “Además, por motivos fundamentalmente presupuestarios y de personal, no puede acometer el número de ciclos que se necesitan y, además, las listas de espera son muy largas”, añade.

Todo esto hace que muchas mujeres opten por ir a clínicas privadas.

“En España, la sanidad pública hace aproximadamente un 20 %  de los tratamientos; la mayoría se hacen en clínicas privadas”, comenta el doctor Martínez.

Anonimato de los donantes de óvulos o esperma, ¿sí o no?

El doctor asegura que con respecto a la polémica surgida en torno a la eliminación del anonimato de los donantes, la opinión de la Sociedad Española de Fertilidad es clara:

“Si eliminar ese anonimato sirviera para algo, podríamos comprender esta reivindicación, pero no tenemos muy claro qué puede mejorar. Hay parejas que no quieren ver introducido en su núcleo familiar una tercera o cuarta persona, dependiendo de si es donante de óvulos, de semen o de las dos. Los colectivos de pacientes lo primero que piden es, precisamente, proteger esa intimidad”, expone.

A su juicio, el problema es que la gente que está de acuerdo en que se mantenga el anonimato, que es la mayoría, no va a salir a la palestra a explicar sus motivos, mientras los que están en contra de esta intimidad, sí lo hacen. ” Con tres que lo hagan ya basta para armar jaleo”, concluye.

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